Escribe Emiliano Monge
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Un escándalo de dimensiones mundiales se desató en Francia tras el informe de una comisión investigadora que comprueba fehacientemente entre 216.000 y 330.000 víctimas de agresiones sexuales o violaciones en manos de sacerdotes o religiosos desde la década del 50 hasta ahora, siendo la mayoría de las víctimas niños.
Un comité de investigación, la Comisión Independiente sobre Abuso Sexual en la Iglesia Católica en Francia (Ciase), establecida, sin embargo, por obispos católicos, revela esta situación. La cifra de más 300.000 abusos en las últimas décadas en Francia ha generado un impacto y una conmoción mundial. Los abusos de la Iglesia a nivel mundial han desatado cientos de miles de denuncias en todo el mundo en los últimos años, con juicios millonarios, desde EEUU hasta Chile. Los hallazgos fueron revelados después del escándalo que involucró al destituido sacerdote Bernard Preynat, quien reconoció que abusó sexualmente de 75 niños durante varias décadas, quien solo fue condenado a cinco años de cárcel (France24, 5/10).
La Iglesia es la institución con la tasa de abusos a niños más alta de todas: “el 0,82% de las personas que han estado en contacto con personal religioso dicen haber sido víctimas de violencia sexual, frente a por ejemplo el 0,34% en las escuelas públicas o el 0,36% en los campamentos de verano” (Clarín, 5/10).
Para muchos, este informe del comité se quedó corto, ya que muchas de estas denuncias corresponden a aquellos que pueden denunciar a la Iglesia luego de 70 años. Su presidente dice que esto es solo una evaluación y no una cifra definitiva (Clarín, ídem). La Comisión Sauvé recibió 6.471 señalamientos: 3.652 por teléfono, 2.459 correos electrónicos y 360 por cartas. De todos ellos, interrogó a unas 250 víctimas de abusos sexuales durante su infancia. El número de agresores hombres, entre sacerdotes y religiosos, estaría en un rango de 2.900 a 3.200, lo que representa un 2,5% y un 2,8% de los 115.000 que pertenecieron a la Iglesia en los últimos 70 años en Francia, explica el informe. "Se trata de una estimación mínima", basada en el censo y el análisis de archivos de la Iglesia, la justicia, la policía judicial y la prensa, así como los testimonios, explicó su presidente Jean-Marc Sauvé.
El informe no desarrolla el rol de la Iglesia de ignorar, ocultar y proteger a los abusadores y violadores amparándose en el poder económico y político que cuenta la institución. Las investigaciones no se meten con la connivencia estatal y judicial, ya que las sistemáticas denuncias de los damnificados no fueron tomadas como parte de una investigación de conjunto de la responsabilidad de la Iglesia y sus cómplices.
El estudio Inserm (que analiza la totalidad de abusos en Francia) llegó a la conclusión que hay 5,5 millones de personas mayores de 18 años agredidas cuando eran menores de edad. La cifra procedente de la Iglesia Católica representa el 4% del número total de víctimas en la sociedad francesa (Clarín, ídem).
El abuso sexual contra los niños por parte del clero de la Iglesia católica en Francia ha sido “sistemático”, dice el informe. “Los hallazgos fueron hechos a partir de encuestas, grupos de investigación y entrevistas con las víctimas. La propia delegación identificó a alrededor de 2.700 personas que fueron abusadas a través de una convocatoria de testimonios, y miles de casos más fueron encontrados en archivos. El informe determinó que los delitos fueron perpetrados por alrededor de 3.000 agresores, dos tercios de ellos eran sacerdotes” (France 24, 6/10). La comisión investigadora (Ciase) también ha establecido una comparación entre estos casos y los relacionados con otros entornos, familiares o escolares (Clarín, 5/10).
Estas violencias fueron producidas en un 56 por ciento entre 1950 y 1969. “No podemos considerar la idea de que las violencias sexuales han sido erradicadas, que el problema ha quedado detrás de nosotros. No, el problema subsiste”, aclaró el presidente de la institución.
Francois Devaux, una de las víctimas dijo: "Ustedes son una vergüenza para nuestra humanidad (…) En este infierno ha habido abominables crímenes en masa, pero ha habido cosas aún peor, traición a la confianza, traición a la moral, traición a los niños". Esa atrocidad deberá ser compensada, y la comisión integrada por obispos, “exigió al Estado francés que ayude a compensar a los afectados, especialmente en los casos que han “prescrito” (ídem). El método de cálculo de la compensación consistiría en tener en cuenta “el daño sufrido en lugar de referirse a las categorías de delitos cometidos” (Clarín, ídem), algo “subjetivo” y variable según el caso. Esta estrategia es individualizar y aislar los casos, para que no entren en un juicio común que podría erosionar la base económica de la Iglesia.
Tampoco regiría la prescripción en este tipo de abusos por parte de la Iglesia. En Canadá, la Iglesia ayudaba a esterilizar sin consentimiento, asesinar y “reeducar” a las comunidades originarias del norte del continente, crímenes caracterizados como de lesa humanidad y que reclaman que deben ser compensados por la institución.
La verdadera separación de la Iglesia y del Estado, algo que en Francia rige desde 1905, promulgada durante la Tercera República, donde “La República no reconoce, no paga, ni subsidia religión alguna”. Impulsada por Jean Jaures, esta separación se pone en cuestión ante el reclamo de los obispos de “repartir las compensaciones” y en el transcurso del encubrimiento de los poderes estatales. Detrás de esto hay una política de encubrimiento para que el Estado no investigue todos los casos, sus raíces y evite así una bancarrota generalizada de las cuentas públicas.
Se debe conformar una comisión laica investigadora, verdaderamente independiente que analice la actuación de la Iglesia y todos los casos de abusos y violaciones, esa comisión debe estar compuesta por organizaciones sociales y políticas independientes del Estado y de la Iglesia, y que regulen compensaciones que impliquen la expropiación de los bienes de la Iglesia y sean repartidos por las víctimas de los abusos de la Iglesia y el conjunto de la sociedad que se ha visto damnificada por la política de la Iglesia que incluso ha sido colaboradora del régimen fascista de Vichy y todos los gobiernos reaccionarios de Francia.