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El gobierno de Nicolás Maduro anunció que abrirá las empresas estatales venezolanas a la inversión extranjera. En esta primera etapa se pondría en oferta entre el 5 y el 10% total del valor de las petroleras, la telefónica y las petroquímicas, que pasarán a cotizar en la bolsa de Caracas.
Esta decisión no es repentina. Es un armado meticulosamente preparado, con colaboración directa de Rosneft, un pulpo petrolero de Rusia, asociado a capitales norteamericanos, todos eximidos de las sanciones de la Otan. Chevron ha sido el otro lobby de esta operación.
En palabras del propio Maduro “el lunes que viene, en las bolsas de valores de Venezuela, vamos a sacar a la venta entre el 5 y el 10% de las acciones de varias empresas públicas para la inversión nacional, fundamentalmente, o internacional” (Clarín, 13/05). La referencia a la "inversión nacional" es la migaja que el chavismo ha reservado a su dinero malhabido y a la burguesía que nació y se crió bajo el chavismo, al propósito de asociar a la “boliburguesía” desarrollada alrededor de las camarillas del poder chavista y el ejército. Las nacionalizaciones chavistas fueron pagadas, en su momento, a precio de oro, en especial a la norteamericana Verizon. Estados Unidos participa activamente en negociaciones para apropiarse del petróleo de la cuenca del Orinoco, en momentos en que la guerra mundial ha disparado los precios del petróleo y el gas. En Venezuela, yanquis y rusos han fumado la pipa de una paz provisoria y precaria.
Las empresas internacionales del gas y el petróleo de Venezuela ya se encuentran hace años operando bajo un sistema mixto público-privado con PDVSA. Mediante una empresa filial, Cofco, ahora con mayoría accionaria de Rosneft, Venezuela ha comercializado su petróleo en Estados Unidos, cuando Trump prohibió que los acreedores estadounidenses ejecutaran el embargo por el default de deuda de Venezuela.
El gobierno de Maduro apunta a colocar al conjunto de las empresas nacionalizadas a disposición del mejor postor. “Usted se podrá convertir en inversionista de CANTV (Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela), de Movilnet (Telefonía móvil), de la petroquímica, de todas las empresas mixtas del petróleo, de las empresas de gas, de las empresas de Guayana (sector minero, forestal, aluminio y servicios)” (Idem). Todo este enorme operativo de privatización es justificado por la necesidad inmediata de inversiones y tecnologías. La dolarización de facto de Venezuela se encuentra respaldada por esta entrega masiva del patrimonio del Estado. La dolarización ha contado con el asesoramiento de los economistas de otro "bolivariano de la Patria Grande", Rafael Correa -defensor acérrimo de la dolarización ecuatoriana. Esta evolución entreguista explica la oposición del mexicano López Obrador y del brasileño Messías Bolsonaro a que Venezuela sea excluida de la próxima Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en territorio norteamericano. El estatismo burgués se verifica una vez más como el intervalo entre dos privatizaciones. El chavismo ha superado al régimen ‘neoliberal’ que lo precedió, que había mantenido la nacionalización del PDVSA, ejecutada por el fallecido presidente Carlos Andrés Pérez, en 1970.