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Después del “Informe Político al Congreso del PO” -ver nuestra crítica -, la única contribución pública del aparato partidario al debate congresal es un artículo sobre “el crecimiento de Javier Milei”. La elección es reveladora: el eje del congreso no pasa por la lucha de clases ni por la crisis política excepcional que caracteriza la situación de Argentina desde principios de 2018, incluida la crisis inflacionaria que, apuntando al ciento por ciento anual, plantea un desafío histórico a los métodos de lucha de la clase obrera.
El eje del artículo acerca del “crecimiento de Javier Milei” pasa por una confrontación, digamos ideológica, con el disfraz libertario de una corriente con planteos fascistas. Jaiver Milei representa una mixtura entre el salvadoreño Nayib Bukele y el brasileño Messías Bolsonaro. El primero ha puesto en práctica la política de prescindir de un banco central, al dar curso legal al bitcoin en una economía dolarizada; el segundo, en vísperas de una sonora derrota electoral, dobla la apuesta de la lucha contra “el marxismo cultural” en colegios y universidades. Bukele invirtió centenares de millones de dólares del Tesoro salvadoreño en la compra de la cripto moneda cuando cotizaba en torno a los 60 mil dólares la unidad, por lo que ahora celebra la pérdida de la mitad de la ‘inversión’ efectuada con el dinero de los contribuyentes por medio, nada menos, que del Estado. El ‘Mito’, por su lado, como llaman sus partidarios al Messías, ha perdido su batalla ‘cultural’ incluso entre el capital financiero nacional e internacional.
El texto ‘congresal’ atribuye el ascenso del derechista en las encuestas a “una falta de iniciativa de la clase obrera”. Después de celebrar hace sólo medio año la conversión del FIT-U en “la tercera fuerza” nacional, el autor del artículo se desploma en el derrotismo. Si la caracterización fuera correcta, el artículo habría debido señalar qué “iniciativas” impulsó el FIT-U que la clase obrera hubiera rechazado. Pero, políticamente, la “tercera fuerza” se encuentra en estado vegetativo; ni siquiera ha ofrecido una perspectiva política al movimiento piquetero, que acaba de protagonizar una Marcha Federal. Lo mismo ocurre, aunque más grave, con la guerra que la OTAN quiere llevar hasta Moscú, que es apoyada por una mayoría de las organización de esa “tercera fuerza”. Milei, de su lado, no ha esperado a que “las masas tomen la iniciativa” para lanzar una campaña furiosa que responsabiliza al ‘bipartidismo’ tradicional por el agravamiento de la situación social. El artículo ‘congresal’ constituye, por tanto, una manipulación ideológica, para justificar ante los militantes el inmovilismo político propio – de la izquierda democratizante y del aparato del PO, y el fracaso de su perspectiva electoralista. Abre el paraguas por temor a que empiece a llover.
El artículo atribuye el ascenso de Milei a una “crisis de la derecha” y, particularmente, al fracaso del gobierno de Macri. Esta caracterización le rebaja los puntos a Milei, porque la guerra al interior del PRO y de “Juntos” es parte de una crisis de conjunto del régimen político, y de una división en la burguesía misma y en el imperialismo. El autor del ‘análisis’, Gabriel Solano, pasa enseguida a subirlo a Milei de categoría, porque dice que es parte de un “fenómeno internacional”, que solamente enuncia. El impresionismo del artículo revela el método provincialista, por no decir barrial, con el cual fue redactado el “Informe Político” al congreso. Bukele y Bolsonaro son ‘fenómenos’ en declinación, a igual título, aunque diferente, al del chileno Boric y el peruano Castillo. Lo que distingue al momento histórico actual no son esos episodios electorales, en gran parte ficticios, porque llegaron al gobierno sin caudal propio de votos sino en virtud del método de segunda vuelta o balotaje. El núcleo de la situación actual son los virajes violentos en la situación política, en la burguesía y en las masas. No podría ser de otro modo cuando se entrelazan una cadena de defaults -públicos y privados- una pandemia que asume formas más complejas, y una guerra mundial. Encapsular esta catástrofe capitalista en un francotirador proto fascista, es un abuso del simplismo. Convertirlo en el chivo expiatorio para justificar un retroceso del FIT-U en las encuestas, es un abuso de necedad.
Cuando Solano advierte la necesidad de referirse a “una crisis de conjunto”, plagia los planteos de Milei. Es así que denuncia el estatismo kirchnerista como la “treta de una casta política enquistada en ese Estado en beneficio propio. “Estado presente” son más impuestos, más corruptela, más medidas intervencionistas que en muchos casos (sic) desorganizan más el proceso económico”.
Cualquiera reconoce en la cita el lenguaje de Milei. Cuando Milei no asomaba en los sondeos, era Solano quien exigía que el Estado ‘desacople’ los precios internos de los internacionales mediante impuestos a la exportación. Solano denuncia la desorganización del proceso económico, por definición capitalista, por parte del Estado, pero no hace lo mismo con la desorganización del Estado por el colapso mundial del proceso económico capitalista. La crisis sin salida de los regímenes políticos presentes y la desorganización y derrumbes de los estados, son dos grandes premisas de un período revolucionario. Si Solano hubiera tenido esta apreciación en su pantalla política, habría cambiado todo el eje del congreso del aparato del PO.
A partir de esta recepción del lenguaje de Milei, Solano la emprende contra su “tercera fuerza”. "La izquierda, dice, que nunca (¿?) ha podido desarrollar una crítica histórica al nacionalismo burgués (peronismo) y que confunde socialismo con estatismo, tiende a adoptar la defensa del “Estado presente” en oposición a los libertarios”. Esta denuncia deja en claro que Solano entiende menos aún que lo que llama la izquierda, de qué se trata la crítica al estatismo burgués. ¡Es que siempre hemos defendido ese estatismo, desde una posición revolucionaria “en oposición a los libertarios”! Lo hemos hecho contra las dictaduras y lo volvimos a hacer contra Menem, los dos principales acontecimientos privatizadores, o sea libertarios en Argentina. Solano coloca en un mismo plano las estatizaciones con las privatizaciones, olvidando, si es que conoce, las resoluciones de los cuatro primeros congresos de la III° Internacional y los escritos de Trotsky, en México, acerca de la política de la clase obrera ante las propiedades nacionalizadas.
Solano suplanta esta diferenciación que recorre una larga etapa de la historia latinoamericana, por la adhesión al planteo de Milei. “Semejante hecho (el estatismo en oposición a la privatización libertaria) no solo implica, dice, una confusión programática de fondo, sino que es una torpeza política que favorece que la fuerza de Milei canalice el descontento de la población ante el fracaso del nacionalismo burgués en el poder”. El legislador del FIT-U no podría ser más claro: ante el ataque libertario al estatismo sumemos nuestro propio ataque – hagamos un frente en los hechos con el anti-estatismo libertario. Solano no advierte siquiera que escupe hacia arriba, ya que el programa del FIT-U, que solamente fue criticado por el PO (Tendencia), es un listado de estatizaciones burguesas para todos los gustos. No es casual que, desde que Solano comenzó con estas divagaciones por Twitter, hace año y medio, se lo comenzara a llamar “liberal-trotskista”.
En línea con esta mimetización a Milei, Solano no vacila en convocar a “ponerse a la cabeza de la lucha contra ese nacionalismo y no quedarse pegado a él cuando crece el repudio de la población a esta nueva experiencia fallida”. Este párrafo es un compendio de falsedades significativas. En primer lugar porque no es cierto que la población (sic) se oponga al estatismo o reclame la privatización de las empresas estatales. La oposición de la clase obrera es a la explotación capitalista – desvalorización de salarios y jubilaciones, precariedad laboral, desocupación en masa. Una lucha reivindicativa consistiría en reclamar al Estado, con los métodos de la lucha de clases, que intervenga para satisfacer esos reclamos. Solano llama a ponerse a la cabeza de la lucha que hoy ya encabeza Milei. Ya en los años 2018/9 el aparato del PO se oponía a la consigna Fuera Macri porque favorecía, decía, electoralmente, al kirchnerismo. Ahora pretende repetir esta operación pero de un modo más derechista – sumándose a la campaña anti-estatista de Milei. Lo que corresponde, por el contrario, es desarrollar una lucha contra el gobierno, el kirchnerismo y Milei, en nombre del control obrero de las empresas capitalistas y la estatización de los monopolios capitalistas, bajo el control de los trabajadores. La lucha contra el estatismo, en las actuales condiciones, no es renunciar a las estatizaciones revolucionarias, sino encararlas desde la independencia de clase, o sea desde el llamado a congresos obreros, consejos obreros, coordinadoras obreras. La abolición del Estado, de nuevo, en las actuales condiciones, es desarrollar el poder de la clase obrera sobre una base asamblearia y movilizadora.
La competencia con el libertarianismo en torno al antiestatismo es una monumental contribución a la confusión política. Para el socialismo, la desaparición del Estado debe ser precedida por otro Estado, el de la mayoría explotada contra los explotadores, basada en el poder de las bases. En esta línea, cuando Milei aún no merodeaba el barrio, en 2013, el FIT aprobó un Manifiesto (escrito por Altamira) a favor de nacionalizaciones impuestas por la lucha de clases de los trabajadores (incluida la abolición de la deuda externa), que debía apuntar al gobierno de los trabajadores y al estado obrero.
Al estado capitalista, los socialistas no oponemos, como sí lo hace el anarquismo, la disolución inmediata del Estado sino un estado sobre bases históricas superadoras. Ella, sin embargo, inicia la extinción de las formas estatales, por tratarse de la primera forma histórica de organización estatal de la mayoría explotada sobre la minoría explotadora. Pero lejos de un Estado ‘débil’ se trata de un estado que infringe todos los derechos de propiedad establecidos, o sea por medios autoritarios y dictatoriales. El ‘discurso’ libertario de Solano ataca el meollo de la política socialista, que es, antes que todo, no una política legalista sino una política revolucionaria.
