Lucha de masas y campaña imperialista en Irán

Escribe Javiera Sarraz

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Ya son 36 los presos que, en estas horas, corren peligro inminente de ser ejecutados, según la Organización de Derechos Humanos de Irán. Hasta ahora, se concretaron dos ejecuciones, las de Majidreza Rahnavard y Mohsen Shekari. Todos por cargos judiciales de levantamiento contra el gobierno y subversión pública. Este es el carácter contrarrevolucionario detrás de las llamadas sentencias de “enemistad con dios” y “corrupción de la tierra” para el sensacionalismo occidental.

La mayoría de ellos pertenecen a Sistán y Baluchistán, donde recientemente los obreros del oro ocuparon las minas de Engirak por sus derechos salariales y el empobrecimiento de la población. Le siguen en la lista de presos políticos las provincias de Azerbaiyán occidental, el Kurdistán iraní y Teherán.

Las ejecuciones recientes han sido llevadas adelante en un contexto de luchas obreras y callejeras que ya entran en su cuarto mes. Recientemente, los obreros petroleros organizaron una huelga general de tres días, a la que se sumaron los petroquímicos de Sanandaj Petrochimical; los farmacéuticos de Daroogar; los obreros de Sapahan Cement; los conductores del transporte público de la combativa ciudad de Mashhad; y miles de obreros de Isfahan Steel Company. También los de trabajadores de comercio, mujeres, estudiantes y pobladores se sumaron al llamado de huelga. Aunque producto del cerco comunicacional y la falta de conectividad de la población no hay cifras exactas de la magnitud de la huelga, se estima que, aunque de manera desigual, se extendió por todo el país.

Luego de esta huelga el gremio petrolero continuó con las acciones de lucha paralizando la producción en las ciudades de Ahvaz; Asaluyeh; Gachsaran, Mahshahr; Tan Bijar; y Khark. Los reclamos incluyeron el fin al techo salarial; aumento de salarios de acuerdo a la inflación; fin a los impuestos al salario; más cobertura médica y fin a la persecución sindical.

Además, se han manifestado abiertamente en contra de los recortes de la burguesía petrolera sancionada por EEUU. Los obreros del petróleo fueron el primer gremio en manifestarse a favor de las reivindicaciones de las mujeres y estudiantes.

También los aumentos de los contagios de Covid han sido propósito de descontento de la población, puesto que el régimen no ha llevado adelante una política de vacunación correcta, por lo que ha aumentado la tasa de mortalidad en las áreas de problemas respiratorios de los hospitales.

Las luchas obreras y callejeras del pueblo iraní han acentuado los conflictos al interior del régimen de los ayatollah y el gobierno de Ebrahim Raisi. Esta crisis se ha expresado en torno a la política sobre ‘Policía de la Moral’. La disolución de estos destacamentos no ha sido oficial, aunque su presencia en las calles ha disminuido, especialmente en las provincias más movilizadas. El ayatollah Maulvi Addulahavid, clérigo de las provincias de Sistán y Baluchistan, ha criticado a la policía.

Maulvi ha sabido acomodarse a la crisis de régimen de los últimos años. Durante el último mes llamó la atención al líder de la teocracia, Alí Jamenei, señalando que no se puede ser violento con los manifestantes y con las mujeres que no usen la hiyab porque ‘producen efectos contrarios’, es decir, subversivos. También ha señalado que la crisis de poder no podrá tener salida sin atender a los reclamos relacionados con la desigualdad social y la discriminación de las minorías como la kurda. Durante su último sermón religioso alertó que ‘lo más preocupante de la ingobernabilidad es que no son estadounidenses o israelíes lo que mantienen al país en rebelión, sino que son los propios iraníes’. Por ello, ha llamado a liberar a los presos políticos y suspender las ejecuciones en curso.

Al interior de Irán, este nuevo opositor demócrata de los ayatollahs está mediando en favor del presidente Raisi que se encuentra fuertemente cuestionado por la oposición más conservadora y afín a Jamenei. Maulvi se codea con la burguesía iraní que espera ser desatada de las sanciones económicas internacionales. El clérigo se ha vuelto popular también entre la pequeña burguesía iraní que buscan un acercamiento al imperialismo.

El imperialismo

El imperialismo ha llevado adelante una campaña internacional en torno a las protestas iraníes. Los sectores menos vivaces reclaman que no se han respetado los debidos proceso judiciales contra los presos que van camino a la horca. Pero la campaña que ha desarrollado la OTAN a través de la ONU ha sido mucho más inteligente.

