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Apuntes sobre la actual competencia financiera internacional

Escribe Jimena Segura

El nuevo rol de China en la crisis mundial

Tiempo de lectura: 38 minutos

La particularidad de la actual competencia económica y financiera tiene, por un lado, el ascenso de China como jugador financiero internacional de peso, y por otro la agudización de la crisis mundial. Cumplidos los 10 años de la crisis financiera desatada en los EEUU, se pretende mostrar que un mundo regulado llegó para quedarse, lo que inversamente encubre el fracaso del avance regulatorio y los intentos de reinicio de una nueva etapa que busca, con una mayor desregulación financiera, desagotar la crisis de sobreproducción vigente.

La guerra comercial que sacude a las economías del mundo, entre China -que ve caer año tras año sus niveles de crecimiento- y los EEUU -que ve subir su riesgo de recesión-, ha dado lugar a que la prensa burguesa comience a hablar de que nos encontramos en los inicios de una etapa de “desglobalización”. En este sentido, el escenario de rebeliones que actualmente recorre el mundo son expresión de una etapa de profundización del ajuste económico y del avance de los intereses en pugna sobre las diferentes economías del globo que bien puede valerse de guerras y giros represivos sobre los trabajadores para afianzar los intereses de las principales potencias. Particularmente, la rebelión en Hong Kong es un exponente de las contradicciones que esta etapa genera en las relaciones económico-financieras de China con el resto de las economías.

Por ello, la actual guerra comercial y financiera entre EEUU y China tiene sus vaivenes. La resistencia a que las rispideces se profundicen parte de los mismos contrincantes, que ven con temor una mayor escalada de las represalias comerciales. Cuando las proyecciones de crecimiento chino para el 2019 cayeron al 6% anual, se derrumbó la bolsa de Wall Street y las bolsas europeas, arrastrando los principales indicadores bursátiles. Los 90 días de tregua entre el gobierno chino y el norteamericano establecidos posteriormente en el G20, dieron un respiro transitorio a los mercados. Pero la tregua no es tal, ni la guerra comercial logra plasmarse plenamente. Es frente a este escenario que la prensa internacional se sorprende de la armonía de acción entre China y los EEUU a la hora de reprimir el levantamiento popular en Hong Kong.

El eje de la recuperación de la actividad global, luego del 2008, se centró en los ingentes niveles de crecimiento chino, logrando el abaratamiento de la fuerza de trabajo necesario para la recuperación de la tasa de ganancia capitalista global. Ya con el proceso de desregulación financiera de los años ’70, de la mano de una progresiva reincorporación de la URSS y de China al comercio mundial, el capital pudo desahogar niveles de acumulación imposibles de valorizarse al esquema vigente de competencia de las economías-potencia. La profundización de la explotación obrera vivida en las décadas siguientes se sucedió junto al progresivo resquebrajamiento de las conquistas socialistas de esos países.

Con la crisis financiera de 2008 el capital nuevamente chocó contra sus propios límites, pero no sólo adquiriendo mayores dimensiones en cuanto a niveles de quiebra, sino también resultando en un contexto geopolítico y económico cualitativamente diferente. China es actualmente un competidor de peso para las economías de Occidente. De ser un canal de desagote pasó a convertirse en un adicional de saturación de los mercados mundiales. Lo que, siguiendo con esta tendencia, se traducirá en mayores niveles de desregulación de la economía china, por un lado, y de mayor explotación de la clase obrera mundial por el otro, con el intento de universalizar las tasas chinas de producción de plusvalor.

Política monetaria sin estrategia

Un aspecto central en el actual esquema de competencia capitalista es la feroz disputa por los flujos de capitales financieros, es decir por las inversiones destinadas a la apropiación de una porción de plusvalor creado, a través del acto de gestión y centralización de los capitales, necesidad que surge de aumentar los propios ritmos de acumulación. Esto se devela en la lucha por la hegemonía de las diferentes plazas que funcionan como los principales centros de transacción y por tanto de absorción de esta renta financiera global. El avance de los últimos años en los mecanismos de subas de tasa de interés, en las manipulaciones sobre los tipos de cambio, y la llamada “competencia impositiva” (que aborda desde la normativa regulatoria al rol de las offshore), instrumentan la concentración de capitales, legales o ilegales, hacia un mismo fin: la acumulación en época de crisis.

El nuevo ciclo de endeudamiento mundial, encarecido por la suba de tasas posterior al abandono del plan de liquidez norteamericano, responde al avance de la apropiación de este plusvalor por parte de capitales cuyos Estados detentan la potestad de representar sus intereses. Pero ello, por su parte, genera preocupantes obstáculos en la propia capacidad de valorización de los capitales crediticios, que se sostiene en la capacidad de otorgar créditos para la producción y circulación de mercancías. De esta manera, las medidas que apuntan a avanzar en el acaparamiento de la renta financiera global impactan de manera contradictoria sobre la propia acumulación, presionando así a una nueva baja de tasas para reactivar, lo que pone aún más en rojo las arcas fiscales.

Luego de sostener tasas de interés bajas e incluso negativas en términos reales en algunos países como respuesta a la crisis de 2008 y 2009, los Bancos Centrales se encontraron con sus balances tambaleando por las ingentes compras de deuda pública. Por ello el aumento de las tasas se impuso como una necesidad objetiva frente a la finalización del llamado “Plan de Estímulos” de los EEUU que, con la inyección de liquidez y consecuente desvalorización del dólar, llevó a que la Fed acumulara billones de dólares en bonos respaldados por hipotecas y deuda pública. Al mismo tiempo, las bajas tasas de aquellos años incrementaron el ratio Price-Earnings, lo que revela que el crédito fácil fue a parar a la especulación y a la inflación bursátil antes que a aumentar la capacidad de valorización de esa acumulación, lo que justamente intentó contenerse con una suba de tasas, finalmente más lenta que lo planeado inicialmente. El “Plan de Estímulos” estimuló poco y nada, los indicadores de empleo y actividad de los EEUU respondieron débilmente al keynesianismo de Ben Bernanke. Frente al enlentecimiento del crecimiento productivo global, el plusvalor creado se vuelca en cuanto puede a su capitalización ficticia, que por su razón de ser cobra un movimiento relativamente autonomizado al de la creación del valor, hasta que no logra obtener su contrapartida productiva real.

Con la suba de las tasas de interés de la Reserva Federal de los EEUU (FED) y la respuesta de la suba de tasas del Banco Central Europeo y progresivamente del resto de las economías, una nueva etapa de exacerbación de la competencia y de alicaído crecimiento económico se instaló en los últimos años, a pesar de los deliberados -pero moderados- anuncios de recuperación mundial. Al poco tiempo de arrancar ya chocó con sus fracasos. La suba de tasas hubo de ser contenida para el 2019 replegándose a niveles previos porque según los analistas, los índices de inversión de la economía estadounidense, en gran parte consistían en mera acumulación de inventarios.

