Guzmán en la CGT: “todos unidos firmaremos”

Escribe Joaquín Antúnez

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El ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvo durante la tarde del miércoles en la sede Azopardo de la CGT, para exponer los lineamientos de su plan “plurianual” y del acuerdo con el FMI. Ante Pablo Moyano y Hector Daer, dos integrantes del nuevo triunvirato, y una docena de dirigentes de la mesa chica, aseguró que las negociaciones con el FMI pueden estirarse hasta 2022. (Clarín, 01/12)

Guzmán se refirió: "a un acuerdo que podamos cumplir, protegiendo la matriz productiva y que el salario real crezca, eso no es antiinflacionario ni tampoco inflacionario". Eso sí, consideró muy difícil bajar la inflación “de un día para el otro”, lo que contradijo su promesa de que el salario real habría de aumentar.

La CGT ha fogoneado el acuerdo con el FMI en varias oportunidades, comenzando por la propia movilización del 17 de octubre. Guzmán retomó el discurso oficial de no firmar ningún acuerdo que implique un ajuste, después de dos años de hacer lo contrario, sin necesidad de obedecer a un acuerdo con el FMI.

Clarín asegura que la CGT dio la conformidad a los planteos de Guzmán, de otro modo tampoco lo hubiera invitado. La escenificación de Guzmán en la CGT tuvo el propósito de reforzar la disposición de la burocracia sindical a bancar el acuerdo, a exigir que se firme rápido y a reiterar que un ‘ajuste’ fondomonetarista sería “un ordenador” de la gobernabilidad. Para Caló (UOM), un pollo del kirchnerismo, Guzmán "es uno de los mejores ministros que tuvo el país". Carlos Schmid (CATT), el pope de la burocracia ´racional´, “hay que tener un acuerdo con el Fondo para volver al circuito internacional de financiamiento.” La burocracia de la CGT se ha convertido en “la columna vertebral” del pacto con el capital financiero internacional. Sergio Romero, de Unión de Docentes, deseó que, "este ordenamiento fiscal beneficie a los docentes que hoy están por debajo de la línea de pobreza”. Se suponía que esa tarea la deben cumplir los sindicatos, no el FMI.

Por otro carril, corren las huelgas y las autoconvocatorias del movimiento obrero que no ha dado el brazo a torcer bajo la pandemia. Lo mismo vale para los nuevos cuerpos de delegados que nacen en rechazo a la burocracia

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