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Desde que se decretó el “Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio”, los alimentos que reparten las escuelas para las y los estudiantes han bajado considerablemente su cantidad y calidad. El Estado se ha aprovechado de la necesaria suspensión de la presencialidad para quitarnos la leche, los sándwich o las verduras que, en una situación normal, suministraba de manera diaria.

Los falsos defensores de la educación del Gobierno de la Ciudad han recortado brutalmente la partida destinada a nuestros alimentos en las escuelas secundarias. En la Escuela Técnica N°2 República del Líbano, de Barracas, donde las clases se imparten de forma bimodal (dos semanas de clases presenciales y dos semanas de clases virtuales), la ´canasta nutritiva´ se entrega cada 15 días, y consiste en una leche en polvo; cinco saquitos de mate cocido y té negro; cinco paquetes de galletitas; cinco frutas: Se supone que debería haber una por alumno, pero muchas veces no llega a cubrir a todos.

Pero ese no es el único problema con estos bolsones – o mejor dicho bolsitas. Hay establecimientos donde son las y los docentes quienes tienen que ir a la escuela en las semanas de modalidad virtual para armarlas y repartirlas; muchas veces, bajo los aprietes de las direcciones de los establecimientos. Son nuestras maestras y maestros las que arman las bolsitas sin que el Estado les mande ni siquiera alcohol, barbijos, máscaras, mucho menos, vacunas. Durante el armado y distribución de estas bolsitas, dos de nuestros docentes de la E.T. N°2 de Barracas contrajeron covid-19.

Otro problema son las largas filas que se forman afuera de los establecimientos para recibir las bolsitas, incluso el trayecto hasta ahí. Como muchas madres y padres colocan a sus hijos en escuelas de acuerdo a la cercanía de sus trabajos, y no necesariamente según la cercanía con sus hogares, muchos estudiantes no retiramos estos miserables alimentos porque el gasto que hacemos en transporte para ir a buscar la ´canasta nutritiva´ no lo vale en precio ni en salud. Por ejemplo, muchos de los estudiantes secundarios de las escuelas de Barracas viven en Provincia, de manera que por cinco galletitas no vale la pena gastar plata en un colectivo y/o un tren ida y vuelta expuestos al Covid.

Debemos organizar el reclamo por canastas realmente nutritivas; que la cantidad de alimentos que retiremos realmente alcance para cubrirlos 15 días hasta la siguiente canasta; que se incluya en la canasta elementos de higiene como alcohol y lavandina; que estén disponibles para todos los estudiantes y no sólo para los que tienen beca alimentaria porque son muchos los padres y madres que han perdido sus empleos; y que el Estado garantice un esquema de reparto de alimentos que sea seguro para los trabajadores del Estado y los estudiantes, y nos permita evitar el transporte público.

Muchos jóvenes activistas luchamos por nuestro derecho a la alimentación y el de nuestras familias organizándonos en ollas populares y comedores de nuestros barrios, porque nuestros padres tienen salarios por debajo de la línea de pobreza o se encuentran directamente desocupados. Y esa lucha también la debemos llevar a la escuela y en unidad con nuestros docentes; así como también nos debería convocar la lucha que protagonizan los docentes contra la presencialidad en pandemia y contra toda forma de presión para obligarlos a ir a la escuela a costa de sus vidas.

De galletitas no vivimos. Por el derecho a la alimentación y también a la conectividad. Por la unidad de estudiantes y maestros.

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