Desregulación y “financiarización” de la economía: la contracara de la crisis de sobreproducción

El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, publicó año atrás como balance de la década “regulatoria” el documento “Basilea III: Finalización de las reformas poscrisis diciembre de 2017” lo que resultó en un inmediato aumento de la cotización en Bolsa del sector bancario y financiero europeo. Lo que en apariencia podría resultar paradójico, es claro cuando se ahonda en su contenido. No sólo las reformas aprobadas se implementarán recién en el año 2022, o sea quince años después de la crisis, sino que esta nueva regulación resultó ser “menos drástica de lo temido” (1), en tanto que gracias al lobby de la banca alemana y francesa, fundamentalmente, “el Comité centró sus esfuerzos en no elevar significativamente los requerimientos de capital” (2), principal requisito de solvencia bancaria, siendo que tampoco hubo consenso en incorporar como riesgosa a la deuda soberana, inclusive luego del impacto que tuvo la crisis de deuda de los Estados europeos durante el último decenio.

Parte de este lobby también provino de EEUU, cuna de la crisis. Funcionarios norteamericanos criticaron públicamente la participación de la Reserva Federal de EEUU en las consideradas “opacas” reuniones de Basilea. Con Trump como presidente, el planteo desregulatorio incluso se concretó y alcanzó otra dimensión con la aprobación en 2018 de su proyecto de ley de suavizar las regulaciones financieras, lo que en parte se lograría mediante la reducción del número de bancos sometidos a mayores regulaciones y requerimientos de capital. Quedaría por ejemplo liberada de revisiones más estrictas entidades financieras como American Express. El “too big to fail”, lema de la crisis de 2008, ya molesta demasiado.

La desregulación financiera devela un período de mayor competencia por el acaparamiento de flujos de capital a través del abaratamiento de su circulación y el aumento en su capacidad de concentración específicamente para aquellos que detentan mayores posibilidades de valorización. Como parte de esta necesidad de cooptación de estos movimientos, ello normalmente avanza de forma conjunta con el incremento de las tasas de interés y el consecuente reflujo de capitales de los llamados emergentes a las principales economías del globo, hoy fundamentalmente EEUU (fligth to quality). En este sentido el proceso desregulatorio a encarar diez años después de la crisis, implica de conjunto un mayor acaparamiento de plusvalor por los capitales imperialistas y el capital financiero internacional actuando como facilitador de este proceso. Concentración y centralización de capitales, a escala planetaria.

Junto a las políticas de ajuste y de confiscación salarial en las principales economías frente a las caídas de las tasas de crecimiento mundial, la rapiña financiera, si bien requirió de una nueva etapa de recuperación de estas tasas de interés, encontraron a su vez una limitada capacidad de acción. Es en este sentido que la llamada “financiarización” de la economía puesta como el problema de la crisis actual, asume la limitación de tal concepto al evidenciarse que la renta financiera mal puede reproducirse sin la valorización de los capitales invertidos en la producción. Frente a tal limitación en los ritmos de acumulación mundial, la perspectiva de una profundización en la explotación de la clase obrera mundial pretende ser la base esencial de la recuperación de la tasa de ganancia capitalista.

Esta etapa opera, como es de esperarse, en medio de un panorama de baja Inversión Extranjera Directa (IED) que podría entenderse como un indicador de los flujos que apuntan a inversiones productivas de más largo plazo (3). El último reporte sobre inversiones de la UNCTAD de 2018 (4), es ilustrativo en este sentido. Profundizando la tendencia regresiva desde el 2016, señala que en 2017 los flujos globales de IED cayeron en un 23%, explicando que una de las principales causas fue la disminución de las tasas de rendimiento de este tipo de inversiones. Para el caso de los EEUU, el principal receptor de IED, la reducción fue del 40% y la caída en el Reino Unido fue del 92%. China, sin embargo, sigue ocupando el segundo lugar y registró un leve aumento.

Ya desde 2018 se advierte sobre la fuerte disponibilidad de cash por parte de las empresas norteamericanas que, según la agencia financiera de noticias en Europa, CNBC, surge de años de acumulación de beneficios (5), lo que por su parte revela la reticencia de las empresas a realizar inversiones productivas. De aquí se sucedió un período de recompras de acciones, reparto de dividendos y fusiones que incluso explicarían cerca del 40% de la performance de las acciones para ese año (6). Las compañías duplicaron el nivel de recompras de sus propias acciones a partir de la reforma impositiva de Donald Trump, reduciendo de 35% a 21% el impuesto a lo repatriación de flujos de dinero en efectivo retenidos fuera del país (7). La recompra de acciones, por su parte, alcanzó el segundo nivel más alto en cuanto a crecimiento interanual desde 2009, el primer año de un mercado en alza. El récord fue en 2016 frente a un período de alta volatilidad. Algunos congresales del Partido Demócrata denunciaron que se trata de un mecanismo para “inflar las billeteras de los accionistas antes que para incrementar salarios o incentivar inversiones de capital” (8).

La recompra de acciones es por tanto un mecanismo polémico dentro de la propia lógica capitalista. Este mecanismo es en ocasiones visto como una forma artificial de revalorizar acciones y de repartir beneficios entre accionistas, diferenciado de la repartición de dividendos en tanto que a su vez permite una centralización de la propiedad de las mismas y por tanto de mayor control corporativo por parte de sus principales tenedores de acciones. Es visto asimismo como un mecanismo en donde se está primando la revalorización de la acción en base a la demanda sobre sus propios activos antes que frente a los efectos de una reinversión productiva. De aquí que existan en muchas ocasiones normativas corporativas de que no se puedan realizar estas recompras al menos que el valor de la acción se encuentre muy por debajo de su valor intrínseco. Son por tanto en esta ocasión típicos manotazos de ahogado en momentos de decaimiento económico.

Las recompras de acciones se convirtieron en un instrumento corporativo común recién a partir de la desregulación financiera de los años ´80 y se tornaron aún más frecuentes en los últimos años. Según Bloomberg el 56% de los beneficios de las empresas de los EEUU se destina actualmente a la recompra de acciones. La utilización excesiva de cash en ese país es por tanto criticada al no ser destinado al crecimiento de la capacidad productiva que dé lugar a la creación de empleos. En promedio, advierten, el capital fijo y los bienes durables en posesión de las familias son más viejos que nunca desde los años ´50, lo que devela la falta de reposición de capital. También “la infraestructura privada está sufriendo esta negligencia”, dicen, no sólo la pública en relación a puentes y caminos.

La tensión se concreta aún más teniendo en cuenta que los altos ejecutivos en EEUU cobran cerca de un 40% en opciones de acciones, por lo que tienen el incentivo personal para decidir sobre estas recompras y aumentar el EPS (beneficios por acción por sus siglas en inglés). Especialmente en un contexto donde el rendimiento promedio de las inversiones de efectivo es bajo, remarcan desde una agencia financiera. De esta manera se revela el interés de las recompras y del destino de este efectivo, nuevamente como consecuencia del bajo rendimiento de las inversiones.

