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Las elecciones del 14 de noviembre próximo se desarrollan a la par de una crisis histórica: casi la mitad de la población argentina es pobre. Los responsables políticos de semejante hundimiento social son los gobiernos macristas y kirchneristas. Bajo la pandemia los Fernández reestructuraron y continuaron pagando deudas usurarias, subsidiaron a los grandes empresarios y generaron beneficios exorbitantes en favor de la banca. Gracias a esta política, la participación de la clase trabajadora en la riqueza nacional ha caído al 40% en sólo un año, mientras que una minoría capitalista se apropió del 60% restante. Ahora, macristas y kirchneristas se empeñan en un acuerdo con el FMI.
La votación del domingo 14 debe ser un paso en la preparación de una lucha contra estos propósitos, y por sobre todo para desarrollar una alternativa de los trabajadores. El peronismo, por el contrario, es un verdugo de trabajadores y jubilados, en la línea heredada del macrismo.
La bancarrota económica y política nacional es parte de una crisis capitalista mundial, como se vio en la pandemia. Este régimen social de hambre la ha convertido en una crisis humanitaria. La pobreza, la precariedad laboral y la desocupación en Salta superan dramáticamente el promedio nacional. El régimen de autogestión y gerenciamiento hospitalario se ha cobrado la vida de miles de salteños por Covid y otras patologías no atendidas.
El derrumbe edilicio, la falta de ordenanzas y los salarios de pobreza de la docencia, redundaron en una deserción del 50% de jóvenes en la secundaria. La infraestructura de servicios de agua y luz se encuentra también al borde del colapso, sobre todo en el castigado interior provincial.
Sáenz ha profundizado la deforestación de la provincia, mientras Alberto Fernández se presenta, en Escocia, como un luchador contra el cambio climático. Gobierna para el banco Macro, usurero número uno de la provincia; para las patronales negreras de los Ingenios, las mineras y las petroleras; y para los especuladores inmobiliarios, agravando la crisis habitacional.
Para ellos impulsa una reforma constitucional amañada. Resguarda los privilegios de la camarilla judicial de la impunidad y de los intendentes que vacían las arcas municipales. El narcotráfico y el crimen organizado crecen, mientras tanto, de la mano del poder político y el aparato estatal.
Los candidatos patronales anuncian mayores ajustes contra el pueblo.
Zapata -de JxC- reclama una reforma laboral antiobrera, junto con el candidato saencista local Durand Cornejo. Estrada, del FdT, impulsa el negreo laboral, representado en el “monotributo joven”. Biella y De Souza juegan como “independientes”, para mejor acomodarse después con el caballo ganador.
Política Obrera pelea por un voto de los trabajadores independiente de los partidos de la clase patronal.
Mientras Claudio Del Plá, Pablo López y Cristina Foffani han liquidado el Partido Obrero, una nueva camada de luchadores continuamos con más fuerza la defensa del programa histórico del Partido Obrero y llamamos a los trabajadores a volver a golpear a los partidos patronales y su régimen político con un voto masivo a Política Obrera bajo el siguiente programa: