Sri Lanka, de las rebeliones populares a la revolución política
Escribe Sergio Escalas
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El sábado 9 de julio en Sri Lanka miles de manifestantes tomaron el palacio presidencial en la capital del país, Colombo, mientras que otro grupo numeroso entró en la residencia privada del primer ministro, Ranil Wickramasinghe, y le prendieron fuego. Estos hechos produjeron que el presidente Gotabaya Rajapaksa huyera y anunciara su renuncia.
La tensión social en la isla aumentó, a finales de marzo, cuando las autoridades impusieron cortes de luz de más de 13 horas, lo que llevó a la población a salir a las calles para pedir la dimisión del ejecutivo.
El presidente pretendía salir de la crisis que asola al país mediante un acuerdo de rescate con el FMI, pero los niveles desenfrenados de inflación, la escasez desde hace meses de combustible, medicinas e incluso comida, generaron una situación que no ha hecho sino empeorar. La severa crisis que atraviesa Sri Lanka se agravó con su creciente endeudamiento, destinado a paliar años de déficits presupuestarios y comerciales. Sri Lanka tiene a China como principal prestamista bilateral del gobierno, con al menos el 10% de la deuda. China financió grandes obras de infraestructura (un aeropuerto internacional, un puerto, entre otros), pero el gobierno no puede sostener ni sus gastos de manutención. Por caso, el puerto en aguas profundas de Hambantota situado en la vía marítima Este-Oeste más utilizada del mundo, que tenía el objetivo de incrementar la actividad industrial, pero registró pérdidas de 300 millones de dólares en seis años. Finalmente, el país se vio obligado a cederlo a una empresa china por 99 años. Un fuerte competidor de China por los mercados de Sri Lanka es la India, siendo el país que más contribuye a la llegada de turistas al país, representando casi el 29% de los visitantes que arribaron a la isla el pasado año.
Las tendencias revolucionarias que estallaron en Sri Lanka son otra consecuencia directa del efecto directo generado por la guerra imperialista.
La revolución en Sri Lanka se liga a las rebeliones populares que suceden en Latinoamérica y en el mundo.