El aumento del EPS puede por tanto ser artificial e incluso enmascarar problemas financieros. En muchas ocasiones las empresas se endeudan para realizar las recompras. FactSet Data muestra que cerca de 150 empresas del S&P 500 realizaron recompras que excedieron los flujos de cash en niveles que vienen creciendo desde su pico más bajo en 2010 que eran del 30% (9). La deuda y los beneficios crecieron paralelamente entre el 2011 y el 2017, pero ya hacia 2018 el crecimiento de la deuda se dio conjunto a una caída en los beneficios, lo que elevó el nivel de apalancamiento corporativo. Analistas de S&P a partir de ello elevaron el riesgo de recesión de los EEUU para los próximos 12 meses (10).

La caída de la tasa de ganancia y el freno al ritmo de acumulación son indicadores de la crisis de sobreproducción que tiene la especificidad de manifestarse en la deflación de la producción industrial y la recompra de acciones en la principal potencia del globo.

La crisis en China

Difícil que el proceso de regulación postcrisis pudiese terminar en algo distinto que en su fracaso. En el contexto de la caída de la tasa de valorización del capital, los manotazos proteccionistas y de reforzamientos de controles sobre los movimientos de capital, reflejo del interés de capitales nacionales improductivos o que se valorizan por debajo de la tasa general de ganancia, se topan con las necesidades de acumulación del capital que tiene la potencia de hacerlo.

En este marco asciende China como fuente global de capitales, y lo que pretende aquí la desregulación, es una mayor captación y capacidad de valorización de estos flujos. La contraparte, sin embargo, implica desregular trabas de otro calibre. La progresiva desregulación de capitales que viene mostrando China, se encuentra también con el límite de la crisis. Es así que, a pesar de que China responde a los intereses de la burocracia interna, por un lado, y del imperialismo por el otro para abrir sus mercados, facilitando la entrada de capitales imperialistas para la explotación de los trabajadores chinos y del resto de Asia, y la salida de capitales chinos para valorizarse en Europa, África, Asia y América Latina, a la hora de la verdad, no se alcanzan ni de un lado ni del otro los topes impuestos por la burocracia asiática. China quiere abrirse al mundo, el mundo quiere que China se abra, pero la crisis dice “hasta acá nomás”.

Esto puede observarse en el balance sobre el desempeño del programa de conectividad entre la bolsa de Hong Kong y la de China, teniendo en cuenta el papel fundamental del primero como termómetro de la apertura del segundo. El programa Shanghai-Hong Kong Stock Connect lanzado en 2014 apuntó a superar los programas previos de apertura a las inversiones extranjeras en China (QFII y RQFII) ampliando e incluyendo a los inversores minoristas en el acceso a su mercado accionario y avanzando en la eliminación de más restricciones.

El Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido publicó un informe especial sobre China – Hong Kong Capital Markets Connections de enero de 2017 (11) que señalaba que desde iniciado el programa los flujos de capital fueron predominantemente de China hacia Hong Kong (Southbound) por la búsqueda de los inversores chinos de diversificar inversiones. Sin embargo, no se habían alcanzado las cuotas límite impuestas de 300 mil millones de yuanes (aproximadamente 47 mil millones de dólares), encontrándose en aproximadamente 140 mil millones a la fecha del informe. El pico en estas salidas se dio en julio 2015 y cae meses después luego de la caída de la bolsa de Shanghai que sacudió las bolsas en el mundo y expuso la burbuja especulativa que existía en torno a los capitales chinos. Por otro lado, las inversiones extranjeras sobre acciones de compañías chinas (Northbound) habrían sido también limitadas, señalan. En parte porque el índice de estas acciones cotizadas en yuanes (A-shares) se compone por empresas de industria pesada que fueron perjudicadas por la caída de las tasas de crecimiento chino. También China desde su propio “lunes negro" en que se desplomaron las Bolsas tras el derrumbe del índice de valores de Shanghai en 2015, se vio forzado a elevar su propia tasa de interés en un 10%. Para ese entonces el nivel de endeudamiento público chino se había duplicado en sólo 3 años, la burbuja inmobiliaria había alcanzado sus máximos históricos, y el crecimiento se había desacelerado hacía dos años. Pero fue el programa de relajamiento monetario encarado por los EE UU el que marcó la agenda. Desde 2005 el yuan se revaluó junto con el dólar al adoptar a partir de ese año la fijación cambiaria del yuan respecto de la moneda norteamericana de forma administrada por el Politburó con una banda de fluctuación del 2%. Pero ya desde mediados del 2014, el dólar se venía apreciando con el abandono del Quantitative Easing de la FED y el progresivo aumento de tasas, lo que llevó a una persistente apreciación del yuan. Mediante una mayor flexibilización de la moneda se apuntaba también a entrar en los requisitos del FMI para hacer que el yuan sea considerado divisa.

En mayo de 2018, el índice referente de mercados emergentes del Morgan Stanley MSCI incluyó las acciones A-shares de China a partir del impacto positivo del programa Stock Connect de las bolsas y el relajamiento de los requerimientos del país asiático para su incorporación a índices de inversión internacionales. Ese mismo mes las cuotas límite se cuadriplicaron, presumiendo este nuevo escenario. Sin embargo, para este 2019, los analistas declaman que no será necesaria una expansión de las cuotas en tanto que las transacciones son más débiles de lo presupuesto y serían cerca de 10 veces mayores que el flujo corriente diario (12). La avidez de China por avanzar en estas inversiones y las limitaciones del capital mundial pueden también avizorarse en la comparativa de la actividad “Northbound”, que refleja los productos de la bolsa de Hong Kong disponibles para ser adquiridos por los inversores de la China central, respecto de la “Southbound”, los productos chinos disponibles en Hong Kong, siendo significativamente mayor para el primer caso, lo que brinda un neto de flujos negativo para China. A fines de 2018 estos flujos netos negativos sumaron un acumulado desde su lanzamiento cuatro años atrás en un aproximado de 1,8 billones de yuanes (270 mil millones de dólares). Las razones replicadas por el Reino Unido es que “existe aún riesgos de fuertes control de capital que preocupa aún a los inversores extranjeros respecto de la posibilidad de repatriar beneficios”.

Siendo el mercado de bonos chinos el tercero más grande del mundo, está también planteado el avance en el desarrollo de la conexión del esquema de bonos entre China y Hong Kong, teniendo en cuenta que los inversores internacionales sólo tienen el 2% del total. En esta misma línea los fondos de inversión de China y de Hong Kong pudieron abrirse a los inversores minoristas. Es interesante observar que, según un señalamiento del mismo informe británico, sólo 7 fondos localizados en HK fueron aprobados por la Comisión Reguladora de China (CSRC) siendo el JP Morgan’s Asian Total Return Bond Fund el que domina este mercado captando la mayor parte de estas inversiones, aunque más del 90% provienen de los propios inversores chinos. La burocracia a través de la gestión del capital financiero internacional financia parte de la deuda soberana china.

