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El martes 28 de diciembre recibí una carta documento de la patronal de diario El Chubut en la que me comunican la decisión de despedirme, por participar una semana antes de una movilización contra la zonificación minera en el marco del Chubutazo, que logró finalmente la derogación de la ley. Como ocurriera con casi una decena de edificios públicos, -entre ellos, Casa de Gobierno, el Superior Tribunal de Justicia, Legislatura y una comisaría-, la rebelión popular embistió también contra el medio propiedad de la familia Sáez, arrojándole algunas piedras e incendiando el sector de publicidad. El ataque patronal hacia mi persona se da en un contexto revanchista del régimen político contra los protagonistas del Chubutazo, contra quienes emprendió una campaña de persecución política que debe ser combatida con los mismos métodos del Chubutazo, es decir, con la movilización decidida en las calles.
La carta es un vomitado de lugares comunes contra el activismo, en la que no se guardan las mínimas formas para un relato que se pretende argumentativo. En un pasaje denuncia que yo participé de la movilización “camuflado dentro del grupo de atacantes”, pero inmediatamente agrega: “arengándolos e incitándolos mediante la utilización de un megáfono vociferando proclamas en contra del empleador y sus compañeros de trabajo”. Es decir, estuve camuflado y a la vez agarré un megáfono a cara descubierta. El nivel de imbecilidad de la acusación salta a la vista. Es verdad que tomé el megáfono, y lo hice no para vociferar en contra de mis compañeros de trabajo, sino para denunciar que la patronal además de prominera paga sueldos de miseria, acosa laboralmente a sus empleados y durante muchos años maltrató con especial énfasis a las trabajadoras.
Por el incendio de una parte de diario El Chubut, se encuentran procesadas cuatro personas, entre ellas un dirigente del MTE, en una causa recontra armada, por la cual se los liberó a todos luego de permanecer con prisión preventiva, cuya principal función fue que el diario tuviera su tapa con las detenciones. El gobierno provincial también inició una cacería en Rawson por los destrozos de las instituciones públicas. Hay que recordar que la rebelión popular se desató luego de que la Legislatura provincial aprobara en una sesión no prevista la zonificación minera. La policía reprimió enérgicamente durante los primeros 4 días, con foco sobre todo en Rawson y Trelew. Pero el pueblo movilizado, lejos de volverse a la casa, la enfrentó con firmeza y convencimiento, apuntando directamente contra quienes consideran que son los responsables de su condición social: las instituciones del régimen y sus medios de comunicación.
En mi caso particular, desde el 2014-2015 comencé con responsabilidades sindicales. Luego de que se venciera mi mandato como delegado en el diario, la conducción del Sindicato de Trabajadores de Prensa del Noreste del Chubut (SITPRENCH) no volvió a convocar a elecciones de delegados por temor a perder por paliza. De todas formas, en los hechos me convertí en una fuente de consulta recurrente de mis compañeros de trabajo y en la única persona que durante más de un lustro comunicó todos los pormenores de la lucha de prensa a nivel nacional, incluidas las negociaciones paritarias, como así también adherí a todos los paros nacionales del sector y de la CGT, en contraposición a la conducción del SITPRENCH que nunca hizo nada por el estilo. Desde 2016 vengo denunciando en varias decenas de cartas documento a la patronal por incumplimientos laborales, acoso laboral y discriminación y persecución política. Esta situación es pública en la zona. Por todo ello es que la patronal cuando comenzó la cuarentena me mandó a mi casa y nunca más me permitió volver al lugar de trabajo, aunque me siguió pagando el sueldo. En connivencia con la conducción del SITPRENCH me mantiene alejado de mi puesto laboral hace casi 2 años porque les sale más barato que tenerme en el diario. Soy la única persona en esa condición.
El despido se produce en una ciudad con altísimo índice de desocupación, precarización laboral y pauperización de las condiciones de vida.
Es por todo lo anterior que vengo recibiendo un gran apoyo popular para mi reincorporación al diario. En las próximas semanas impulsaremos festivales en distintos puntos de la provincia para seguir visibilizando mi situación y trataremos de darle un marco nacional a la campaña. Por lo pronto, la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), que reúne a los sindicatos de prensa escrita del interior del país, emitió un comunicado repudiando mi despido y exigiendo mi pronta reincorporación. Organizaciones de derechos humanos, sindicatos y partidos políticos también han sumado su apoyo. En los próximos días difundiremos las organizaciones y figuras públicas que exigen mi reincorporación.
Mi despido es parte de una estrategia revanchista de todo el régimen político, del cual diario El Chubut es parte y uno de sus principales voceros en la provincia. Es un ataque contra los protagonistas del Chubutazo en general y contra los trabajadores en particular. ¡No pasarán!
Firmá el petitorio por la reincorporación de Iván Marín a diario El Chubut en el siguiente link: