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El pasado miércoles, la ministra de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, generó un revuelo en los medios, en el mundo de la educación y las organizaciones políticas, luego de que emitiera la siguiente declaración en torno a la deserción escolar: "(Es) muy tarde para salir a buscar a los chicos (porque) seguramente ya están perdidos en un pasillo de una villa, ya cayeron en actividades del narcotráfico, ya tuvieron que ponerse a trabajar o perdieron su propia fe respecto de las oportunidades de estudiar".
A su paso, salió hoy el ministro de Educación del Gobierno de Nación, Jaime Perczyk, para decir que “nunca es tarde para los chicos, para las chicas, ni siquiera para los adultos”, a propósito de la implementación del programa “Volvé a la escuela”.
Por supuesto que las declaraciones de Acuña son una canallada. Más de 1 millón 800 mil alumnos habían perdido contacto con sus escuelas durante la pandemia, según se informó oficialmente en septiembre del año pasado. Según una encuesta hecha por la Universidad Popular de Barrios de Pie durante el año pasado, el 54% de los niños, niñas y adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, sólo mantuvieron contacto con sus escuelas a través de WhatsApp durante el primer año de la pandemia. Casi el 59% debía compartir un mismo dispositivo tecnológico con otros integrantes del núcleo familiar, y casi el 15% simplemente no tenía acceso a internet.
Por su parte, la UCA estima que en la zona sur de la CABA el 27% de los hogares no tienen computadoras y un 28,8% no tiene internet. En las villas de la Ciudad, los porcentajes aumentan en un 43% y 45% respectivamente. En una investigación sobre los niveles de desigualdad de la Ciudad realizada por el Centro de Estudios Metropolitano (CEM) [1] , se revela que el presupuesto educativo que el GCBA asignó durante el 2021, en plena pandemia y deserción escolar, fue el menor de los últimos nueve años (y un 23% menos que el 2019 antes de comenzar la pandemia). CABA es el distrito que menor porcentaje otorga para educación por habitante (el 17,3% de su presupuesto total).
Acuña esconde el hecho de que en la Ciudad no existió la conectividad, y que se negó en reiteradas ocasiones a recibir a las organizaciones sociales de la villa 21-24 que exigimos la implementación de ésta para nuestro barrio. No hubo ni un sólo programa real de implementación de la conectividad, y las computadoras que se entregaron eran equipos usados que venían rotos.
También esconde el hecho de que las "zonas wifi" implementadas en las villas de la Ciudad son una total estafa. En primer lugar, porque no cuentan con la velocidad necesaria para que un estudiante pueda navegar por Internet; y en segundo lugar porque llevar una computadora a una "zona wifi" sería una misión suicida. El wifi "liberado" de las villas casi sólo está habilitado en plazas públicas, es decir que son espacios de completa inseguridad donde cualquier estudiante podría transformarse en víctima de un asalto. Por lo demás, la prensa no lo menciona, pero las mafias de las extensiones de internet en las villas es un monopolio de los mismos punteros del PRO que son casualmente designados como "delegados de manzana" por el propio gobierno de la Ciudad.
Este vaciamiento presupuestario en educación no sólo golpea a los estudiantes a nivel educativo. Las escuelas siguen siendo un lugar del que dependen miles de estudiantes para alimentarse de lunes a viernes. El gobierno de Larreta, con la excusa de la pandemia y el cierre de los comedores escolares, le propinó un golpe a los estudiantes recortando y empeorando la calidad de los alimentos. De desayunos, almuerzos y meriendas, pasamos a bolsitas con galletitas [2].
También la falta de conectividad significó para niños y adolescentes cortar el vínculo con docentes y otros profesionales como psicólogos, habiendo de por medio casos de estudiantes encerrados con sus agresores y/o abusadores, o que se encontraban absolutamente solos en sus hogares durante el día. La falta de conectividad golpea a los estudiantes a nivel psicológico. La propia OMS considera fundamental la implementación de la virtualidad para jóvenes y niños como forma de contención; y las propias recomendaciones de los equipos de salud de prevención de suicidio del Gobierno Nacional recomiendan “brindar atención remota o virtual”. Con toda seguridad, las recomendaciones de los especialistas deben estar en los tachos de basura de Perczyk y Vizzotti. Sólo el año pasado 5 adolescentes se suicidaron en la villa 21-24.
Las declaraciones de Acuña son una ofensa para todas las familias trabajadoras que se esfuerzan día a día para garantizar la alimentación, la salud y la educación de los estudiantes de sus familias. Pero al mismo tiempo sus declaraciones son un "fallo", una especie de asociación accidental de algo que ella tiene perfectamente claro: la Policía de la Ciudad, los punteros y los narcos captan a los jóvenes para delinquir, y todos estos tienen el respaldo de su gobierno.
Los militantes de los barrios conocemos el "tras bambalinas" de las visitas que hacen Acuña, Quirós y Larreta en los barrios cuando necesitan sacarse fotos. Los escoltas que garantizan la seguridad de los funcionarios del GCBA son los mismos que mandan a un sector de la juventud a apropiarse de los pasillos vendiendo paco o cocaína; son los mismos que venden los alimentos de los comedores que les da el Ministerio de Desarrollo de María Migliore a las familias del barrio; y son los mismos policías que captan a la juventud para robar cuando liberan las zonas. La presencialidad no es el único crimen que conoce de cerca Acuña.
Es verdad que en los barrios pobres muchos estudiantes han tenido que abandonar los estudios para dedicarse a trabajar, muchas veces junto a sus padres en ferias o talleres textiles. Y según el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular 1 cada 4 jóvenes de entre 18 y 24 años conforma este sistema. Es decir que el 25% de los precarizados, especialmente del Potenciar Trabajo, son jóvenes con extensas jornadas laborales. La deserción educativa a temprana edad se transforma casi siempre en una falta de escolarización adulta. Según el mismo CEM, en las comunas de la zona sur de CABA donde se encuentran las villas 21-24, Oculta, y Soldati se encuentra la tasa más baja de habitantes mayores de 25 años con nivel secundario completo. Es el mismo sector de la Ciudad con mayor deserción escolar.
El "perder la propia fé de las oportunidades de estudiar" de Soledad Acuña y el "nunca es tarde" de Jaime Perczyk son clichés, frases hechas que dejan a la misericordia de dios el desarrollo intelectual, social, y humano de los trabajadores y trabajadores del país y la Ciudad.
Salir a luchar por el derecho a la educación plantea el desafío no sólo de la conectividad y la lucha por el aumento presupuestario, sino de luchar también contra las condiciones de subsistencia que sortea la clase trabajadora. La lucha por la educación está inserta en la lucha contra el mismo régimen social que no garantiza ni vivienda, vacunas, o trabajo. La lucha por el acceso a la educación es, ante todo, colocar el desarrollo personal o individual en el terreno de la lucha política colectiva contra los gobiernos y los estados que nos oprimen.
[1] http://estudiosmetropolitanos.com.ar/wp-content/uploads/2021/07/Desigualdades-en-la-Ciudad-de-Buenos-Aires.pdf [2] https://politicaobrera.com/4777-los-estudiantes-no-vivimos-de-galletitas [3] https://bancos.salud.gob.ar/sites/default/files/2021-09/Recomendaciones%20Suicidio%20Covid%2019.pdf