En la misma línea, el FMI reclama (13) que la inversión extranjera en acciones chinas viene en aumento, pero aun es baja. Advierten que existen restricciones sobre las inversiones aun, y además el panorama económico a partir de la caída del sector industrial chino atenta contra esto.

Ya en 2015 en una columna del South China Morning Post, Shuaihua Wallace Cheng, directivo del ICTSD China, señaló que próximamente China tendrá que enfrentarse con los problemas derivados de su “exceso de capacidad industrial” en sectores clave como el hierro y acero, vidrio, cemento, aluminio, paneles solares y equipamiento de generación eléctrica, en que la tasa de sobrecapacidad superó el 30%, umbral en que la sobreproducción puede llevar a defaults de los préstamos que las empresas tomaron y que vieron caer sus beneficios.

De aquí que los aranceles impuestos por Trump distan de ser un capricho personalista como la prensa pretende presentarlo. Es el fracaso del proyecto de reducir el déficit comercial con China vía el “plan de los 100 días” de 2017 luego de asumir la presidencia.

De esta manera, un recrudecimiento de la competencia y de la internacional crisis de sobreproducción se descargará aún más sobre los trabajadores. A sólo modo ilustrativo, según el Banco Internacional de Pagos, los altos aranceles de Estados Unidos aplicados al 2017 sobre las importaciones procedentes de México o China incrementarían en un 0,86% los costes del sector del transporte del país norteamericano, y para compensar este aumento en su totalidad, los costes laborales tendrían que recortarse en torno a un 6% (14).

El nuevo rol del capital financiero chino

Según las últimas estadísticas del Banco Internacional de Pagos (BIP), organismo radicado en Basilea (Suiza), que nuclea 60 bancos centrales y diseña los esquemas regulatorios financieros de carácter internacional, para el primer cuatrimestre de este 2019 la actividad bancaria internacional aumentó por primera vez luego de su caída en 2017 y su estancamiento durante 2018 (15).

Dentro de los principales bancos que son netos acreedores fuera de sus fronteras, el líder es Japón (4,1 billones de dólares), seguido del Reino Unido (3,4 billones de dólares), luego EEUU (3,27 millones de dólares) y Francia (2,76 billones de dólares). La presencia líder de Japón frente a las potencias occidentales se expandió a partir de la crisis financiera de 2008. En su conjunto, los bancos que prestan al extranjero provenientes de Japón, Francia, Reino Unido y los EEUU alcanzan cerca de la mitad del volumen de crédito internacional.

Los créditos extranjeros en dólares destinados a China son principalmente provistos por Gran Bretaña en cerca de 200 mil millones de dólares, y le sigue EEUU, pero con la mitad, luego Japón, Taiwán y Francia. Estos datos de conjunto dejan fuera de consideración a la intervención de la propia banca china que no reporta aun este tipo de estadísticas al BIP. En un informe específico realizado por el BIP en 2018 en torno a los bancos chinos, los analistas aseveran que “tienen una presencia global considerable y creciente” (16). Atendiendo a una estimación de estas estadísticas bancarias correspondientes al tercer trimestre de 2017, los bancos chinos ya ocupaban el sexto puesto mundial como acreedores internacionales, con activos financieros transfronterizos por valor de cerca de 2 billones de dólares, tendencia en ascenso siendo que en 2015 eran los décimos acreedores en orden de importancia en el sistema bancario internacional. Por otra parte, los bancos chinos son el tercer mayor proveedor de dólares estadounidenses al sistema bancario internacional.

El informe remarca que en los últimos años se ha observado un retorno de la banca regional en Asia, y que los bancos japoneses vuelven a ser protagonistas, pero ya no dominan esta actividad de préstamo en la medida en que lo hacían antes de 1997. Ahora ha surgido otro grupo importante de prestamistas de la región, que incluye a los bancos de China y a otros bancos radicados en los centros financieros de Hong Kong y Singapur.

En posiciones en dólares estadounidenses, los bancos de China fueron grandes acreedores netos: a finales de 2015, sus activos transfronterizos en dólares estadounidenses excedieron en casi 300 mil millones de dólares a sus pasivos en esa moneda” (17). En ese momento, los únicos acreedores netos en dólares todavía mayores fueron los bancos japoneses y británicos.

El fortalecimiento de China como inversor internacional está planteado incluso desde una necesidad de la acumulación del sistema capitalista. Desde las Naciones Unidas se plantea que, a partir de las necesidades globales de inversiones en proyectos de infraestructura, ya sea puertos, rutas, redes eléctricas, en los países en desarrollo necesitan un incremento adicional de 1 billón de dólares de inversión anual, siendo que se espera que los nuevos bancos de desarrollo de China ocupen un papel fundamental en este proceso (18). De aquí las respuestas de inyección de liquidez realizadas por el Banco Popular de China como ocurriera a principios de 2019 para dar respuesta al derrumbe en el crecimiento mundial del crédito bancario.

Pero Estados Unidos sigue siendo el mayor país inversor del mundo, le sigue Japón y luego China en que se redujo por primera vez en 15 años y pasó del segundo al tercer lugar. En cuanto al stock acumulado de IED, EEUU es el más importante y prácticamente quintuplica los montos correspondientes a China o a los europeos más fuertes como Reino Unido, Alemania o Francia.

EEUU, como principal potencia imperialista, se erige sobre cimientos inestables. Los esporádicos aumentos del PBI mundial luego de la gran crisis de 2008 no dieron respiro a la alicaída economía global, lo que explica por qué cada vez que la Fed tenía que aumentar la tasa aparecía el famoso “libro Beige” que muestra los niveles de empleo de EEUU diciendo que en realidad la recuperación no era para tanto. El problema es que ni los balances de la Fed, ni la especulación que brinda el crédito barato sin la contraprestación productiva correspondiente, son sostenibles.

China logró en un principio sostener parte de la debacle, hasta que fue arrastrada por la crisis mundial con el derrumbe de su propia bolsa en 2015, justamente absorbiendo parte de los efectos de este proceso de recuperación de tasas. La especulación bursátil en la nación que hasta no hace mucho se jactaba de no tener desigualdad en sus ingresos, devino, con su descomposición histórica, en la inevitable necesidad de la acumulación de capitales chinos, en la internacionalización del yuan y en una creciente apertura de su mercado de capitales.

Contrapuntos de la apertura china: Hong Kong explosivo y Brexit truncado

Es interesante percibir estas tensiones en la observación de dos fenómenos: el Brexit, y el devenir de Hong Kong. De distinta manera el Reino Unido se desprende de Europa y de Hong Kong, y ambos fenómenos develan el ascenso relativo de China que se evidencia en el recrudecimiento de la competencia de Asia y Europa con los EEUU, en un marco de “débil recuperación” como gustan señalar los diversos organismos internacionales. La consecuente interdependencia de potencias que se encuentran en un escenario de fuerte competencia, son la antesala de una crisis mundial sin precedentes para la clase obrera.

