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La suspensión de la indagatoria a Mauricio Macri, otorgada por el juez de la causa en la audiencia de esta mañana, fue vivida como una victoria por los allegados y los medios alineados con el ex presidente. En realidad, no hay mucho que festejar: los abogados de Macri alegaron que la declaración de su defendido violaría la ley nacional de seguridad, al ser obligado a revelar secretos de inteligencia. Por cierto, al abogado de Macri el argumento se lo había suministrado la propia ex-SIDE (AFI). Su actual jefa, Cristina Caamaño, se había presentado en el expediente para señalar que Macri no estaba en condiciones de declarar, a menos que fuera autorizado para ello por Alberto Fernández. Es esto, exactamente, lo que resolvió el juez Bava -pedirle al presidente actual que releve a Macri de guardar los “secretos de inteligencia”.
En medio de la “grieta”, las chicanas de campaña y las citaciones judiciales, la causa del ARA San Juan puso de manifiesto la otra cara del decadente régimen político actual: la “continuidad jurídica del Estado”, o, dicho de otro modo, el hilo conductor que une a los gobiernos de diferentes signos en torno del Estado de “servicios”, y sus oficinas de espionaje permanente contra la población.
Los expertos judiciales que comentan en estas horas el episodio de Dolores, señalan, con cierta insidia, que el actual presidente no sólo tiene la facultad de habilitar a Macri a declarar. También podría “desclasificar” los archivos involucrados en este caso, el del ARA San Juan, por decisión administrativa. Por lo pronto, el gobierno no podía desconocer que la propia AFI había depositado en el presidente la decisión de permitir declarar a Macri. El gobierno, por lo tanto, no quiso precipitar esa declaración, que ahora quedó postergada sin fecha. En el expediente del ARA San Juan reposan secretos militares que también forman parte de la “continuidad del Estado”, en este caso, de las fuerzas armadas. La democracia política, en el Estado capitalista, es una crosta muy delgada, que reposa sobre un aparato permanente de vigilancia y conspiración contra el pueblo. Para colocar a Macri en la picota, el gobierno FF debería vérselas con un mundo con el cual tiene demasiados vínculos, desde Stiusso hasta acá.
Mientras tanto, la “movilización” del chetaje macrista a Dolores para acompañar a su líder, ha dejado demasiado expuesta la fractura que recorre a la oposición. Más allá de la veintena de recalcitrantes del PRO, a Dolores no fueron ni Santilli, ni Vidal, ni Larreta. Muchos menos los líderes de la UCR, que se ilusionan con liderar a la oposición.
El espionaje a los familiares del ARA San Juan ha sido francamente admitido por la ex segunda de la AFI, Silvia Majdalani, la cual aportó detalles y “causales” de la tarea de “inteligencia”.
El impasse de la nueva causa de espionaje ha depositado la situación judicial de Macri en el pantano de toda la crisis política, donde reposan también las causas contra Cristina, el acuerdo con el FMI y las contradicciones económicas y sociales explosivas que no podrán suspenderse “sin fecha”, como ocurre con las indagatorias de los jueces.