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La inflación récord en Europa ha desatado grandes huelgas y movilizaciones en todo el continente. En ese camino se encuentran los trabajadores de las refinerías en Francia.
Los trabajadores de las empresas ExxonMobil y Total Energies reclaman un incremento salarial de un 10% (7% por la inflación y 3% por el reparto de los beneficios) y un bono de 6.000 euros. Los obreros alegan que las refinerías han hecho ganancias fabulosas: se calcula un beneficio neto de más de 10.000 millones de euros durante el primer semestre, debido al aumento de precio de los combustibles que produjo la guerra imperialista en Ucrania. Las patronales ofrecen un 7% de aumento y un bono de entre 3.000 y 6.000 euros, la oferta fue rechazada por la CGT, pero aceptada por los sindicatos CFDT y CFE-CGC. A raíz de la medida de fuerza un 44% de las gasolineras no tienen combustible; en regiones del norte y en París, el faltante alcanza más del 50%.
La lucha de los petroquímicos despertó la simpatía de grandes sectores obreros de Francia. Los ferroviarios anunciaron una huelga en solidaridad, también los trabajadores del transporte de París y los empleados públicos. La CGT y otras centrales sindicales convocaron a una huelga el 18 de octubre. A medida que pasan los días, la burocracia estatal teme que esta lucha se convierta en una huelga general.
El gobierno imperialista francés ha respondido con la persecución contra los trabajadores. La primera ministra, Elisabeth Borne, ha ordenado a las fuerzas armadas que pongan en marcha la “requisa de personal” con fin de hacer funcionar las refinerías y no ahondar más el desabastecimiento de combustible. Esta medida obliga al personal a trabajar bajo amenaza de sanciones penales. Dos refinerías fueron puestas en marcha a punta de pistola por el gobierno. Borne catalogó la medida como “indispensable” para "desbloquear la situación" y no descarta que se extienda al resto de las refinerías.
Por otro lado, el gobierno decidió incrementar las importaciones de combustibles. A principios de octubre, Total decidió importar combustible de Kuwait. Pero Macron, mientras le hace la guerra y apoya las sanciones, también aumentó la importaciones de gas ruso – del 17% de las importaciones pasó al 40% en la primera semana de octubre. El gobierno de Macron se muestra decidido a ir por todos los medios para romper la huelga.
Sin embargo, en el plano político, Macron está muy debilitado, presionado por la extrema derecha liderada por Marine Le Pen, que le acusa de haber llegado tarde a esta crisis. Ante la crisis política que está generando los choques por el presupuesto 2023 y la huelga de las refinerías, algunos medios ya se preguntan si no será éste el final de Macron.