El gobierno, “contacto estrecho” de las patronales y el FMI

Escribe Marcelo Ramal

La “economía” arrasa a la salud.

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La eliminación de las medidas de aislamiento para los vacunados con segunda y tercera dosis es un salto en la política oficial de levantamiento de las restricciones relacionadas con el Covid.

La medida no se relaciona con ninguna mengua en el número de contagiados, que continúa en un pico de 90 a 110.000 casos diarios. La “flexibilización” se debe a lo contrario: es para sostener a como dé lugar la actividad económica y laboral, en momentos en que la extensión de los contagios amenaza con una paralización general.

El lunes, un número importante de vuelos debió ser cancelado, mientras los gremios aeronáuticos denunciaban la existencia de 1.200 trabajadores contagiados. Lo mismo ocurrió en el ferrocarril, lo que condujo a la aglomeración de los pasajeros que pugnaban por ingresar a los vagones. Ello podría evitarse con un esquema de confinamientos parciales o rotativos a nivel laboral, que reduzca la circulación y el transporte de personas. Pero la orientación estatal es la contraria: primero, la reducción de los días de aislamiento para contactos estrechos; ahora, la eliminación del aislamiento mismo para los vacunados.

No debe sorprender, en este cuadro, que las primeras voces de rechazo a este régimen de aliento a los contagios haya partido de los trabajadores de la salud: ayer, tuvo que alzar la voz hasta la ultraburocrática Asociación de Médicos Municipales de CABA, alertando contra la “eliminación del requerimiento de aislamiento para los médicos que sean contacto estrecho y estén vacunados”. Lo mismo está ocurriendo con los sindicatos de la salud en España, frente al anuncio del gobierno de declarar al Covid como una “gripe común”.

Ayer, la médica argentina Marta Cohen, residente en Gran Bretaña, generó la incomodidad del “médico de empresa” Ricardo Zinn, de La Nación +, cuando recomendó la intensificación de los testeos y las restricciones a la circulación de los contagiados. “En el gran número de contagios –señaló- es inevitable que crezcan también los internados y los fallecidos”. Esta verdad elemental, que ella corroboró con la situación de colapso sanitario en Inglaterra, es la que el gobierno ha resuelto echar por la borda. Como anticipo de esa decisión, estuvo la andanada de reclamos de las principales cámaras patronales del país en torno del “ausentismo laboral”.

La burocracia sindical no ha abierto la boca frente a este atentado a la clase obrera. Pero no sorprende, pues ha partido de la CGT la iniciativa de convertir al pase sanitario en el salvoconducto para trabajar como sea, ignorando cualquier vínculo del trabajador con familiares o compañeros contagiados.

El único “contacto estrecho” que ha puesto a salvo el gobierno es el que lo une a las patronales de la ciudad y el campo, que exigen que la rueda del capital siga triturando la salud y la vida de los que trabajan. El otro “contagiado”, el FMI, exige que la economía nacional se diseñe, no en función de la salud, sino del pago de la deuda usuraria.

Rechacemos la “normalidad” letal que nos quieren imponer las patronales y el gobierno. Restricción de las actividades no esenciales y confinamientos parciales; refuerzo de recursos, y trabajadores en todo el sistema de salud; testeos masivos y vacunas; vigencia de todas las licencias por enfermedad o contacto estrecho, costeadas por las patronales. Fuera el FMI, repudio de la deuda. La defensa de la vida frente a la voracidad del capital es otro poderoso motivo para organizar un congreso de trabajadores.

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