La teocracia de Irán condena a muerte al futbolista Amir Nasr-Azadani

Escribe Joaquín Antúnez

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En las últimas semanas ha trascendido en la prensa internacional la sentencia que condena a muerte al futbolista Amir Nasr-Azadani. Amir acaba de retornar a su país tras representar a la selección mayor de fútbol en el Mundial de Qatar. Amir fue uno de los más declarados defensores de las movilizaciones en su país.

El delito por el cual se acusa al futbolista es llamado ‘moharebeh’ (‘enemistad con Dios’). La pena prevista es la ejecución mediante la horca. Esta condena fue aplicada contra Mohsen Shekari y Majid Reza Rahnavard, en este último caso ahorcado en público en la ciudad santa de Mashad. Los ejecutados fueron sometidos a juicios sumarios. Al menos doce personas más podrían correr la misma suerte en los próximos días (www.elmundo.es, 12/12), además de Amir.

La familia del joven Amir fue amenazada para que guarde silencio; la noticia, sin embargo, ha trascendido. El sindicato intermnacional de jugadores de fútbol, el FIFPRO, ha solicitado “la eliminación inmediata de su castigo”. De sus compañeros de equipo ya se ha pronunciado el arquero Alireza Beiranvand, que exigió en su cuenta de Instagram que la pena sea revocada.

La selección nacional de Irán se había expresado de diversas maneras contra las represalias y en favor de la rebelión popular que se desarrolla en su país. En su debut mundialista, eligió no entonar el himno nacional como protesta. El gobierno iraní, según habían informado medios periodísticos, había reaccionado con amenazas a los familiares de dichos jugadores, con el encarcelamiento e incluso la muerte.

La Justicia de Irán ha notificado 11 ejecuciones relacionadas con las movilizaciones y protestas, un intento de frenar la organización popular con muertes ejemplificadoras.

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