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Economía política de la crisis y la crisis de la economía oficial

Escribe Savas Michael-Matsas

Documento presentado en el 5to congreso Económico de San Petersburgo (SPEC), San Petersburgo, Rusia, 3 de abril de 2019.

Tiempo de lectura: 13 minutos

Abstract

El horizonte está cubierto de nubes oscuras que anuncian una nueva fase de la crisis económico-financiera en curso. Las corrientes principales de la economía han demostrado ser incapaces de suministrar un pronóstico, o un análisis apropiado de las causas o una solución a la crisis económica global que irrumpió hace más de una década y que todavía continúa irresuelta. Ahora ocurre nuevamente lo mismo. La corriente dominante, las teorías ortodoxas y “heterodoxas” como el enfoque de Minsky, la teoría del “estancamiento secular” o la de ahora de moda Teoría Monetaria Moderna (MMT) no pueden proporcionar un análisis adecuado del problema o una solución sostenible. Un retorno a los descubrimientos de la crítica marxista de la economía política clásica es necesario para tener una perspectiva clara.

Nubes negras cubren el horizonte de la economía global anunciando la llegada de una nueva tormenta. El optimismo por un nuevo repunte económico expresado en el encuentro del Foro Económico Mundial de Davos de enero de 2018, se ha disipado totalmente. El informe global del FMI tuvo que cambiar su pronóstico inicial hacia abajo, prediciendo ahora un desaceleramiento global en 2019 y 2020. La guerra comercial entre EE.UU. y China, el aumento del proteccionismo, el caos post Brexit en Gran Bretaña y Europa, un retroceso de la economía china, riesgos geopolíticos, exacerban los temores. Ahora prevalece un profundo pesimismo y la preocupación por la amenaza de un nuevo crac. Martin Wolf en Financial Times escribe acerca de la “inevitabilidad de las crisis financieras”.1

Nuriel Rubini, el economista liberal que saltó a la fama por ser uno de los pocos que advirtió sobre el advenimiento de la crisis mundial que irrumpió en 2007-2008, ahora predice un nuevo crac y recesión, en un par de años: “Cuando llegue la próxima crisis y recesión podría ser aún más severa y prolongada que la última”.2

El punto crítico se hizo manifiesto en el cuarto trimestre de 2018: torbellino golpeó Wall Street y luego todas las bolsas de Europa y Asia fueron llevados a una caída imprevista. Fue disparada por los gigantes tecnológicos, conocidos por sus iniciales FAANG (Facebook, Amazon, Apple, Netflix, Google). Los mismos que habían liderado la recuperación de las bolsas la década anterior, luego del colapso de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, seguido por una licuación financiera global y la tercera Gran Depresión.

La bolsa de los EE.UU. experimentó su peor crisis desde el derrumbe financiero de 2008 y en una semana borró todas las ganancias conseguidas hasta ese momento en todos los meses previos de 2018. Se revivieron los recuerdos de la burbuja económica de las “punto com” que estalló en 2001. El mito de la cuarta Revolución Industrial donde las IT (Empresas de Tecnología de Información) de alta tecnología por sí mismas resolverían la crisis post 2008 recibió un golpe fatal.3 La innovación tecnológica no es independiente del marco económico social general donde se encuentra insertada.

Antes del shock financiero de octubre-diciembre de 2018, estaba claro que todas las medidas heterodoxas utilizadas por los bancos centrales en el período pos-Lehman Brothers para parar la catástrofe suministrando liquidez, con todo tipo de programas de estímulo, flexibilización cuantitativa (QE), tasas de interés muy bajas, incluso negativas, etc., no solo habían agotado cualquier eficacia sino que habían producido nuevas burbujas especulativas incluso más gigantescas que las que habían estallado en 2007-2008 y con mayor poder destructivo. La crisis no resuelta de sobreacumulación de capital había direccionado la mayoría de la liquidez suministrada hacia la sobre-especulación en la esfera financiera, no a la inversión en la producción. Las burbujas especulativas se habían convertido nuevamente en “armas de destrucción masiva de la economía”.