La plaza financiera de Londres fue base en el camino de una mayor internacionalización y occidentalización del yuan. Londres junto con Hong Kong y Singapur, son las únicas plazas financieras donde el yuan es convertible. Desde mayo de 2016 Londres se transformó en una plataforma fundamental de intercambio en yuanes como puntapié fundamental para la reconversión del yuan en divisa por el FMI.

Los fuertes lazos históricos entre China e Inglaterra establecidos desde la Guerra del Opio explican en parte la construcción de este vínculo donde Londres es referente actual de la cotización de su moneda. El tipo de cambio establecido por el Banco Popular de China pasó en ese año, como parte de su política de apertura, a contemplar en su cotización su precio de mercado, resultante de las transacciones que se suceden en estos tres centros financieros donde el yuan puede intercambiarse libremente.

Poco antes del referéndum del Brexit (2016), la visita de Xi Jinping al Reino Unido junto a 150 hombres de negocios fue acompañada del lanzamiento del primer bono del Banco Popular Chino a cotizar en yuanes fuera de China, lanzándose en Londres, lo que formó parte en el momento de la pulseada con EEUU en respuesta al Tratado de Asociación Transpacífico (TTP en sus siglas en inglés) (19). Sólo meses después el yuan fue adoptado como divisa por parte del FMI. La mayor liberalización de la moneda fue requisito por parte del Fondo para que el yuan forme parte de la canasta de divisas que pueden por tanto ser utilizadas como moneda de reserva mundial. Ya desde ese año los bancos centrales europeos están optando por acumular reservas en yuanes. Aun siendo la quinta divisa en relevancia, solo el 1,99% de los pagos internacionales es realizado con esta moneda, contra el 40,1% en dólares y el 33,74% en euros (datos Swift).

Ya post crisis 2008 las declaraciones de Ben Bernanke siendo presidente de la FED, instaban a que China tendiera a liberalizar la cotización de su moneda como paso previo a que pudiera ser considerada divisa. Por eso luego de que en agosto el Banco Popular Chino cambiara el mecanismo de fijación de su tipo de cambio para aproximarla más a las tendencias de mercado, dijo “lo que está haciendo China es lo que le hemos pedido que haga”. Justamente para lograr esta acepción por parte del FMI, China hubo de realizar una progresiva liberalización en la cotización de su moneda como parte de sus reformas pro-mercado ya iniciadas con su incorporación a la Organización Mundial de Comercio en 2001.

Luego de aprobado el Brexit y abandonado el TTP por parte de los EEUU, la tensión comercial adquirió una nueva escalada con los aranceles al acero y la obstaculización de las inversiones chinas en empresas norteamericanas junto a moderados manotazos de suba de intereses como forma de acaparamiento de los flujos de capital. Y en un esquema donde los capitales chinos cobran mayor relevancia, como respuesta China amenaza con seguir reconvirtiendo sus reservas en dólares y en bonos norteamericanos en inversiones u otros activos como el oro.

Las visitas que realizó en un principio Theresa May a China con una delegación de 50 empresarios buscaron profundizar el posicionamiento del Reino Unido frente a la incertidumbre sobre el devenir concreto en que resulte el famoso Brexit. Allí se firmaron acuerdos por 9 mil millones de libras, donde la entonces mandataria del Reino Unido predicó que el Brexit favorecería la libertad para establecer sus propios tratos comerciales con economías por fuera de las imposiciones de la Unión Europea. Y por parte de Xi Jinping, éste aclaró que los mercados de China se encontrarán por su parte más abiertos hacia el Reino Unido.

Luego de la renuncia de May, Boris Johnson quedó entrampado en medio de la guerra comercial entre EEUU y China. Ya en un principio, EEUU acusó al Reino Unido de ser un constante aliado de China al ser el primer país de occidente en sumarse al Beijing’s new Asian Infrastructure Investment Bank en 2015.

En el China Daily de diciembre pasado, se develó asimismo la expansión de los bancos chinos en Londres con un crecimiento en comercio e inversión entre ambas naciones, lo que según el medio asiático “parece ir en contra de la incertidumbre económica esperada como resultado de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea”, adjudicando la relevancia de esta presencia para mantener el rol principal de Londres como plaza financiera. Señala el artículo que los bancos chinos crecieron en Londres justamente con el fin de aumentar la utilización del yuan offshore, e inclusive los bancos estatales chinos crecieron en Londres luego del Brexit, en su objetivo de consolidar la aún tambaleante Nueva Ruta de la Seda, donde compañías británicas muerden en los proyectos de infraestructura que sin embargo aún no logran consumarse.

En base a datos de la Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication de abril 2018, el 38,63% de las transacciones en yuanes realizadas fuera de China se realizan en Londres, y se mantienen altas y crecen “a pesar de la incertidumbre que genera el Brexit” (20). El London-Shanghai Stock Connect Program propuesto en 2015 finalmente arrancó en junio de 2019. Esta conexión permite a los inversores del Reino Unido comprar de manera directa acciones chinas y viceversa, esquema similar -aunque con más limitaciones- al programa existente entre China y Hong Kong.

En el South China Morning Post (prensa de Hong Kong) de abril 2018 se menciona que los bancos asiáticos se quedan en el Reino Unido a pesar del inminente Brexit, en gran parte porque ya poseen sucursales en otros países de Europa y porque tampoco el nivel de negocios que sostienen en otros países justifica un mayor crecimiento. Así los bancos asiáticos no se mudan en masa a Paris, Frankfurt, Dublin o Amsterdam, sino que por el momento excepto movimientos marginales se mantienen en el Reino Unido. También el Bank of East Asia de Hong Kong duplicó el tamaño de su sucursal en Londres mientras su gerente general declaraba que el referéndum no tuvo impacto significativo en sus operaciones.

El Brexit no llega en un corto plazo a desmoronar al Reino Unido frente a la falta de alternativa por parte de un desarrollo de la banca de la Europa continental que suplante a Londres que es aún la principal plaza financiera de Europa. El capital no logra reemplazar el particular rol que posee, y es por tanto bisagra de la tensión entre el reposicionamiento financiero de China y la hegemonía imperialista de EEUU.

Dentro de los principales pasos post Brexit en este reseteo de las relaciones Reino Unido y China, (y por ende China-Europa), se firmó el “Joint Trade and Investment Review” (revisión conjunta del comercio y la inversión) que sería más abarcativo que un acuerdo comercial, y que sólo podría realizarse al estar el RU fuera de la UE (normativas comerciales, etc), y fue reforzado a mediados de 2019 (21). El anuncio que hiciera Cameron en 2015 de comienzos de una “era dorada” entre ambas naciones frente a la inminente entrega de Hong Kong (a realizarse en el año 2047), con la guerra comercial mundial distan de tener una dorada travesía.