El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, se reunió durante este mes con las familias de los presos políticos iraníes. En la posterior conferencia de prensa, expresó que EEUU se encuentra preocupado por las violaciones a los DDHH contra los manifestantes, y especialmente contra los abusos sexuales contra las mujeres detenidas. Declaró luego que EEUU está incluyendo a los altos mandos del ejército iraní en su lista de sanciones económicas.

En la misma línea se pronunció Vedant Patel, portavoz adjunto del Departamento de Estado del país norteamericano. También, Josep Borrel, el canciller de la UE, indicó luego de las ejecuciones de Majidreza Rahnavard y Mohsen Shekari, que la entidad se prepara para un duro paquete de sanciones contra Irán por la violación a los DDHH y las libertades democráticas de las mujeres.

El oportunismo imperialista ha continuado su campaña con la expulsión de Irán de la Comisión de Mujeres de la ONU. La iniciativa fue propuesta por la vicepresidenta de EEUU, y la embajadora estadounidense en la ONU.

En Alemania, los parlamentarios de la socialdemocracia, han llevado adelante una campaña de patrocinio de los presos políticos condenados a la horca, y han promovido a través de las redes sociales la difusión de los rostros y testimonios de las familias de las víctimas para ‘conmover al mundo en apoyo al pueblo iraní’. Algunos políticos franceses han manifestado su interés por copiar la iniciativa alemana.

Jamenei se ha defendido internacionalmente reiterando que las manifestaciones son minoritarias, y que han sido organizadas por Occidente. No es falso que en las bases norteamericanas del territorio kurdo de Irak se encuentren la CIA, el MI6 británico y la Mossad israelí. Estos servicios de inteligencia también han financiado a los grupos reaccionarios de familias de las élites kurdas caídas en desgracia, como el Partido Democrático Kurdo y el Partido Komala. Sin embargo, estos últimos, y luego de viajar durante los últimos meses a Washington, han declarado que el combate armado contra Irán aún es muy prematuro, y que se determinará conforme al desarrollo de las protestas.

La idea de Washington es que Irán colapse, digamos, internamente. Biden ha tomado nota del alcance de las movilizaciones y el conflicto interno dentro del régimen de Jamenei y Raisi. La Casa Blanca apuesta a que la crisis política, económica y social empeoren con las sanciones. La verborragia derechohumanista de los aliados en la OTAN no es más que una pugna por el dominio imperialista en Medio Oriente y un posible cambio de régimen en el país persa, como ya lo han hecho en otras naciones de la región. El propio New York Times publicó una columna de opinión donde se le da importancia al hecho de que “la movilización en Irán no se trata de velos, sino de derrocar a un régimen”.

Por eso es que pese a todas las manifestaciones de la burguesía iraní de querer cumplir las condiciones puestas por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), EEUU sigue rechazando la reintegración de Irán. John Kirby, del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, ha declarado que la mejor manera de evitar el envío de drones iraníes a Rusia es apoyando las protestas del pueblo iraní. Las presiones de EEUU contra Irán están puestas sobre los objetivos contra los enemigos político-militares extranjeros que ha delineado el Pentágono en su último informe publicado este año.

Naturalmente que la OTAN no tiene reparos en violar los derechos humanos. Recordemos las guerras en Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria. Mucho menos tienen reparos en denigrar a las mujeres y niños, toda vez que han sido violados en masa en estas guerras, pero también a través de las promoción de la explotación sexual de las mujeres por la industria de la pornografía, la prostitución, y la trata. Tampoco tuvo reparos en enviar ‘campañas’ de prostitutas para los soldados apostados en las bases de ocupación en Medio Oriente, África o Haití.

Los organismos derechohumanistas de EEUU y compañía se golpean el pecho enumerando las violaciones de los ayatollahs contra las mujeres y manifestantes iraníes con claros propósitos imperialistas y contrarrevolucionarios; y la izquierda democratizante le sigue a la rastra colocando a la clase obrera iraní en el campo de la victimización en lugar de caracterizar el carácter revolucionario de su lucha. Las mujeres trabajadoras de Irán no han llevado a la rastra al resto del pueblo iraní a manifestarse en las calles, ni tampoco libran una ‘lucha por los derechos democráticos’. Las mujeres iraníes son parte de la vanguardia de la clase trabajadora que ha librado grandes batallas en el terreno de la lucha de clases en Irán desde hace décadas -incluyendo la unidad étnica que han logrado en muchas provincias del noroeste del país en contra de Jamenei.

Por la unidad obrera, campesina y étnica de los pueblos de Irán. Por una campaña socialista en apoyo a la lucha revolucionaria de las mujeres, estudiantes y obreros iraníes. Abajo las ejecuciones del régimen contrarrevolucionario de los ayatollahs. Abajo la campaña imperialista contra Irán. Por la unidad socialista de los oprimidos en Medio Oriente.

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