Comenzando por la Reserva Federal de los EE.UU. se paró la flexibilización cuantitativa y se la reemplazó por el ajuste cuantitativo y alza de las tasas de interés.

Este cambio de dirección respecto a la política monetaria fue presentado al público y publicitado como un “retorno a la normalidad” luego de una década de crisis. La Reserva Federal de EE.UU. fue seguida por el Banco Central Europeo (ECB) que finalizó en 2018 su programa de flexibilización cuantitativa, postergando para 2019 el alza de las tasas de interés. Los otros bancos centrales el norte global siguieron el mismo camino. Pero un nuevo estallido de la crisis y la contracción de la tasa de crecimiento alteró y canceló el cambio de la política monetaria.

En 2018, la Reserva Federal de EE.UU. elevó cuatro veces las tasas de interés, un hecho que empujó a Donald Trump a culpar por el derrumbe de la economía no a sus contradicciones y vulnerabilidades, en su inmersión en una economía capitalista globalizada sino a … Robert Powell, la persona que el propio Trump había nombrado como presidente de la Reserva Federal. De hecho, no fue la crítica demagógica sino la realidad la que obligó a la Reserva Federal, seguida por el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, el Banco de Australia y el BCE a tomar uno después del otro una posición “dócil”, parando por el momento el plan para subir las tasas de interés.

Ausencia de estrategia

Estos zigzags empíricos de la política monetaria como un instrumento para controlar la depresión muestran la ausencia de cualquier estrategia económica importante, su sustitución por pasos tácticos bajo medidas de coyuntura. Las principales estrategias desarrolladas por la economía corriente para evitar una repetición del crac de 1929 y la Gran Depresión de los años 30 – keynesianismo y neoliberalismo- han terminado con un fracaso tremendo y una crisis global, el keynesianismo en 1971 con el fin del acuerdo de posguerra de Bretton Woods y el neoliberalismo en 2008.

Mario Draghi, el presidente del BCE, cuya legendaria declaración del verano de 2012, durante la crisis de la eurozona, que él haría “lo que fuera necesario” para salvar el euro fue temporariamente eficaz. En 2019 pocos meses antes de su partida de ese puesto, admitió en una conferencia de prensa pública su impotencia: “¡Estamos en un cuarto oscuro donde solo podemos dar pequeños pasos!”.

En un cuarto oscuro donde no es posible ver la realidad que nos rodea solamente podemos dar pasos ciegos.

Es una repetición de un más alto -o más bien más bajo- nivel de lo que sucedió con anterioridad, a comienzos de la crisis económica global, en la inolvidable reunión de todos los principales economistas invitados por la Reina Isabel del Reino Unido luego de la debacle de Lehman Brothers. Entonces, en 2008, nadie pudo contestar la pregunta que hizo la Reina: ¿por qué todos ellos -economistas, think tanks, banqueros y bancos, instituciones como el FMI- fracasaron completamente en ver, ¿predecir o advertir la llegada de la catástrofe financiera global?4

Como habíamos señalado en otra ocasión, durante el Bicentenario del nacimiento de Carlos Marx en 2018, “Diez años más tarde, más de una década pasó de crisis capitalistas globales continuas, todavía no resueltas, amenazando ahora al mundo con nuevas explosiones económicas, políticas y geopolíticas devastadoras, la pregunta real continúa sin respuesta. La economía burguesa no solo no puede explicar el pasado – la falta de pronóstico que llevó a la crisis global de 2007 y la falta de entendimiento retrospectivo de sus causas más profundas, sino que no puede entender el presente. No puede comprender por qué la crisis continua sin resolverse, a pesar de las extraordinarias medidas heterodoxas tomadas por los bancos centrales y los gobiernos – gigantescos paquetes de estímulos, flexibilización cuantitativa y tasas de interés cercanas a cero. Por último, pero para nada menos importante, no puede anticipar el futuro, a pesar de que señales siniestras ya están apareciendo en el horizonte”.5

