Escribe Patricia Urones
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Luego del excepcional “Triple Fenómeno de la Niña”, que extendió la sequía en nuestra región por tres años, una lluvia consecutiva de seis días, la semana pasada, bastó para advertir acerca de los graves problemas de infraestructura con los que nuestro país enfrentará el próximo ciclo que se avecina, caracterizado por el contra-fenómeno de El Niño. Como se ha dicho desde estas páginas, los principales afectados serán los trabajadores que, históricamente y, sobre todo en estos últimos 40 años, empujados por los altos valores de la tierra en las mejores zonas, se vieron obligados a establecerse en barrios ubicados sobre terrenos bajos, con cero inversiones en infraestructura básica. La temporada de lluvias que se anuncia, que en este contexto se transformarán en inundaciones, plantea problemas políticos que solo los trabajadores serán capaces de resolver.
El Cambio Climático y El Niño
En marzo pasado, el Panel Intergubernamental por el Cambio Climático, una organización de las Naciones Unidas, hizo público un informe (ipcc.ch, 20/03) en cuyo último capítulo, luego de una serie de evaluaciones a escala global y que forman parte del Sexto informe que emite la organización desde que fuera creada en 1988, afirma que el calentamiento global alcanzó 1,1° C más que en el período previo a la segunda revolución industrial (1850-1900). La temperatura aumentó más rápidamente en los últimos 50 años, es decir, entre 1970 y 2020, que, en cualquier período anterior de cincuenta años, en los últimos 2.000 años. De la totalidad de emisiones netas acumuladas históricas de CO2 desde 1850 hasta 2019, el 40% de ellas se produjo en los últimos 30 años. Esta aceleración está directamente relacionada a la actividad productiva cuyo motor energético es la quema de combustibles fósiles. La desforestación masiva ha aportado un importante “grano de arena” a esta aceleración. Respecto de los gases de efecto invernadero o GEI, que además del CO2 incluyen otros gases como el Metano, el Óxido nitroso o los Gases fluorados, las emisiones antropogénicas netas fueron en 2019 12% más altas que en 2010 y 54% más altas que en 1990. El aumento de la temperatura global produjo transformaciones en todos los elementos naturales que inciden en el clima y que son la atmósfera, el océano, la criósfera y la biosfera. Por esto, en términos sintéticos hablamos de cambio climático, que implica modificaciones en los fenómenos meteorológicos que afectan a todas las regiones a lo ancho y largo del planeta, influyendo especialmente en los fenómenos extremos como las sequías, las inundaciones, las olas de calor o de frío (1).
En la región en la que se encuentra nuestro país, en el Cono Sur, el cambio climático ha incidido en los patrones de lluvias, determinados por el fenómeno climático que caracteriza a la región, el ENOS o Niño. En los últimos informes nacionales climáticos proporcionados por Argentina al IPCC se caracteriza que el territorio nacional asiste a variaciones en las precipitaciones y en la temperatura. En el período que va desde 1960 a 2010, se observaron aumentos de precipitaciones en la mayor parte del país, principalmente, en el este (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Sur de Corrientes). Junto con los cambios en el uso del suelo, estas precipitaciones han provocado una modificación del balance hídrico de la zona (2). Un trabajo del INTA ha desarrollado la hipótesis de cómo los cambios en el uso del suelo relacionados al aumento del cultivo de soja inciden en el acercamiento de las napas freáticas a la superficie del suelo (3). Un ciclo de lluvias abundantes, como el que traerá El Niño, no tardará en poner de manifiesto estos desbalances, a pesar de haber asistido hasta hace poco a una sequía histórica. En el otro extremo, en la zona de Cuyo, el régimen de lluvias se ha reducido, redundando en menores caudales de los ríos cordilleranos. Esto también se combina con cambios en los patrones de uso del suelo asociados al aumento de la actividad minera que, al contrario de lo que ocurre al este del territorio argentino, demanda mucha más agua de la que el balance hídrico de la zona estaría dispuesto a proporcionar. ¿Cómo va a resolver esta cuestión el “Plan Nacional de Adaptación y Mitigación” del ministro ambiental Juan Cabandié? Sobre todo, en momentos en donde despuntan las expectativas del gobierno en el ascenso de la actividad de extracción de litio. Una cuestión no menor representan también los retrocesos de los campos de hielo en la Patagonia por obra del aumento de las temperaturas en todo el país.
