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En Argentina el salario del maestro de grado por un cargo de jornada simple no alcanza a cubrir la canasta básica de pobreza, hoy en 80.000 pesos. Por ese motivo, el grueso de la docencia para poder vivir trabaja en dos cargos. Esto ya de por sí constituye una sobrecarga laboral extenuante, porque al tiempo frente a alumnos hay que sumarle la preparación de las clases, la corrección, las entrevistas con los padres, el trabajo administrativo y muchas tareas que se terminan llevando a casa.
El ministro nacional de Educación sorprendió con el anuncio de extender una hora de clases en las escuelas primarias de jornada simple, a cambio de un aumento del 25% del sueldo. Dos de las alternativas que se barajan para implementarla son: agregar los sábados o comenzar el turno mañana a las 7:00, para culminar a las 12, y comenzar el turno tarde a las 13, para terminar a las 18.
Esta medida implica para las maestras y maestros que tienen doble cargo una jornada laboral de 10 horas, a lo que hay que sumar la entre hora y el traslado. Si a esto le agregamos todas las tareas adicionales que ya mencionamos, estamos hablando de un nivel explotación sin precedentes en la docencia, físicamente intolerable e incompatible con la tarea de educar.
Para los docentes que trabajan en doble cargo esta medida es directamente inadmisible y, aun entre las maestras que trabajan un solo cargo, hay una completa conciencia del aumento del nivel de explotación que implica y de la insignificancia que representa el 25% de aumento prometido. Con una inflación galopante, el 25% desaparece en pocos meses y a los docentes nos queda de saldo una hora más de trabajo diaria para toda nuestra vida laboral. Incluso las directoras de jornada simple, quienes por estar obligadas a rotar entre turnos no pueden tomar otro cargo y por eso ganan menos que una maestra con doble cargo, son conscientes de esta situación y también rechazan la medida. Entregar los sábados tampoco es algo que esté dispuesto a contemplar el conjunto de la docencia, por eso ya están circulando juntadas de firmas para rechazar y se están discutiendo posibles medidas de lucha, incluso, al margen de los sindicatos si estos no hacen nada.
En provincia de Buenos Aires, cuando los compañeros empezaron a llamar a las seccionales para ver qué medidas iban a tomar, recibieron como respuesta el beneplácito por el 25% que “les re conviene a las que tienen un cargo”. Finalmente, CTERA sacó el esperado comunicado rechazando la medida por inconsulta y violatoria de derechos laborales. Sin embargo, en párrafo siguiente pide paritarias “para discutir toda reforma que el gobierno esté pensando”. Las paritarias en este marco serían el instrumento para incorporar las reformas en el estatuto. Ya nos pasó durante la pandemia que, en paritarias, habilitaron la polifuncionalidad de los docentes, para obligar a que un docente a cargo de un grupo se hiciera cargo de otro en sus horas institucionales, con el fin de suplir a los docentes dispensados sin contratar suplentes.
El gobierno nacional anunció la vuelta a la presencialidad por la presión del capital después de que lo hiciera el jefe de gobierno porteño. Lo mismo ha pasado ahora con el cese de la obligatoriedad de usar barbijos, un mes después de que se anunciara en CABA. Con el anuncio de las 5 horas de clase, Alberto Fernández pretende recuperar la iniciativa y primerear a Larreta, imponiendo en todo el país una reforma laboral de la docencia que implicaría “recuperar decenas de días de clase” para todas las primarias de jornada simple.
Hay que señalar que esto se da en el contexto de una extensión general de la jornada de trabajo. La reactivación económica que vino con el fin de la cuarentena no significó un aumento de puestos de trabajo en la misma proporción que la recuperación de la producción y esto fue suplido con el aumento desmedido y compulsivo de las horas extras. La cuarentena y la crisis fueron la excusa para seguir pagándolas, en muchos casos, como horas simples aun hoy cuando la producción de las fábricas que quedaron en pie creció por absorber a las que quebraron.
Por lo tanto, la decisión de las 5 horas de clase no responde a necesidades educativas, sino a las necesidades del gobierno de recuperar la iniciativa frente a Juntos por el Cambio a los ojos del capital y a estar en sintonía con este ataque anti obrero de aumentar la plusvalía en términos absolutos, e instalar la reforma laboral que pretende el FMI.
Si el gobierno está ´preocupado por la educación´, puede empezar por nombrar todos los cargos y construir las escuelas que faltan, las salas de música, de plástica, etcétera, y recomponer la situación social y económica de nuestros alumnos que hoy padecen un 50% de pobreza.
Entonces sí podemos empezar a hablar de una extensión de la jornada de clases (que por el bien de nuestros alumnos pequeños no puede empezar a las 7 de la mañana) con maestras que, de inicial, ganen un salario igual a la canasta familiar, hoy en 170 mil pesos, y que les permita prescindir del segundo cargo.