La escena casi ridícula con la Reina se repitió a nivel académico en una conferencia que tuvo lugar en la Universidad de Paris-Dauphine, en ocasión de su 50 aniversario, el 15 de enero de 2019. Entre los invitados, expertos en la economía vigente, había cuatro ganadores del Premio Nobel de Economía a principios del siglo XXI: James Heckman (2000), Edmund Phelps (2006), Lars Hansen (2013) y Angus Deaton (2015). Sin embargo, fueron incapaces de responder cómo veían el futuro de su profesión en los próximos 50 años, todos ellos coincidieron en que “la economía debería recomenzar a considerar todo desde cero…”6

Una profesión que reclama ser considerada una “ciencia” y que luego declara su ignorancia total al admitir que debe recomenzar todo desde cero, no puede ser considerada seriamente una ciencia.

Teorías alternativas: Minsky, “estancamiento secular”, Teoría Monetaria Moderna

Hubo y hay, por supuesto, intentos de demostrar lo contrario mediante varios constructos “teóricos” como guías para abordar la actual crisis mediante la poiesis (“creación” o “producción”). Muchas veces, viejas teorías son recuperadas del “reino de las sombras”, de un pasado acontecido irreversiblemente.

Así, desde la primera fase de la crisis pos-2008, se popularizó la “hipótesis de inestabilidad financiera” de Hyman Minsky. Minsky, antiguo discípulo de la versión de Oskar Lange del “socialismo de mercado”, se unió más tarde a la escuela de economía “institucionalista” y la combinó con las ideas Keynesianas. Centrándose en la estabilización financiera, recetó una serie de medidas heterodoxas como la Flexibilización Cuantitativa (Quantitative Easing). Janet Yellen, ex directora de la Reserva Federal de Estados Unidos, sucesora de Ben Bernanke, había apoyado desde abril de 2009 las “recetas de Minskyanas” como salida de la Gran Recesión.7

Como sabemos diez años después, las “recetas Minskyanas” fallaron. Añadieron más leña al fuego de la sobreacumulación de capital ficticio. Pero también los intentos, primero de la Reserva Federal de Estados Unidos y luego de otros bancos centrales y el BCE (Banco Central Europeo) por revertir las políticas de Minskyanas demostraron ser más un veneno que un remedio, precipitando una caída más profunda en el abismo de la Depresión.

Otro constructo teórico para abordar la crisis, bastante popular entre los pos-Keynesianos, es la hipótesis del “estancamiento secular”, respaldada por el ex-secretario del Tesoro de Estados Unidos y ahora profesor de Harvard, Larry Summers. Fue revivida del pasado, de la década de 1930, desarrollada inicialmente por el discípulo de Keynes, Alvin Hansen en 1938, durante la (Segunda) Gran Depresión cuando el New Deal de Roosvelt finalmente agotó su potencial.

“Secular”, es decir, el estancamiento crónico a largo plazo, se contrapone a una recesión cíclica y periódica. Expresa una falta a largo plazo, incluso indefinida, de crecimiento, generalmente explicada por una falta de demanda, lo que reduce las tasas de interés reales neutrales (las tasas de interés neutrales manifiestan un equilibrio entre la demanda y el empleo). Hoy, para algunos partidarios de la teoría, el estancamiento secular representa “la nueva normalidad”.8

En un artículo reciente, Larry Summers y Lukasz Rachel rastrean el declive de las tasas de interés reales neutrales, en todos los países capitalistas industriales avanzados tomados como un bloque, desde principios de la década de 1970 y la ruptura del marco Keynesiano de Bretton Woods, y que dura durante el período de una generación. Según los autores, las tasas de interés podrían ser incluso más bajas sin la intervención de los déficits y deudas estatales.9

Indirecta y empíricamente, la teoría del estancamiento secular no es un reflejo del declive a largo plazo de las tasas de interés neutrales, así como del crecimiento en los centros metropolitanos del capitalismo global, sino del declive histórico del propio sistema capitalista. Al ser parte del problema más bien que de su solución, no tiene demasiado que proponer para salir del estancamiento. Summers y Rachel proponen “alguna combinación de mayor tolerancia a los déficits presupuestarios, políticas monetarias no convencionales y medidas estructurales para promover la inversión privada y absorber el ahorro privado”.10

En otras palabras, más déficits, flexibilización cuantitativa (QE) y bajas tasas de interés combinados con “medidas estructurales” a favor del sector capitalista privado, un eufemismo para “austeridad”, flexibilidad del trabajo, etc., todas medidas que ya se aplicaron en la última década de crisis, que devastaron la vida de millones de personas, sin lograr impulsar algún tipo de crecimiento sostenible.

