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Un heterogéneo grupo de intelectuales suscribió un documento convocando a votar por cualquiera de los candidatos que enfrente a Milei en un eventual ballotage. Titulado “Compromiso electoral: ante las amenazas a la democracia”, los firmantes -que en el pasado más o menos reciente repartieron sus preferencias entre el macrismo, el kirchnerismo e incluso la izquierda- proponen “un compromiso explícito de Unión por la Patria, Juntos por el Cambio, el Frente de Izquierda y Hacemos por Nuestro País, asegurando que en la segunda vuelta, en caso de ser Milei uno de los candidatos finalistas, llamarán a votar a quien lo enfrente, quienquiera que sea”. Suscriben, entre otros, Pablo Alabarces, Graciela Fernández Meijide, Roberto Gargarella, Alejandro Katz, Mariano Llinás, Camila Perochena, Martín Plot, Hinde Pomeraniec, Hilda Sábato, Beatriz Sarlo, Maristella Svampa, Patricia Tappatá, Hugo Vezzetti y Natalia Volosin. El pronunciamiento se suma al que poco antes suscribieron 200 economistas de todas las extracciones para condenar los planes dolarizadores del programa de Milei.
Para quienes suscriben la declaración, el triunfo de Milei en las PASO significó “una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”, porque “es la primera vez en 40 años de democracia que candidatos con discursos que promueven la violencia social y política, el desconocimiento de toda idea de equidad y, muy especialmente, la reivindicación de la dictadura militar, llegan con grandes posibilidades de triunfo a una elección presidencial”. El texto sincera “serias dudas de que los dos bloques [el macrismo y el kirchnerismo] corresponsables de haber producido esta crisis tengan la capacidad de sacarnos de ella”. Conclusión: votemos por quienes nos metieron en la crisis y no nos van a sacar de ella.
La declaración sorprende por la escasa imaginación política de la inteligentzia criolla, que se ensaña con la responsabilidad de los partidos y no advierte en ningún momento que la humanidad asiste a un desmoronamiento de un régimen social y de un régimen político. El texto se confina a los “consensos ganados en el terreno de los derechos humanos” para absolver al conjunto del sistema del agotamiento histórico en que se encuentra. Habla desde una posición que ha resuelto sus problema sociales propios. Por otro lado, el aparato de Estado existente e incluso su legislación es un continuo ininterrupto con los regímenes militares, ni hablar de la deuda pública que dejó como herencia eterna. La prédica de Victoria Villarruel va dirigida a una audiencia que encuentra eco en ese aparato de Estado y en los grupos económicos que sostuvieron a la dictadura.
Los intelectuales se pronuncian por un “frente democrático”, o al menos “la formación de una convergencia plural e independiente de políticos, periodistas, líderes sociales y religiosos, intelectuales y académicos que pueda llevar adelante una campaña pública de defensa de los valores democráticos y los derechos humanos”. El propósito sería contrarrestar “los ataques y la desvalorización que vienen sufriendo a manos de los candidatos libertarios”. Hacen caso omiso a la enorme colaboración que estos reciben desde todas las orillas: su equipo económico conformado por connotados representantes de la escuela cavallista, los elogios cruzados entre Macri y Milei, el auxilio del aparato del PJ en el armado y fiscalización de sus listas y las negociaciones nada soterradas con emisarios de la burocracia sindical, entre otros. Los intelectuales se ilusionan con que una “presencia masiva en las urnas” sirva para sacarlo de juego. El ministro in pectore de Patricia Bullrich, Carlos Melconián, ya advirtió su intención de propiciar un frente antidemocrático, cuando dice que “dos tercios del electorado votaron por el cambio”, o sea Bullrich y Milei. Así vamos.
El Frente de Izquierda “Unidad” comparte con estos intelectuales muchos de sus fundamentos, aunque su preferencia va por Massa. ¿Pero si el ballotage es entre Bullrich y Milei? Por caso, los representantes del FIT-U han comprometido ´acciones´ con los kirchneristas universitarios, con las feministas K y con la burocracia sindical de la CGT y CTA. Consideran a Massa y los Fernández “responsables” por el avance de Milei, es decir, víctimas, aunque de sus propias medidas. El fatalismo -esto es “arrodillarse ante los hechos consumados”- de la izquierda democratizante no le permite ver que Massa, Milei, Bullrich, Schiaretti son candidaturas del gran capital, alternativas políticas para enfrentar a las masas, en una situación con tendencia prerrevolucionaria. Claro que para el FIT-U, la situación tiene un norte contrarrevolucionario y la iniciativa histórica está en manos del capital.
El llamado de los intelectuales concluye: “La experiencia brasileña, tan cercana, demuestra que la división de los sectores democráticos de la sociedad (su propia grieta) fue lo que hizo posible la aparición y el triunfo del bolsonarismo, que durante cuatro años le infligió un retroceso costosísimo, y que sólo pudo ser derrotado con la unión de aquellos que parecían enfrentados de forma irreversible”. Todo este párrafo es falso, palabra por palabra. El golpe que destituyó a Dilma Roussef fue organizado por los políticos, militares, jueces y la burguesía industral y del agronegocio para salir de lo que juzgaba una crisis peligrosa. Lula ha formado ahora un gobierno con los golpistas que terminará más tragicamente que el de Roussef.
Gran parte de los firmantes del texto votaron por Macri en 2015, con estos mismos argumentos, en aquella ocasión por la corrupción kirchnerista.