Biden lleva a Zelensky a Washington para escalar la guerra

Escribe Comité Editorial

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Zelensky, el presidente de Ucrania, fue llevado a Washington por un avión de las fuerzas armadas de EE.UU, para espolear la guerra internacional de la OTAN. El Congreso norteamericano está a punto de aprobar un paquete de 49 mil millones de dólares para proveer de mayor asistencia militar al ejército ucraniano. Biden, por su lado, ha anunciado el envío de misiles Patriot, cuyo alcance geográfico lo habilita para atacar el interior del territorio de Rusia. Dada la necesaria asistencia de personal militar norteamericano para capacitar su uso por Ucrania, se asiste a un involucramiento cada vez más directo de Estados Unidos en la guerra, y por lo tanto a un choque militar directo con Rusia.

Esto sería suficiente para iniciar una escalada nuclear. Estados Unidos ha aprobado una directiva que autoriza a golpear preventivamente los comandos estratégicos de Rusia con armas nucleares. Rusia, por su lado, ha alistado misiles hipersónicos, en el marco de una doctrina que deposita en la respuesta nuclear la salvaguarda de la “existencia nacional”. En la ciudad de Bakhnut, en la frontera de hecho entre las tropas rusas y ucranianas en la provincia de Donetsk, se libra una batalla despiadada con miras a conquistar posiciones en nudos ferroviarios y viales que permitan extender la guerra terrestre.

El operativo de llevar a Zelensky a Washington apunta a alinear al Congreso en una línea belicista abierta y a insuflar un ánimo guerrerista en la población, en momentos en que la guerra pierde apoyo, según todas las encuestas. El guerrerismo tiene lugar cuando crecen las huelgas, en especial en Estados Unidos y Gran Bretaña. El rearme norteamericano a una gran escala es acompañado por Japón, pivoteando en torno a las amenazas que atribuye a Corea del Norte.

Que la extensión de la guerra se ha convertido en un plan definido, se manifiesta en la brutal agresión económica norteamericana contra China. La escala de sanciones contra las empresas tecnológicas de este país, en especial las de semiconductores o ‘chips’, ha cobrado una magnitud sin precedentes. Rusia y China están realizando operativos navales conjuntos. Putin pretende asociar a Bielorrusia en un ataque directo a Ucrania, en una operación de pinzas desde el este y el oeste.

Ante el Congreso de Estados Unidos, Zelensky se anotó como una suerte de Churchill, para reforzar la campaña que encubre a la guerra como una cruzada de la democracia contra el nazismo. Ocurre que Zelensky mismo está adscripto a una corriente política que entronca con el apoyo a la invasión de la Alemania nazi a Ucrania, y cuyo propósito no es la independencia de Ucrania sino llevar hasta el final una guerra que se propone el desmantelamiento nacional de Rusia. En las últimas semanas, el gobierno ucraniano se encarnizó en una campaña contra el exsecretario de Seguridad de Estados Unidos, Henry Kissinger, para quien la unidad nacional de Rusia es un factor decisivo para conservar el equilibrio internacional.

La escalada de guerra de Biden y la OTAN está penetrando en América Latina, para bloquear el avance económico de China en la región. Es un factor fundamental en el golpe que ha destituido a Pedro Castillo en Perú. Más que nunca es necesaria una campaña para parar la guerra, que sólo puede lograr una movilización independiente de la clase obrera.

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