El fracaso de las políticas implementadas para dar salida a la recesión, sobre todo, los desastres sociales y el monstruoso aumento de la desigualdad que alimentó la bronca popular de masas entre la población empobrecida y las sucesivas olas de resistencia social de los trabajadores a la “austeridad” draconiana permanente durante la última década, produjo explosivas crisis políticas explosivas en la mayoría de los países. No solo en la periferia sino en el propio centro del capitalismo mundial.

Los Estados Unidos, como centro del capitalismo global, es también el centro de esta crisis económica y política. Es allí donde recientemente se popularizó, particularmente en el ala izquierda del Partido Demócrata, y se dio a conocer durante la campaña de la joven senadora Alexandria Ocasio-Cortez, la llamada Teoría Monetaria Moderna: el propio Estado, considerado como creador del dinero, podría y debería imprimir dinero como un medio para financiar las políticas de bienestar social como un “New Deal” Verde (Green New Deal) y un Seguro Médico para todos (Medicare for All) patrocinado por la senadora estadounidense más joven.

La Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés), que hoy suscita muchos debates candentes entre los economistas - la corriente dominante “ortodoxa”, “heterodoxa”, “posKeynesiana”, neoliberales, así como entre los marxistas, no es tan “moderna”, como su nombre afirma ser. Sus orígenes están en las ideas del “chartalismo” (de la palabra latina Charta, Carta) presentado en ... 1906, en un libro del economista alemán Georg Friedriech Knapp. La teoría sostiene que el dinero se originó cuando el Estado intentaba controlar y dirigir la actividad económica mediante la producción de vales (tokens) para recaudar impuestos y generar deuda pública.

En un país hegemónico como Estados Unidos, con una moneda, el dólar estadounidense, como moneda de reserva internacional, no es una sorpresa que surjan tales ilusiones sobre un Estado omnipotente que creando de la nada, ex nihilo, dinero. La teoría, aunque se opone a la tesis monetaria cuantitativa del neoliberalismo, según la cuál auges y las recesiones pueden controlarse mediante la oferta de masa de dinero, en realidad no está muy lejos de la fantasía de Milton Friedman sobre el “dinero en helicóptero” que impulsa la inversión impulsiva.

Pero, incluso en EEUU, la MMT encuentra oponentes muy hostiles. Larry Summers y la mayoría de los partidarios del “estancamiento secular” rechazan la MMT. El director ejecutivo de Black Rock, Larry Fink, hablando con Blumberg, llamó a la MMT simplemente “basura”.11

La Teoría Monetaria Moderna, obviamente, se opone totalmente al concepto de dinero de Marx que surge de la producción e intercambio de mercancías generalizados como la forma monetaria de valor, trabajo abstracto, tiempo de trabajo socialmente necesario, producido en la producción y manifestado en el intercambio.

La creación de dinero por orden arbitraria del Estado es una forma extrema de fetichismo del dinero, como acertadamente subraya Michael Roberts en su serie de artículos sobre MMT en su blog.12 Es una construcción ideológica que surge de las relaciones de producción capitalistas fetichistas y que oculta su naturaleza como relaciones de explotación del trabajo vivo, de extracción de trabajo excedente por el capital en la forma social de la plusvalor.