La interdependencia de las principales economías del globo, en medio de una crisis, contiene el vínculo siendo que el Reino Unido es el mayor receptor de IED de China, que en 2016 alcanzó los 30,5 mil millones de dólares (relación mutua). Pero problemático también el déficit comercial que tiene el país europeo con el asiático que alcanzó un récord para el mismo año por 38,1 mil millones de dólares, un tanto más que las IED, es decir lo que sale del RU por cuenta corriente le vuelve por la cuenta capital…. pero en parte, porque vuelven a China mediante la acreditación de dólares por parte del sistema bancario británico con un pasivo acumulado de poco más de 200 mil millones. A lo que se suma indirectamente el pasivo de Hong Kong con los bancos británicos.

Uno de los mejores observatorios de esta contradicción es Hong Kong. El “one country two systems” trepida por su precario futuro frente a la creciente apertura china, lo que va tomando color en la rebelión que dista aun de ser contenida por las fuerzas represivas. Esta región, que juega un papel fundamental en este proceso, se desarrolló a su vez dentro de la propia esfera financiera londinense. Esta "Región Administrativa Especial de la República Popular de China" –así llamada en 1997 al ser devuelta por Inglaterra luego de estar bajo su dominación desde 1842 en que China pierde la famosa "Guerra del Opio"–, se trata de una región históricamente "bisagra" entre Oriente y Occidente, que por ello se convirtió en la plataforma de restauración capitalista del gigante asiático luego de la muerte de Mao Tse Tung a fines de los ´70.

Función esta histórica que fue transformando a esta región de ser un intermediador comercial a convertirse en uno de los principales centros financieros del globo y ser llamada así la economía "más libre del mundo". Pero su rol es en sí mismo explosivo frente al proceso de reapertura chino, por un lado, y la crisis financiera internacional, por otro.

En este sentido las características de su moneda son sumamente ilustrativas. El "dólar Hong Kong", que no tiene impresa la imagen de Mao sino la de los leones del HSBC (Hong Kong and Shanghai Banking Corporation). La región no tiene un Banco Central, sino que cuenta con una autoridad monetaria que controla y regula la emisión realizada por tres bancos privados (uno de Hong Kong, el otro chino y el otro británico) (22), lo que brinda a esta economía una requerida convertibilidad de larga data que garantiza de una rentabilidad al capital extranjero inversor. Su funcionalidad como principal centro financiero para financiar proyectos en China atrayendo capitales de todo el mundo, surgió desde que se convirtió en su agente financiero internacional en 1949 con la fundación de la República Popular China cuando Mao anunció el no pago de la deuda externa por lo que no podía acceder a acreedores de manera directa. Así no formó más parte de la comunidad financiera internacional, siendo Hong Kong quien cubrió ese lugar tomando préstamos y pasándolos a China. El intento de que la revolución china pudiera expandirse en Hong Kong mediante los levantamientos de 1967, lo que tiene la apariencia de ser el inverso de la rebelión actual, también fue duramente reprimido por el ejército británico, convirtiéndose gracias a ello en “la región más libre de todas”.

Pero el tipo de cambio del dólar Hong Kong llegó al máximo de la banda cambiaria impuesta en 2005. Desde 1983 se fijó en 7,75 como resultado del acuerdo entre Margaret Thatcher y China donde comienza a pactarse la entrega de la región, y consistió fundamentalmente en la preservación de los capitales británicos. Ya en 2005 se impuso una brecha cambiaria con el tope máximo de 7,85 que recién fue alcanzado meses atrás como resultado de la suba de tasas de la FED para frenar un posible drenaje de sus reservas de dólares. En 2015 enfrentando también su propia burbuja especulativa Hong Kong se vio amenazado por el incremento de las tasas de interés de los EEUU y por el problema de la deuda griega. En ese contexto, el entonces secretario financiero, John Tsang Chun-wah, alertó sobre la posibilidad de que se esté ingresando en una nueva crisis financiera, remarcando en su blog oficial la necesidad de fortalecer la integración económica con la región central (Mainland). A partir de ello, tambaleó la histórica banda cambiaria establecida entre el dólar de Hong Kong y el estadounidense. Como expresión de la caída en los niveles de crecimiento chino, y a partir del desarrollo de la competencia comercial y financiera en la que participan EEUU y Europa, la bolsa de Hong Kong también se vio afectada.

Así se conforma el escenario premonitorio a la rebelión. La prensa y analistas burgueses normalmente culpan a las protestas sociales de ser causas, antes que las consecuencias, de los malestares económicos. Si bien puede esperarse que este impacto suceda en la coyuntura de los mercados, lo que fácilmente omiten es la razón económica que conlleva al descontento social. En tanto que el detonante de las protestas en Hong Kong se encuentra evidentemente vinculado a la cuestión política de sometimiento de la región a la China continental, el escenario de Hong Kong comenzó a tensarse a partir de las consecuencias económicas producto de las transformaciones del mercado mundial. Con el aumento de la tasa de interés de la Fed que traccionó a una apreciación del dólar, la tensión sobre la banda cambiaria fija del dólar de Hong Kong llevó la cotización al techo establecido, lo que no había sucedido desde el 2005, y que a su vez se sucedió junto a un proceso de fuga de capitales. Con la previsión de la liberalización de la región para el año 2047 en un marco de progresiva liberalización financiera de China, se impone el cuestionamiento del rol económico y financiero de Hong Kong con todas las contradicciones políticas que ello conlleva. Rol necesario de contener actualmente en este período transicional tanto para los capitales internacionales como para China. Es también dable de entender que, a partir de esta misma situación, la perspectiva sea la de preservar su papel de centro financiero offshore. Hong Kong seguirá, ya bajo otros condicionamientos instalados por la propia crisis, jugando un papel de encubrimiento y de valorización de gran parte de los capitales en negro del mundo. Por su vínculo con China, con el Reino Unido y con los bancos y empresas internacionales, Hong Kong es un títere que no puede dejar de ser.

La guerra de los Offshore

Desde los años ´80 con el proceso de desregulación financiera comenzado en los años previos, se desarrollan los centros financieros offshore en Suiza, Hong Kong y Bahamas, denominación que comúnmente se utiliza para los paraísos fiscales que solían ser islas (offshore=costa afuera) y que fue adoptado por estas regiones consideradas las más “libres” del globo, básicamente porque ofrecen además de bajos impuestos el anonimato, y por tanto la base de creación de empresas fantasma y de financiamiento de actividades ilegales.

Frente a este nuevo escenario internacional, los centros financieros offshore son protagonistas de la crisis que se expresa en guerras de servicios de inteligencia, en los acuerdos y desacuerdos sobre blanqueos de capitales y la supuesta lucha contra “el delito financiero” donde los Estados intervienen representando los distintos intereses de capitales en pugna.

