Escribe Norberto Malaj
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El lunes 19 el ejército israelí lanzó un ataque sin precedentes contra la ciudad y el campo de refugiados de Jenín, al norte de Cisjordania, en represalia a una acción palestina en un asentamiento de colonos sionistas. Por primera vez desde principios de la década de 2000, el ejército de ocupación israelí utilizó un helicóptero de ataque Apache para disparar misiles contra los palestinos durante esa incursión. Las tropas israelíes mataron al menos a cinco palestinos e hirieron, según el Ministerio de Salud palestino, a otros 91, 23 de los cuales se encuentran en estado crítico (Middle East Monitor, 21/6).
El ejército sionista enfrentó entonces un virtual levantamiento popular. Le llevó ocho horas evacuar cinco vehículos blindados, reconoció la Radio del Ejército.
La acción del Ejército siguió a una ola de progroms antipalestinos lanzados desde varias colonias asentadas en los territorios ocupados. Luego del asalto de principios de año contra el pueblo de Hawara, los ataques de los colonos continuaron sin que el Ejército haga ningún esfuerzo por detenerlos, e incendiaron una mezquita, casas y vehículos en ciudades cisjordanas (Haaretz, 22/6).
El Estado sionista va camino a transformarse en un régimen filofascista. El ministro de Finanzas y máxima autoridad del gobierno de extrema derecha sobre Cisjordania, Bezalel Smotrich, sostuvo que “ha llegado el momento de reemplazar la actividad precisa con una operación amplia para erradicar los nidos de terrorismo [sic] en el norte de Cisjordania y restaurar la disuasión y la seguridad en la región” y se pronunció a favor de “traer fuerzas aéreas y blindados y proteger las vidas de nuestros guerreros”, refiriéndose de este modo a los colonos usurpadores de la tierra palestina.
En torno a la “cuestión palestina” está en juego el futuro del ejército sionista. Los colonos pretenden que éste pase a ser lisa y llanamente su guardia pretoriana. La ministra de extrema derecha Orit Strock se indignó por la declaración conjunta del sábado por la noche de los jefes militares, policiales y de seguridad israelíes condenando los ataques de los colonos contra civiles palestinos y calificándolos de ´terror nacionalista´. “¿Quiénes son ustedes, el Grupo Wagner?”, les espetó.
Simultáneamente con todo esto, los sionistas en medio de la guerra en Ucrania están haciendo negocios como nunca antes. La industria bélica israelí está vendiendo armas y equipos ultrasofisticados a toda Europa. De la mano de esos negocios el imperialismo mundial calla toda crítica sobre la fascistización sionista: “un ejército que puede interceptar misiles balísticos fuera de la atmósfera terrestre y se lanzan a mil millas de distancia, es incapaz de controlar a una banda de colonos que opera en un área donde Israel tiene una división territorial completa con seis brigadas sobre el terreno” (Haaretz, 23/6).