La educación en CABA: una olla a presión

Escribe Nicolás Morel

Preparemos la huelga junto a los docentes.

Tiempo de lectura: 2 minutos

En los colegios de la ciudad de Buenos Aires crece la deliberación y la intervención política de estudiantes y docentes.

La educación pública se encuentra en el mismo estado ruinoso que llevó a las tomas de colegios durante el año pasado: viandas en mal estado, aparición de ratas y alacranes en los colegios, aulas que se caen a pedazos. En paralelo, el Ministerio de Educación anunció el inicio de las pasantías para este año: miles de alumnos son enviados a trabajar como repositores en supermercados o empleados de limpieza de manera gratuita y en horario escolar.

La reacción ante esto ha sido un clima cada vez mayor de debate y movilización, como lo demostró la movilización de fines de abril, que convocó a miles de estudiantes y docentes.

Una olla a presión

Este clima no es aislado, ni es novedoso: es la expresión, dentro de las familias obreras, de una tendencia a la huelga general que está instalada en todo el país. En Catamarca, un estudiantazo de los colegios secundarios e institutos terciarios impulsó tomas de colegios, piquetes y movilizaciones por toda la provincia. En la provincia de Buenos Aires, esta tendencia se expresa en las sucesivas huelgas y movilizaciones docentes que se vienen sucediendo desde el inicio del ciclo lectivo.

Este cuadro de movilización choca contra la orientación vaciadora y privatista que defienden tanto el gobierno de la Ciudad como el nacional. Esta orientación se expresa en el millonario recorte presupuestario que Massa aplicó a la educación en el presupuesto de este año, el cual es acompañado por los enormes subsidios que recibe la educación privada -en su mayoría en manos del clero- en todo el país. En CABA, Larreta y Acuña han defendido esta orientación a través del intento de implementar las pasantías gratuitas en los colegios: la educación puesta al servicio de los intereses de las patronales porteñas.

El elemento común de la mayoría de estos procesos es la autoconvocatoria. En todos los casos, las federaciones estudiantiles y los sindicatos han intentado bloquear cualquier acción de lucha por parte de los colegios: es que las direcciones kirchneristas y peronistas estudiantiles y docentes quieren evitar hacer olas en medio de un año electoral, preocupados por la posibilidad de que su gobierno no llegue con vida a las elecciones de octubre. Sin ir más lejos, es la vía que defendió la CEB el año pasado, cuando decretó el levantamiento de las tomas de colegios para evitar ir a una confrontación mayor con el gobierno de la Ciudad.

Esta tendencia a salir a las calles ha sido notada por los gobiernos de todo el arco capitalista. En CABA, la preocupación por una generalización de las movilizaciones ha llevado a Larreta a impulsar causas judiciales contra algunos de los padres y madres que han acompañado a sus hijos en las tomas del año pasado, con el objetivo de amedrentar al conjunto del movimiento estudiantil. La vía para derrotar estas maniobras es redoblar la movilización.

Organicemos la huelga educativa

El ataque contra la educación pública es en todos los órdenes y exige una respuesta de los trabajadores de la educación y de la juventud de esa magnitud. Una gran huelga educativa es la única herramienta capaz de arrancar nuestras reivindicaciones y hacer retroceder al gobierno.

Sabemos que nunca será convocada por las actuales direcciones estudiantiles y sindicales, comprometidas íntegramente con los distintos partidos patronales.

Pero podemos avanzar en esa dirección organizándonos en cada curso, colegio y cuerpo de delegados para discutir como convocamos a una asamblea de docentes y estudiantes que tome en sus manos la tarea de organizar una huelga del conjunto de la educación.

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