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La pretensión de que el desembolso de 7500 millones de dólares del FMI le aportara al gobierno una mínima estabilidad económica y política ha durado muy poco. Cuando Massa emprendía el regreso de Washington, el FMI dio a conocer los términos del acuerdo con el gobierno argentino y sus recomendaciones inmediatas. En primer lugar, refrendó que el déficit fiscal no podrá superar el 1,9% este año, después de que el gobierno se “excediera” en el gasto previsto durante el primer semestre. Para compensar, en la segunda mitad del año debería operarse una reducción real del gasto de un 11%. En el comunicado firmado por Georgieva este viernes, la receta explicitada por el FMI no deja dudas: por un lado, “actualizar las tarifas y contener los salarios públicos y las pensiones”. El gobierno ya obró en consecuencia, anunciando un nuevo aumento en la tarifa de luz a partir de setiembre. El ajuste en las jubilaciones está descontado, pues el régimen de movilidad de los haberes dictado por Guzmán y Fernández excluye de su cálculo a la inflación, cuando ésta se dispara a los dos dígitos.
El mensaje fondomonetarista reclama también “continuar con la realineación del tipo de cambio” y reserva las intervenciones oficiales en el mercado de divisas a excepcionales “condiciones de desorden”. En cualquier caso, y si el “desorden” se extendiera, el desembolso asegurado a la Argentina apenas supera los fondos necesarios para los pagos ya comprometidos con el FMI – la expectativa del gobierno de obtener unos 10.000 millones de dólares quedó sepultada. Lo que viene por delante, por lo tanto, es una secuencia de devaluaciones. Los exportadores agrarios, por lo pronto, ya están reclamando un nuevo 'dólar-maíz', en torno de los 400 pesos. El FMI ha recomendado acompañar las futuras devaluaciones con un nuevo aumento de la tasa de interés, lo que reforzará la actual tendencia hiperinflacionaria y a la vez recesiva.
El comunicado de Georgieva pone énfasis en que los “futuros gobiernos” deberán enderezar un programa económico al que juzga “desencarrilado”. Omite, sin embargo, que el 'descarrilamiento' tuvo lugar en el marco estricto del acuerdo firmado por el gobierno con el Fondo hace dos años atrás, con reducciones formidables en el gasto, en los salarios y en las jubilaciones. En su comunicado, el Fondo descuenta una victoria opositora, y reclama al gobierno desahuciado ir hasta el final en la faena de liquidación de las condiciones salariales y laborales. El nuevo tarifazo, por lo pronto, ya está en marcha. Massa postergó en dos ocasiones el anuncio de sumas fijas para los trabajadores de menores salarios, que oscilaría entre los 40.000 y 50.000 de pesos. Una gota en el océano, de cara a los aumentos de los últimos quince días. En definitiva, la advertencia del FMI ha tirado por la borda la expectativa oficial de que la devaluación postPASO y los aumentos posteriores darían lugar a una relativa estabilización en la recta final de las elecciones generales. Aunque la burocracia sindical mira para otro lado, este escenario de nuevas devaluaciones y remarcaciones exige una deliberación en todo el movimiento obrero.
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