¿Cómo enfrentamos esta situación los trabajadores?
En su pronóstico trimestral el Servicio Meteorológico Nacional espera que se mantengan las condiciones neutras del Niño, aunque entiende que pueden producirse precipitaciones superiores a las normales. Por su parte, la Organización Meteorológica Mundial espera un posible adelanto del Niño para mediados de año, aunque las probabilidades más altas son para fines de año. El fenómeno de marras es esencialmente una fase caliente del ENOS, por lo cual se esperan temperaturas superiores a la media, a pesar de que la Niña ya registro olas de calor récord. Intuyendo las emergencias que los fenómenos meteorológicos extremos podrían traer en este cuadro de situación, el Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la Provincia de Buenos Aires creó hace pocas semanas la Mesa de Riesgo Hídrico, bajo la supervisión de la Subsecretaría de Recursos Hídricos, a cargo de Guillermo Jelinsky. Pero las necesidades de infraestructura solamente de la Provincia de Buenos Aires (canalización y desagües pluviales, cloacas, agua, urbanización de asentamientos) superan la capacidad de lo que una “Mesa” puede lograr, porque hablamos de décadas de extensión de la traza urbana dejadas ´a la buena de Dios´. La existencia de conglomerados de cartón, chapa, ladrillos y tierra, donde ni siquiera podemos hablar ya de “barrios”, hace rato es el “paisaje” normal del conurbano bonaerense por poner solo un ejemplo. El mismo subsecretario ha advertido en una entrevista que la Mesa será inútil sin presupuesto, previendo que enfrentará los obstáculos de ajuste presupuestario que el acuerdo con el FMI impondrá a su trabajo (pagina12.com, 19/04).
Los trabajadores, no pueden esperar ninguna “política pública” enmarcada en ningún “plan de mitigación y adaptación”. Ambos enfrentan una contradicción mortal que el ministro Massa debió recordar el año pasado a Cecilia Nicolini, la secretaria de Cambio Climático y autora del plan: de un lado, la falta de presupuesto debido al ajuste fiscal hecho y por hacer, para pagar la deuda, lo cual boicotea cualquier iniciativa de infraestructura coherente para “mitigar” el cambio climático; del otro, la política de vía libre al desarrollo de la actividad minera y petrolera, lo cual va en contra de cualquier “adaptación” al cambio, más bien lo acelera.
Frente a la temporada de lluvias y muy posibles inundaciones que se avecinan, los únicos que podrán arrancar las obras de infraestructura necesarias para evitar daños a la familia trabajadora, a sus pocos bienes y a su salud, serán los mismos trabajadores. Los barrios ya se han puesto en alerta y movilización. Profundicemos este camino para arrancar las obras necesarias no sólo en lo que hace a la vivienda sino también a la estructura educativa y sanitaria. El régimen social capitalista, responsable de que los desastres climáticos diezmen cada vez más a los trabajadores, no va a ser quien dé solución a la cuestión. Solo los trabajadores, organizados, deliberando y luchando lograrán revertir esta tendencia decadente a la cual el capital nos quiere someter.
Notas:
https://report.ipcc.ch/ar6syr/pdf/IPCC_AR6_SYR_SPM.pdf
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/pnaymcc_2022_-_vf_resol.pdf (pág. 117)
https://www.produccion-animal.com.ar/inundacion/95-napas_mjz_13.pdf