Pero este fetichismo del dinero no es exclusivo de la MMT. Es una propiedad común de todas las teorías en competencia en la economía dominante. Su fracaso se vuelve a demostrar durante la actual crisis mundial por la ruina de las políticas monetarias “heterodoxas” extraordinarias, implementadas después de 2008, y luego por el reciente fracaso del intento de revertir estas políticas monetarias, y la nueva posición “moderada”, si no un nuevo cambio de sentido, por temor a que la economía capitalista mundial esté al borde de descender a un nuevo círculo infernal, una nueva ronda de trastornos económicos y políticos de la Tercera Gran Depresión.

Marx ha señalado correctamente, cuando criticó las fantasías de Proudhon sobre el dinero como una solución milagrosa del problema social, que ninguna manipulación de los instrumentos de circulación puede resolver las contradicciones incrustadas y que determinan la esfera de la producción. Como advirtió en el Manuscrito de 1857-58 / Grundrisse: “la doctrina que propone trucos de circulación como una forma de, por un lado, evitar el carácter violento de estos cambios sociales y, por otro, de hacer aparecer estos cambios no como un presupuesto sino como un resultado gradual de estas transformaciones”13 no puede sino fallar miserablemente chocando con la realidad objetiva misma.

El capitalismo global choca con sus límites históricos. Este impasse se refleja en los continuos fracasos y la desintegración de la economía burguesa. Tenemos que marcar nuevamente: “el fracaso de la economía burguesa representa un impasse estratégico para el capitalismo; lo que habíamos llamado la agonía de muerte del homo economicus, es decir, del individualismo metodológico de la economía política burguesa. En palabras simples, la clase capitalista se está quedando sin opciones económicas estratégicas. Por lo tanto, vemos el giro hacia la agresión imperialista y la guerra”.14

La única salida del impasse histórico es por medio de un salto más allá del sistema que se desmorona, mediante una salida socialista de la crisis global. Cien años después del asesinato de Rosa Luxemburgo, nunca fue más actual y urgente la alternativa que ella planteó: ¡socialismo o barbarie!

Marzo 2019

Traducción Olga Stutz y Emiliano Monge

  1. Martin Wolf, Why further financial crises are inevitable, Financial Times March 19, 2019.
  2. N. Rubini and B.Rosa, The Makings of a 2020 Recession and Final Crisis, Project Syndicate, September 16, 2018.
  3. See S. Michael-Matsas, Technological Progress and Social Regression-Technological Revolution, Modern Capitalism, and the Future of Education, Communication presented in the V International Congress Production, Science, Education in Russia- Technological Revolutions and Socio-Economic Transformation, Central Economics and Mathematical Institute of the Russian Academy of Sciences, Moscow, November 29, 2018.
  4. Ver Tom Clark and Chris Giles, Has Economics Failed? Financial Times April 23, 2018, https://www.ft.com/content/670607fc-43c5-11e8-97ce-ea0c2bf34a0b?desktop=true&segmentld=7c8f09b9-9b61-4fbb-9430-9208a9e233c8#myft:notification:c assessed on April 24, 2018.
  5. Savvas Michael-Matsas, Karl Marx and the Future, Critique, 2019, vol.47, No 1, p. 64.
  6. Le Monde No 23031, on the weekend of January 27-28, 2019.
  7. Savvas Michael-Matsas, Karl Marx and the Future, Critique, 2019, vol.47, No 1, p. 64.
  8. Tim Jackson, The Post-Growth Challenge—Secular Stagnation, Inequality and the Limits to Growth CUSP, 13 May 2018.
  9. Rachel, Lukasz And Lawrence H. Summers, Public boost and private drag: government policy and the equilibrium real interest rate in advanced economies, Brookings Papers on Economic Activity, Spring 2019.
  10. op. cit. Conclusion.
  11. Peggy Collins, BlackRock CEO Larry Fink Says Modern Monetary Theory is “Garbage”, en www. blumberg.com , March 7, 2019.
  12. Ver hhtps:// thenextrecession.wordpress.com, /2019/01/28/modern-monetary-theory-parts 1 to 3.
  13. Karl Marx, Grundrisse, Pelican 1973, Capítulo sobre el Dinero.
  14. Savvas Michael-Matsas, Karl Marx and the Future op. cit. p.66.
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