Inflación 2021: la fiesta de los especuladores, a costa del mundo del trabajo

Escribe Marcelo Ramal

Tiempo de lectura: 3 minutos

La inflación de 4,3% en diciembre -y el 51% acumulado en todo el 2021- terminó por dar el último baldón de tierra al “control de precios” de Roberto Feletti, si es que alguna vez había salido del cofre donde permanecía desde su vida anterior. La llamada ´inflación núcleo” -que excluye a los productos con aumentos estacionales y a los que tienen precios regulados- trepó en el 2021 al 68%. Es un indicador de lo que podría ocurrir cuando, FMI mediante, las tarifas acompañen a la carne, el pan o la leche en su carrera imparable.

Precisamente, el primer puesto de los aumentos de diciembre se lo llevó la carne, a despecho de los acuerdos que reservan al mercado interno los cortes sobrantes de los frigoríficos exportadores. Cuando en las góndolas se agota esa oferta ´promocionada´, el precio de la carne se aproxima a sus valores internacionales, lo que ya ocurre con otros alimentos basados en maíz o trigo. A esta altura, el “control de precios”, que Feletti renovó parcialmente, es un régimen de aumentos consensuados entre los monopolios alimenticios y el gobierno. A despecho de estos acuerdos, los economistas del oficialismo siguen atribuyendo la inflación a los “sectores concentrados”, o sea, a los mismos con quienes el gobierno, Consejo Agroexportador mediante, ha sellado una alianza de hierro en aras de la “acumulación de reservas” .

Deuda pública

Del otro lado de la grieta, los voceros de la ‘opo’ ponen el grito en la emisión monetaria, es decir, en un aumento del dinero circulante. Evitan señalar que los pesos emitidos en 2021 representan el 90% de los intereses de deuda pública pagados en el año. El 70% de esa deuda en pesos se indexa, o por la propia inflación o por la evolución del dólar. La emisión de pesos no sólo convalida el ajuste de precios de los monopolios alimentarios sino el fabuloso negocio de la deuda indexada en pesos, que Fernández -Guzmán han acrecentado en 30.000 millones de dólares durante su mandato. En este señalamiento, no contamos a la llamada “deuda endógena” del Banco Central, es decir a la emisión que paga los intereses de las Letras colocadas a los bancos… para absorber la emisión anterior. La deuda pública “interna” reproduce la función de la deuda externa: es un mecanismo de exacción de riqueza social de los trabajadores al capital financiero. Parte de los beneficiarios del “festival de bonos” son los fondos internacionales que ingresaron al país con Caputo-Macri, y que aceptan permanecer en el país a cambio de los rendimientos leoninos que ofrece el mercado local de deuda. Este régimen de indexación de beneficios es un pasaporte a la inflación permanente.

La desvalorización de la moneda nacional traslada el peso de esta exacción a los trabajadores. Otra vez, los liberales, que relacionan genéricamente “la emisión al gasto público”, no dicen que ese gasto corriente se ha contraído ferozmente: las jubilaciones y salarios estatales cayeron en al menos un 20% en términos reales, desde 2020 hasta hoy. El “ajuste” que reclaman ya ha sido en buena medida ejecutado. En cuanto a la eliminación de los subsidios a la energía, no hará más que reforzar la hoguera inflacionaria. Los derechistas atribuyen la deuda pública al déficit fiscal, pero ese déficit no podría cortarse sin el desconocimiento de la deuda pública, que se proyecta explosivamente hacia adelante: como la deuda en pesos se ajusta por CER o por el dólar, una devaluación terminaría multiplicando su valor.

Paritarias

La aceleración de la inflación coloca en crisis a los aumentos en cuotas o con cláusulas tardías de ajuste: aun cuando “entre puntas” los aumentos se equiparen a la inflación, los desfasajes en el tiempo entre unos y otros -con índices superiores al 4% mensual- comportan importantes pérdidas salariales. Ni qué decir de los acuerdos paritarios con aumentos fijos y en cuotas, que ya han sido devorados por la inflación. El fracaso de la política oficial de “precios y salarios” plantea una deliberación en todos los sindicatos, que debe tomar en cuenta de qué nivel partimos -la canasta familiar ya supera los 160.000 pesos- y, naturalmente, la indexación mensual del salario.

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