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Se abrió una vez más una polémica entre profesionales de salud mental de la provincia sobre la validez de la ley vigente.
La sanción de la ley 2440, el 11 de septiembre de 1991 dio lugar al cierre de los pocos hospitales monovalentes de salud mental en la provincia. En su artículo 1° precisa:” Queda prohibido la habilitación y funcionamiento de manicomios, neuropsiquiátricos o cualquier otro equivalente, público o privado, que no se adecúe a los principios individualizados en la presente”.
La intención fue suprimir los viejos manicomios, verdaderos centros de tortura y maltrato hacia los internados. Pero el carácter de esas instituciones ya había cambiado en el momento de la sanción de la ley. Ya no se usaban en general, el electroshock, los chalecos de fuerza, la exposición a los cambios de temperatura o los baños fríos, métodos del siglo 19 y hasta comienzos del 20.
En Argentina el psicoanálisis había adquirido respeto y se aplicaba en los hospitales. Los profesionales, médicos y psicólogos, estaban atravesados por la formación freudiana. La dictadura militar del 76 los persiguió a sangre y fuego y desmanteló servicios de vanguardia científica en los hospitales monovalentes. Cerró la carrera de psicología y rebajó la labor del psicólogo a un auxiliar del médico.
Si actualmente las condiciones de internación son malas es por el presupuesto de ajuste que afecta a toda la salud.
Paralelamente la industria farmacéutica fue expandiéndose y produciendo medicamentos que aliviaron el sufrimiento mental de los enfermos si bien es cierto que puede hacerse un mal uso de los mismos
La ley de 1991 organizó la atención de la salud mental en equipos multidisciplinarios insertados en los veintiocho hospitales provinciales. Psicólogos, psiquiatras, psicopedagogos, enfermeros, operadores en salud mental, trabajadores sociales y coordinadores de grupos de alcoholismo.
Ya sin hospitales especializados se crearon Estructuras Intermedias llamadas Hogares de Tránsito, Hostales o Casas de Medio Camino, ubicadas en las localidades de El Bolsón, General Roca, Viedma, Cinco Saltos y Sierra Grande.
La ley que pretendía eliminar el encierro, en los hechos expone a los sufrientes al desamparo.
En Bariloche, la ciudad más poblada de la provincia con 262.000 habitantes cuenta con internación psiquiátrica en las salas de Clínica Médica en el hospital zonal Ramón Carrillo.
Las experiencias que refieren quienes estuvieron allí son horribles, tanto para los internados por dolencias orgánicas como para los sufrientes mentales.
La internación es una medida protectiva cuando hay riesgos para sí o para terceros. El encierro tan vituperado, puede marcar la diferencia entre vivir y morir. Las internaciones no tienen por qué ser prolongadas, pero tampoco puede predeterminarse un término. Lo que sucede en la realidad rionegrina revela que se deriva a los pacientes a otras ciudades de Neuquén o CABA, alejando al paciente de su familia, sin ningún beneficio.
El caso de Susana Freydoz, la mujer del occiso Carlos Soria que lo mató de un balazo cuando era gobernador es aleccionador. Primero fue internada en Clínica Médica del hospital de Cipolletti pero para eso cerraron todo el servicio por más de un mes privando a la población de ese sector. Luego fue trasladada a una clínica psiquiátrica privada en Capital Federal costeado por el erario público.
La ley 2440 de Rio Negro, la 448 de CABA y la 26657 Nacional siguen los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud. No son creaciones locales. Son inaplicables porque no cuentan con el presupuesto imprescindible para su ejecución. Las casas de medio camino, los hostales, las familias sustitutas, los emprendimientos laborales, los tratamientos ambulatorios requieren partidas presupuestarias que no están. Un 10% del presupuesto de salud debe destinarse a salud mental. Actualmente no llega al 3%. Y esto sobre presupuestos recortados según los ajustes acordados con el FMI.
Un antecedente de las clausuras de los hospitales monovalentes es la experiencia de Franco Basaglia, un psiquiatra italiano que estuvo preso por su lucha antifascista quien propuso en 1978 el cierre de hospitales psiquiátricos en Italia que se convirtió en la ley Basaglia. Al mismo tiempo implicaba la implementación de alternativas que comprometían a toda la comunidad. Trabajo especialmente en Trieste. Un reciente estudio español anuncia la “caída de Trieste” por dificultades presupuestarias entre otras causas. La crisis capitalista no deja espacio sin golpear.
Esas leyes son letra muerta. Concretamente cuando un paciente se descompensa en Río Negro no hay donde internarlo y hay que trasladarlo.
En la polémica desatada entre los psiquiatras se plantea la derogación de la ley, su reforma y fundamentalmente la lucha por el presupuesto necesario.
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