Estamos ante un fraude político y frente a una descomunal impostura. El aparato del PO, el FIT-U y el Nuevo MAS son fanáticos del desdoblamiento de precios internos e internacionales y la “soberanía alimentaria” -las banderas de la burguesía industrial y del kirchnerismo- y el control de precios y el etiquetado frontal. Se han convertido en los “verdaderos” defensores de la “mesa de los argentinos”. Ahora, Solano descubre que “la izquierda nunca ha podido desarrollar una crítica al nacionalismo burgués”.
La nota sobre Milei ha sido escrita algunos meses después de que el FITU se proclamara “tercera fuerza”. Solano retorna con esa autoproclamación, cuando, citando al periodista Pagni, señala la existencia de “una crisis del centro político que fuga por derecha y por izquierda”, aunque la fuga por derecha, dice, resulta mucho más intensa. Atribuye ese descalce a que Milei se nutre de “sectores disconformes de las clases medias”. Pero la Izquierda, (que) se apoya en la clase trabajadora (…) está lejos de tener la iniciativa política; es más, por el momento tampoco la tiene en la lucha económica o reivindicativa”.
Estamos ante un sincerisidio vacío. Porque: ¿quién tiene esa iniciativa? Cuando se produjeron las expulsiones en el PO, el aparato decía sin rubor que la tenía la burguesía. Ahora, sería una ‘torpeza’ decir lo mismo. Lo muestra como nada la guerra en desarrollo, donde el Pentágono quiere llegar a Moscú e instalar a la OTAN en la frontera de China; Alemania, Italia y Francia discuten un acuerdo de paz durante una hora y media con Putin: Kissinger convoca a la OTAN a dar un paso atrás en la guerra; los monopolios europeos han accedido a pagar sus importaciones en rublos – y el directorio de YPF, subordinado a la ‘moscovita’ CFK, decide el boicot a la compra de petróleo ruso, que podría pagar con un generoso descuento. Las huelgas, las manifestaciones y las rebeliones continúan por todo el globo.
El mundo capitalista se encuentra en una situación transitoria catastrófica. El FIT-U nunca tuvo la iniciativa en toda su historia, si se entienda como tal dominar la agenda de las masas. Esto ocurre sólo en situaciones absolutamente excepcionales. De lo que se trata es de otra cosa – de cuál es la iniciativa del FIT-U en esta transición catastrófica. En este punto, Solano responde: arrebatarle la agenda a Milei.
Para Solano no se puede “ir más lejos de lo que avanza la organización política”. La iniciativa de las masas no puede ser alentada por una agitación política socialista, un programa de reivindicaciones esenciales, ni por un método que las encadene – la iniciativa debe venir de afuera de los partidos de izquierda, que se encargarán de aprovecharla cuando aparezca. Tenemos una encerrona de factura propia. Lo que se necesita para una “iniciativa política” es un programa y una campaña de agitación, no plagiar el discurso libertario de Milei. Solano esconde, sin embargo, en sus meditaciones sin salida, algo esencial, que es la crisis terminal del FIT-U. Cualquier iniciativa política seria choca con el FIT-U y sus contradicciones de aparatos, políticas y estratégicas. En este sentido, la guerra imperialista que enfrenta a la OTAN contra la oligarquía de Rusia, ha vuelto a poner sobre la mesa posiciones contrarrevolucionarias – las que impulsan una victoria de la OTAN. El FIT-U se encuentra auto bloqueado, porque cualquier iniciativa real de lucha dejaría al desnudo un desentendimiento irrevocable. El FIT-U ha construido su propio grillete. Este asunto fundamental no figura en la agenda del congreso, donde abundan las diatribas del aparato contra sus rivales.
Solano se felicita por haber combatido “a tiempo” a Milei, “una decisión correcta y seria”. El desvarío, como hemos demostrado hasta aquí, suena a una autodefensa dentro del aparato. A poco de andar, sin embargo, del ‘combate a tiempo’ al ninguneo de Milei, o sea que el ‘combate’ fue a destiempo. “Todas las encuestas coinciden –dice- en que los votos que obtendría en una elección provienen mayormente de Cambiemos”. El tamaño de la torta de la derecha no cambia, sólo el de las porciones - está lejos de ser él mismo una alternativa de poder para la clase capitalista”. En definitiva, después de tanta sanata acerca de que Milei canaliza el descontento de la población con el estatismo, no queda nada. Conclusión: el año que viene podemos ser de nuevo ‘tercera fuerza’ por ausencia de otras opciones.
La única contribución pública del aparato a su congreso se destaca por un diletantismo insuperable. No se trata de un defecto autóctono: la adaptación de la ‘extrema’ izquierda al régimen capitalista y a sus instituciones es una tendencia internacional de largas décadas. El Partido Obrero había demostrado su capacidad de crecer y penetrar en las masas a contracorriente de este adaptacionismo. Desde hace un tiempo se ha subido a este carro, con expulsiones sumarias añadidas. La contribución de Solano es un testimonio de esta bancarrota.