Tucumán: la rebelión docente y las epidemias

Escribe Daniel Blanco

Tiempo de lectura: 2 minutos

La expansión de la epidemia del coronavirus y de otras epidemias, como el dengue, han creado un nuevo escenario. En el caso de los docentes autoconvcados de Tucumán, han obligado a un replanteo del plan de lucha que había votado el congreso de delegados el 7 de marzo pasado, donde se había ratificado la lucha por la derogación del decreto 1/1 del 6 de enero que eliminaba la cláusula gatillo, incluso en términos retroactivos, desconociendo la actualización salarial del último trimestre de 2019 y acumulando una enorme deuda salarial.

Una semana convulsiva

La semana del 8 al 15 de marzo fue tremendamente convulsiva. Arrancó con un paro general por tiempo indefinido de UTA, cuando las empresas dejaron de pagar los salarios, alegando que el gobierno provincial no entregaba los subsidios a los concesionarios. La situación se remedió precariamente el martes 10, cuando Manzur encontró el dinero para pagarlos, aunque no para atender los reclamos docentes y de los estatales. En paralelo, la burocracia de ATE-Docente venía agitando también un paro de 72 horas, para neutralizar a los autoconvocados y tomar el control del conflicto. Lo mismo hizo Sáenz en Salta. El martes 10, para sorpresa de muchos, la burocracia de ATE central, integrada al gobierno nacional y de la provincia, levantó la huelga de ATE-Docente. El atropello determinó la renuncia de todos sus dirigentes y la disolución de ese aparato creado desde arriba para dividir y frenar la lucha docente.

Con ese escenario, el miércoles 11, Tucumán asistió a un nuevo paro masivo y a una enorme concentración (20 mil personas) de la docencia autoconvocada, sectores estatales, la docencia privada y universitaria, la salud, y los movimientos sociales. Luego de la intervención de varios oradores, cerró el acto Raquel Grassino, quien llamó a parar en los lugares de trabajo, el jueves y viernes, y a completar la elección de delegados en toda la provincia.

La pandemia y el ajuste

Ya esta semana, el tema de las pandemias, sumado a la decisión de AF de suspender las clases, obligó a un replanteo de la lucha. Enseguida, Manzur emitió un decreto que elimina la cláusula gatillo y establece el pago de la deuda salarial a partir de julio en 6 cuotas, sin actualización. En paralelo suspendió las paritarias hasta junio y otorgó un adicional no remunerativo del 15,11 % y otro de 1.800 pesos como suma remunerativa. Descontando el repudio que iba a causar, el gobierno militarizó la capital y las principales ciudades del interior.

Clima de rebelión

El anuncio, efectivamente, generó una ola de repudio. Las direcciones burocráticas del Frente Gremial Docente o ATE justificaron la medida por la vigencia de una conciliación obligatoria.

Los autoconvocados respondieron con una campaña de afiches en los comercios y en las redes, para denunciar la precarización educativa y el rechazo a los decretos, y hacer conocer los pronunciamientos a favor de la lucha.

En el caso de la salud, desde el Hospital de Niños se hizo una enorme movilización. La denuncia del estado de improvisación, falta de insumos y equipos del personal del Hospital tuvo un alto impacto.

De la misma manera, se produjo, por primera vez, un paro en uno de los call center más importantes instalado en la provincia, donde al personal se lo obligaba a trabajar sin ningún recaudo frente a las epidemias.

Otros sectores, como músicos y teatristas perjudicados por el corte de sus ingresos, en el marco de las cuarentenas, están tomando por referencia a la docencia autoconvocada y a la Coordinadora. Lo mismo ocurre, en el plano político, con corrientes opositoras en sindicatos burocratizados.

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