Tiempo de lectura: 3 minutos
El régimen de los clérigos musulmanes tiene por lo menos a 12 jóvenes en el pabellón de la muerte. Los ha condenado después de torturarlos, en juicios sumarios, a puertas cerradas, sin derecho a la defensa por participar de las enormes movilizaciones -y huelgas- que sacuden a Irán desde septiembre, cuando la Policía Moral asesinó a una joven kurda por no llevar bien puesto el pañuelo. Las familias han sido amenazadas e incluso obligadas a aparecer en televisión acusando a sus propios hijos para salvar la vida de los otros hijos.
Las redes se han llenado de las fotos de uno de los condenados, el futbolista profesional Amir Nasr-Azadani, una estrella del fútbol iraní. En la tarde del viernes, una flyer de Política Obrera que explica brevemente la situación y llama a acudir a la embajada iraní el martes a las 15 alcanzó una difusión inédita. Otras organizaciones están discutiendo sumarse a la actividad que ofrecerá el micrófono abierto.
Amir Nasr-Azadani protestó contra la represión ejercida contra las mujeres iraníes y entonces el régimen de Teherán respondió que debía morir por su “enemistad con Dios”.
La defensa del defensor del club Iranjavan depende totalmente de lo que hagan los pueblos. “La FIFA y Qatar no jugarán su influencia global para evitar que Irán ejecute al futbolista condenado a muerte por defender los derechos humanos” (Infobae, 17/12). Por el contrario, estrellas del fútbol mundial han pedido clemencia y una petición en change superó en unas horas el millón de firmas.
La Federación Internacional que agrupa a los futbolistas profesionales (FIPRO) reclama la anulación de la sentencia: “FIFPRO está conmocionada y asqueada por las informaciones de que el futbolista profesional Amir Nasr-Azadani se enfrenta a la ejecución en Irán después de hacer campaña por los derechos de las mujeres y las libertades básicas en su país. Nos solidarizamos con Amir y pedimos la eliminación inmediata de su castigo“. Es insuficiente. Un paro de algunos minutos de las dos selecciones el domingo sería un golpe formidable. En las redes arrecia el reclamo de que los finalistas tengan un gesto poderoso hacia su compañero.
Redoblemos los esfuerzos este fin de semana para frenar los asesinatos. Ya ahorcaron a dos de los condenados. El lunes, después del llamado a la oración del amanecer, Majid Reza Rahnavard, de 23 años, que trabajaba en una frutería, fue ahorcado en público en Mashhad. Las fotos de los medios estatales mostraban a una multitud mirando su cuerpo colgado de una grúa con un saco cubriendo su cabeza. El tiempo transcurrido entre el arresto y su ejecución fue menor a un mes. Cuatro días antes, Mohsen Shekari, un joven de 23 años que trabajaba en una cafetería en Teherán, fue ejecutado. Lo acusaban de bloquear un camino y que en esa manifestación alguien apuñaló a un miembro de la milicia Basij.
Los ahorcamientos públicos han sacudido a Irán y provocado una furia generalizada “que corre el riesgo de alimentar aún más los disturbios en lugar de contenerlos” (NYT 15/12). Ambas ejecuciones generaron protestas callejeras inmediatas y masivas en los vecindarios donde vivían los dos hombres. Los manifestantes coreaban “con cada muerto se levantarán mil” y “los que están sentados, ustedes serán los siguientes”, según videos publicados en las redes sociales.
El lunes, en varios campus universitarios, los estudiantes velaron por Shekari y Rahnavard, colgando sus fotos en las paredes junto a pétalos de rosas y velas. Un letrero decía, “la sangre de la juventud de nuestra nación” junto a huellas de manos rojas, mostraron videos.
Los ayatolas han fracaso en sembrar el terror. Uno de los delatores de un tercer condenado, un miembro de las fuerzas de seguridad, llorando a los gritos ante las cámaras de televisión se retractó y pidió clemencia para su acusado.
La furia por abajo se combina con resquebrajamientos por arriba. Algunas figuras importantes dentro de la estructura clerical de Irán cuestionaron la validez religiosa de las sentencias de muerte. Las ejecuciones incluso parecieron sacudir partes del establecimiento clerical del país. “Un destacado colectivo de eruditos y clérigos de alto nivel de las escuelas teológicas de la ciudad de Qom emitió un comunicado en el que condenaba las ejecuciones bajo la acusación de que los dos hombres ahorcados eran "moharebe", enemigos de Dios” (ídem). Los clérigos criticaron el ritmo acelerado de los juicios y dijeron que los cargos y el castigo no eran proporcionales a los delitos. Pidieron al poder judicial que detenga las ejecuciones.
El jefe del poder judicial clerical, Gholam-Hossein Mohseni-Eje'i, ratificó su propia autoridad para decidir quién es un enemigo de Dios. Y el viceministro del Interior, Majid Mirahmadi, dijo que la indignación internacional y de los medios en torno a la ejecución de los manifestantes no tendría ningún efecto en las decisiones de los funcionarios judiciales.
Una campaña internacional puede salvar la vida de los condenados.
¡Basta de pena de muerte! ¡Abajo el régimen de los ayatolas!