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Italia enfrenta las elecciones generales para todos los escaños parlamentarios tras la decisión del presidente Sergio Mattarella de disolver ambas cámaras luego de la caída del Primer Ministro Mario Draghi. Esta convocatoria a elecciones fue rechazada, en primera instancia, por todos los partidos salvo por los “Fratelli d'Italia” (Hermanos de Italia), un partido de extrema derecha dirigido por Giorgia Meloni.
La caída del banquero Draghi debe ser vista en una doble matriz: por un lado, asociada al alza inflacionaria así como la recesión económica -que se ha disparado desde la disolución del gobierno- y, por el otro, como una crisis dentro del principal partido de gobierno, el Movimiento 5 Estrellas (M5S).
En el plano económico, Draghi había llegado a Premier tras el fracaso del gobierno de coalición inaugurado en 2018 por el propio M5S y la Lega de Salvati. El principal eje del gobierno de Draghi era lograr un equilibrio en los gastos estatales, es decir, un ajuste feroz. Italia, que es la tercera economía de Europa, presenta un endeudamiento a niveles “griegos”, por encima del 150% del PBI. Esto nunca se ha resuelto, incluso se ha agravado en el marco de la pandemia y los lockdowns. Todo este contexto explosivo fue detonado por la guerra imperialista. Italia enfrenta un alza sin precedentes en las tarifas de gas y electricidad. Draghi, al igual que Boris Johnson, era reacio al envío de ayudas económicas a las familias.
El Banco Central Europeo (BCE) había anunciado que continuaría comprando deuda pública de Italia, España y Portugal - como lo había realizado durante 2020 y 2021 - para evitar un escenario de quiebres masivos. Lo cierto es que la tendencia decreciente ha retornado a los bonos italianos, que si no han descendido a niveles de default es porque son absorbidos por el BCE - algo similar a lo que sucede en la Argentina con los títulos nacionales. Esta situación es completamente irregular, puesto que obliga al BCE a emitir billetes para lograr absorber los bonos que circulan promoviendo una devaluación más feroz del Euro, con resultados explosivos para todas las monedas del mundo, empezando por la libra esterlina y el dólar.
Según la prensa, Draghi había logrado gobernar 18 meses el país con “estabilidad” gracias a una unidad nacional que involucró a todos los partidos a salvedad de Meloni. Esto había permitido sortear los quórums necesarios para aprobar todas las medidas de gobierno. La fractura del M5S no había colocado esta mayoría numérica en crisis, pero ha hecho que diversos partidos, como la Lega o Forza Italia del ex primer ministro Silvio Berlusconi, se sumaran al pedido de Meloni de convocatoria a elecciones anticipadas, lo que finalmente ha ocurrido.
Las elecciones han deparado un interesante panorama en favor del tridente derechista Meloni-Berlusconi-Salvini, quienes en conjunto alcanzarían el 45% de los votos. Sin embargo, la gran protagonista es Meloni en soledad, que concentra una expectativa de votos cercana al 25% siendo la primera fuerza del país. Es secundada por el Partido Democrático - del presidente Mattarella - y en tercer lugar figura una desgastada Lega con el 14% de los votos. El M5S orilla un 11% de los votos. Berlusconi, por su parte, alcanza un humilde 7%. Se espera que la abstención sea récord, superando el 30%.
El M5S, que obtuvo el 33% en las elecciones generales del 2018, se ha convertido rápidamente en una sombra. Esta formación había surgido como una respuesta “antisistema” a los partidos tradicionales en el marco de la crisis mundial. El M5S, fundado por el actor Beppe Grillo en 2009, había prometido a sus votantes no formar gobierno de coalición, en rechazo a la casta política. Finalmente, al obtener la mayoría tranzó un gobierno de coalición. Primero con los derechistas de Salvati y tras el fracaso de este, con la casta del Partido Democrático.
La ruptura entre Di Maio y Conte se da en el marco de esta conversión a la “casta” que comenzaron denunciando ambos ante sus electores. Di Maio es un defensor acérrimo de la guerra de la OTAN contra Rusia hasta sus últimas consecuencias. Mientras que Conte se ve más preocupado por enviar algunos cheques a las familias para no perder votantes y se muestra algo más escéptico sobre la guerra. Di Maio se ha quedado con la “casta” y ha roto con Conte, que no ha logrado entusiasmar a nadie con su recurso refritado.
Esa “rebeldía” al sistema fue aprovechada por Meloni en su rechazo a integrar el gobierno de Draghi. A medida que el gobierno se derrumbaba las encuestas fueron sumando puntos a los Hermanos de Italia.
El tridente Meloni-Salvati-Berlusconi se encuentra atravesado por una fuerte disputa interna por el liderazgo. Esta coalición podría obtener una mayoría absoluta en ambas cámaras, lo que habilitaría la votación de reformas constitucionales de manera directa y la posibilidad de concentrar poderes extraordinarios en el Primer Ministro. El acuerdo de estos partidos es que será primer ministro quien obtenga más votos, lo que llevaría a Meloni a ese lugar. Por esta razón, Salvati se ha convertido en los últimos días en el mayor rival de su futura socia de gobierno. En concreto, la ha acusado de no contar con un plan para hacer frente a la crisis energética. Lo curioso es que Salvati tampoco lo tiene.
Por otro lado, Salvati se encuentra realizando serios cuestionamientos a la guerra de la OTAN señalando que las consecuencias han sido más graves para Occidente que para Rusia. En la otra vereda, Berlusconi y Meloni han defendido el desarrollo de la guerra.
Tanto Salvati como Meloni se reclaman soberanistas italianos y han señalado varias veces que Italia no debe arrodillarse ante Europa. Berlusconi se muestra más equidistante ante estos dichos puesto que ha sido Europa, con préstamos cercanos a 200 mil millones de euros a tasas especiales, la que ha evitado que Italia se desplome.
Como se ve, las votaciones del 25 de septiembre no avizoran ninguna solución a la crisis de gobierno en Italia. Las huelgas contra la carestía ocasionada por la guerra comienzan a hacerse sentir, hace solo días los aeropuertos de todo el país se vieron paralizados por una enorme huelga de los trabajadores portuarios, mediante una convocatoria conjunta de distintos gremios del sector.