Escribe Lucía Guevara
Salas de internación, terapias y quirófanos en jaque por el paro por tiempo indeterminado
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La huelga de residentes y concurrentes se está haciendo sentir en el corazón de los hospitales porteños. A través de un comunicado, la filial de Médicos Municipales del Hospital Gutiérrez expresó que “debido a las características de la organización interna hospitalaria (sic, léase la falta de personal de planta que es sustituido por el trabajo precario de residencias y concurrencias) las guardias en las de Clínica y Cirugía (…) evidencian una crisis”.
Frente a esta circunstancia, la filial denuncia que “la Dirección del hospital decidió unilateralmente la extensión del horario hasta las 16 hs de médicos de planta y jefes”. En los hospitales porteños, el personal de planta suele cubrir el funcionamiento de los servicios hasta el mediodía. La tarde y la noche quedan a cargo de las residencias y concurrencias, que por supuesto también trabajan durante la mañana.
Esta cobertura de guardias de 24, 36 y hasta 48 horas no es remunerada, ya que se considera “parte de los programas de estudio”. Al tratarse de una formación en servicio, es claro que estas prácticas constituyen una carga laboral. Lo evidente se transforma en obvio, ahora que el gobierno y los directores de los hospitales salieron a contratar exresidentes y hasta residentes de los últimos años para cubrir esas guardias. No solo ofrecen pagarlas, sino que lo hacen hasta por el doble del valor que una guardia normal.
Esta especie de sobornos y otras medidas desesperadas no están alcanzando sin embargo para cubrir el inmenso agujero que deja la huelga. “Todas las áreas de internación y la Guardia están sobrecargadas y desbordadas dado que no se consigue el número de suplentes necesario para las salas, poniendo en riesgo la calidad de la atención y causando el agotamiento de los médicos asistentes”, continúa el comunicado del Gutiérrez.
La filial, alineada con la lista pejoto-kirchnerista de Rojo, manifiesta el apoyo a la lucha de residentes y hoy participó de un abrazo conjunto al hospital. Sin embargo, se lamenta de que la última oferta de 197.000 pesos en bruto (aproximadamente 160.000 en mano) “tampoco fue aceptada por la Asamblea”. ¿Quién podría aceptar un salario 90.000 pesos por detrás de la canasta familiar? Sólo Rojo lo sabe…
Frente a la crisis que jaquea al hospital y recarga las tareas de todos los profesionales de planta, la filial sugiere “constatar por escrito las situaciones (…) para solicitar un recurso de amparo ante el GCABA”. En lugar de apelar al paro, para resolver el conflicto volcando en contra del gobierno todo el peso de los trabajadores de la salud, el sindicato le patea la pelota a la Justicia.
Muchos compañeros y compañeras se preguntan, lógicamente, cómo puede ser que las direcciones sindicales sean tan ajenas al reclamo salarial. “¿Cómo no se dan cuenta?”. Añón, el presidente de Federación de Profesionales, explicitó estas inquietudes cuando en una reunión con residentes y concurrentes preguntó si ellos creían que él se beneficiaba acordando salarios a la baja para sus representados.
La realidad es que sí. La burocracia sindical que dirige los sindicatos de salud está entrelazada por múltiples vínculos con el gran capital que regentea el mercado sanitario. Ella misma se ha convertido en comisionista, como ocurre con el manejo de las obras sociales, que funcionan como pantalla para el desvío de fondos a prepagas, laboratorios y clínicas privadas. La burocracia es la policía de la caída de los salarios en la salud pública. Realiza esta custodia al servicio de las patronales médicas, ya que el salario del hospital público funciona como una medida que condiciona a todo el sistema.
No es, entonces, solo que “no lucha”. La burocracia está asociada a un interés social antagónico al movimiento de trabajadores que defiende sus derechos y la salud pública. Es lo que quedó en evidencia cuando tanto Quirós como Rojo y Añón rechazaron abordar los reclamos de las concurrencias: todos habían pactado su cierre para favorecer el negocio de los posgrados arancelados, que tiene como protagonistas a sus camarillas amigas de la UBA e institutos privados.
La primavera de residentes y concurrentes no solo ha puesto en jaque al sistema de salud. También clarificó quién es quién y para quiénes juegan los que se dicen representantes de los trabajadores. La virtud del movimiento consistió en alejarse del planteo estéril de “exigirle un paro a la burocracia”, donde cae renuentemente la izquierda asociada al FIT-U, y decidir pasar a la acción. El problema de la autoconvocatoria se deriva de esta posición social que ocupa la burocracia.
La determinación del movimiento de apostar a una jornada de asambleas y cortes por hospitales, como ocurrió el día de hoy, fue una apuesta consciente a ganar profundidad para seguir expandiendo la lucha. Mañana será la oportunidad para confluir con el Garrahan y los residentes de los hospitales nacionales. Hagamos que florezcan las autoconvocatorias de residentes, concurrentes, profesionales de planta y usuarios en todos los hospitales y centros de salud. Llevemos esta primavera a la victoria.