El volumen de crédito pendiente de cobro de la banca offshore superó ya en el 2017 el pico registrado en 2008 durante la crisis financiera, que se calcula ascienden a 4,6 billones de dólares. Y los mayores incrementos de recepción de crédito se dieron en los centros bancarios offshore por 124 mil millones de dólares, y principalmente en moneda norteamericana según los datos del mencionado reporte del BIP. Los préstamos a los EEUU se incrementaron en 45 mil millones de dólares mientras que cayeron en Japón y Europa. En el informe se señala que, en los recientes años, la actividad de los centros bancarios offshore fue una de las áreas de mayor crecimiento en lo que concierne a la actividad bancaria trasfronteriza. Luego de contraerse en un 2% en 2015, creció en un 3% en 2016 y en más del 7% en 2017, siendo para ese año los centros offshore de mayor crecimiento Hong Kong en primer lugar seguido por Singapur.

Ya la puesta en marcha en 2014 del convenio de reconocimiento mutuo de fondos de inversión en línea con el Shanghai-Hong Kong Stock Connect, fue producto de la necesidad de fortalecer la posición de Hong Kong como centro financiero internacional y en su rol de centro de negocios offshore en yuanes. De aquí que la liberalización del yuan le va por otra parte quitando su significativa exclusividad. Hong Kong es lo que es, porque China es lo que es.

Además de los niveles del crecimiento de la riqueza offshore, un reciente estudio sobre el desarrollo actual de estos paraísos fiscales (23) estima que estos centros poseen el 10% del PBI mundial. Remarcan la evidencia de cómo fue creciendo la riqueza depositada en estos centros financieros en las últimas cuatro décadas, con nuevos jugadores entrando al mercado facilitado por las innovaciones tecnológicas y financieras que a su vez simplifican el movimiento de fondos internacionales. En 2016, varios centros financieros offshore como Suiza, Luxemburgo, Hong Kong y las Islas del Canal ubicadas en el Canal de la Mancha que pertenecen a la Corona Británica pero no al Reino Unido (por lo que ya se encuentran fuera de la Unión Europea y por tanto fuera de su esquema regulatorio), comenzaron a develar información de montos de depósitos bancarios de extranjeros, información recopilada por el BIP.

Hasta este año el BIP contaba con la información agregada de cada uno de estos centros, pero a partir de 2016 cuenta con información bilateral que le permite conocer la nacionalidad de los depositantes (24). Se devela en estos datos un crecimiento de los montos de riqueza en las Islas Vírgenes Británicas, Panamá y similares paraísos fiscales donde se establecen la mayoría de las empresas fantasma. Este tipo de vericuetos jurídicos se incrementó rápidamente desde mediados de la década del 2000. A partir de la crisis financiera de 2008 el esquema se fue modificando. Suiza y sus colonias británicas declinaron en términos relativos como centros offshore y crecieron los asiáticos, particularmente fuerte se dio este crecimiento en Hong Kong. En 2007 Hong Kong administraba menos riqueza que Jersey (la isla más grande de las Islas del Canal), las Bahamas o las Islas Caimán (también territorio británico). Pero entre 2007 y 2015 sus activos se sextuplicaron y ahora ocuparía entre el segundo o tercer lugar luego de Suiza.

El Índice de Secreto Financiero de 2018 elaborado por Tax Justice Network, asociación de periodismo independiente normalmente consultada para la publicación de estos indicadores, estima que entre 21 y 32 billones de dólares de riqueza financiera privada se encuentra en los centros offshore, y que la competencia entre los mismos se disparó en los años ’80. Según este organismo, dentro de este último ranking Suiza ocupa el primer lugar, le siguen las Islas Caimán, luego Hong Kong, Singapur, Luxemburgo, Alemania y Taiwán.

El relativo bajo ranking del Reino Unido, sin embargo, remarcan, es aparente. Las dependencias de la Corona británica como Jersey, Guernsey y Isle of Man, así como los territorios de ultramar como las Islas Caimán, Bermuda y las Islas Vírgenes Británicas, junto con la propia City de Londres se transforman en la parte más importante del mundo offshore, lo que lo llevaría incluso por encima de Suiza. Cabe remarcar en este punto que, según el FMI, el uso del yuan se incrementó desde 2010 siendo Hong Kong el mayor centro offshore de esta moneda, a pesar de que se contrajo en 2015. Los depósitos en yuanes, advierte, se redujeron del pico de 2014 en un 48% (mayo 2017) y también habría declinado la emisión de bonos en moneda china. En un mediano y largo plazo el organismo espera que este mercado continúe creciendo con la mayor internacionalización del yuan y la apertura de la cuenta capital de China. Remarca el FMI la estrecha conexión entre los centros financieros de Hong Kong y el Reino Unido “debido a la presencia de una gran cantidad de bancos del Reino Unido”, y un pasivo del sector financiero respecto al país europeo del 116% del PBI.

Singapur, otra histórica colonia británica independizada en 1965, marca Tax Justice Network, se reparte históricamente el mercado asiático con Hong Kong. El primero sirve al sudeste asiático, y el Segundo a China y norte de Asia. Pero más allá del foco asiático como destino, una importante cantidad de depósitos bancarios proviene del Reino Unido y de EEUU. Singapur compite con Hong Kong justamente porque no tiene los mismos links con la City de Londres “o el explícito respaldo del Banco de Inglaterra”, pudiendo brindar como alternativa una mayor lejanía para la captación de riqueza de la burocracia china que escapa de sus fronteras, pero encontrándose aún dentro de la propia Asia y donde también el yuan es convertible. El ascenso de Singapur viene de la mano del enriquecimiento de la burocracia china.

El conjunto de los diferentes análisis concuerda que Hong Kong es el que crece más rápidamente, con un crecimiento del 146% entre 2008 y 2013. El 53% de los depósitos bancarios de bancos extranjeros en Hong Kong pertenece a bancos británicos (25). Es el único de estos centros que no firmó los estándares de transparencia impuestos por la OCDE. Un estudio del International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ) en 2014 (los mismos que difundieron los Panama Papers y que radican en EEUU) revelaron que contienen parte de la riqueza china que escapa a los controles y a su vez se combinan particularmente con las Islas Vírgenes Británicas.

Con las denuncias acometidas por Herve Falciani, ex ejecutivo de la filial suiza del HSBC, y años después el escándalo de los Panama Papers, los offshore asiáticos avanzaron, y así también la repatriación a los offshore puerta adentro de los EEUU. A partir de estas denuncias se reposicionaron los paraísos fiscales al interior de la frontera de los EEUU como Alaska, Nevada, Delaware, Dakota del Sur. Algunos aprovechan a señalar que las filtraciones finalmente no comprometieron a ninguna empresa norteamericana. El diario inglés The Guardian, es uno de los que remarcan tal particularidad al mostrar lo poco que se vieron afectados los americanos, básicamente porque crear una compañía fantasma en los propios Estados Unidos “es bastante fácil” (26).

En el marco del Brexit (27) el Reino Unido además de prometer la baja de impuestos corporativos salió a competir y preservar sus centros offshore. La agencia norteamericana Bloomberg en febrero de 2019 denunció que el gobierno británico logró frente al Comité de investigación abierto a partir de los Panama Papers excluir de la lista negra de paraísos fiscales elaborada por la Unión Europea a sus territorios offshore incluso meses después de votado el referéndum. Ello teniendo en cuenta que cerca de la mitad de las empresas fantasma fueron creadas en las Islas Virginia británicas. De esta manera se trasladó al año 2023 la publicación de los beneficiarios de las cuentas en estos territorios, excepto Bermudas.

Las negociaciones del “after Brexit” entre el Reino Unido y la Unión Europea contempla las cuestiones vinculadas a la apertura financiera y a los beneficios impositivos de las offshore británicas. Como expresión extrema de tales intereses, en un discurso de Theresa May a fines de 2018 la entonces primera mandataria advirtió en el marco de las negociaciones con la Unión Europea que el Reino Unido será “pro business” luego del Brexit, con “bajos impuestos y regulaciones inteligentes”. Señalamiento que adquiere particularidad en tanto que que su marido Philip May es empleado del fondo Capital Group que estuvo vinculado a las denuncias surgidas de los Panama Paper.

En este contexto de competencia financiera, la delgada línea que separa la legalidad e ilegalidad no se distingue, puestos estos capitales al servicio de la acumulación. La renombrada disputa entre acumulación, por un lado, y recaudación de Estados quebrados por el otro, se mezcla y choca con la propia competencia entre los Estados por defender sus propios centros offshore en defensa de los capitales que representan. Apropiarse del plusvalor acumulado a través de la ilegalidad es también protagónico de la actual disputa y proceso de centralización financiera internacional, lo que adquiere nuevas dimensiones políticas en tanto que los paraísos fiscales históricamente jugaron un rol fundamental en los conflictos bélicos. La competitividad por la vía impositiva, ya sea a través de estos centros, o mismo por los mecanismos fiscales más tradicionales (donde entra la fracasada intentona de Trump de repatriación de capitales), refleja el carácter capitalista de estos Estados en un profundo marco de crisis mundial.

Las rebeliones en curso, que en muchos casos adoptan niveles históricos frente a la antesala de una crisis de dimensiones y alcances también históricos, ponen en evidencia la incapacidad del capital de resolver esta debacle que le es propia, y es la necesaria respuesta que se impone en tanto que la vía capitalista de salida es exprimiendo aún más las condiciones de vida de la clase trabajadora.

NOTAS: (1) http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/8797932/12/17/Basilea-III-anima-a-los-bancos-en-bolsa-la-nueva-regulacion-es-menos-drastica-de-lo-temido.html (2) Comité de Supervisión Bancaria de Basilea Basilea III: Finalización de las reformas poscrisis Diciembre de 2017. (3) El término Inversión Extranjera Directa describe la inversión internacional con intereses duraderos. Según la UNCTAD incluye la adquisición inicial de acciones del 10% y las subsecuentes transacciones financieras y posiciones, las reinversiones y los préstamos inter-compañía. La IED se diferencia de la inversión de cartera, préstamos de organismos de crédito, remesas, asistencia oficial para el desarrollo, otras. (4) https://unctad.org/es/PublicationsLibrary/wir2018_overview_es.pdf (5) https://www.cnbc.com/2018/06/04/companies-to-pour-2-point-5-trillion-into-buybacks-dividends-ma-in-2018.html: (6) https://www.bloomberg.com/amp/news/articles/2018-06-05/america-inc-has-a-record-2-5-trillion-gift-for-stock-investors?__twitter_impression=true: (7) https://www.investopedia.com/news/share-buybacks-double-trump-tax-plan-second-highest-level-over-decade/: (8) Ídem (9) https://www.investopedia.com/articles/investing/032816/are-share-buybacks-propping-market-aapl-msft.asp (10) https://www.ft.com/content/eef8234c-e3c0-11e9-b112-9624ec9edc59 https://www.cnbc.com/2019/10/01/low-profit-growth-threatens-rising-debt-and-possible-recession-sp-warns.html https://www.spglobal.com/ratings/en/research/articles/190930-next-debt-crisis-earnings-recession-threat-11168213

(11) https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/586210/China_Financial_Services_Special_Report-China-Hong_Kong_Capital_Market_Connections.pdf (12) http://www.globaltimes.cn/content/1158361.shtml (13) IMF Country Report No. 18/16 PEOPLE’S REPUBLIC OF CHINA–– HONG KONG SPECIAL ADMINISTRATIVE REGION enero 2018 (14) Banco de Pagos Internacionales, 87 Informe Anual, junio 2017. (15) https://www.bis.org/statistics/rppb1907.pdf (16) “Los prestamistas comunes en Asia emergente: distintos papeles en tres crisis”, marzo 2018 disponible en https://www.bis.org/publ/qtrpdf/r_qt1803b_es.pdf (17) “Negocio internacional de los bancos en China” en Informe Trimestral del BPI, junio 2016, Hong Hu y Philip Wooldridge (18) http://unctad.org/en/pages/newsdetails.aspx?OriginalVersionID=1671&Sitemap_x0020_Taxonomy=UNCTAD%20Home (19) Acuerdo de Asociación Económica de libre comercio firmado por Singapur, Nueva Zelanda, Chile y Brunei, y luego fundamentalmente impulsado por las potencias de EEUU y Japón, en tanto que su ampliación las incluye junto con Australia, Canadá, Malasia, México, Perú, y Vietnam. (20) https://www.swift.com/our-solutions/compliance-and-shared-services/business-intelligence/renminbi/rmb-tracker/document-centre (21) http://www.chinese-embassy.org.uk/eng/zywl/P020190622285049221853.pdf

(22) Estos bancos son el HSBC, el Standard Chartered Bank (Hong Kong) de origen británico y el Banco de China (Hong Kong) Limited. (23) Who Owns the Wealth in Tax Havens? Macro Evidence and Implications for Global Inequality∗ Annette Alstadsæter (Norwegian University of Life Sciences) Niels Johannesen (CEBI, University of Copenhagen) Gabriel Zucman (UC Berkeley and NBER) December 27, 2017 disponible en https://gabriel-zucman.eu/files/AJZ2017b.pdf

(24) Hay que tener en cuenta que estas estadísticas sólo consideran los depósitos bancarios (no las carteras de activos, bonos, acciones, etc). (25) http://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2014/wp14119.pdf (26) [FINANCIAL TIMES mayo 2016. US tax havens: The new Switzerland] (27)[https://www.politico.eu/article/britain-as-a-tax-haven-it-already-is-brexit-article-50-eu-negotiations-theresa-may/ y Bloomberg febrero 2017 U.K. Becoming ‘Prime’ Tax Haven: EU Panama Inquiry Vice Chair y https://www.bna.com/uk-becoming-prime-n57982083607/]

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