Chile: a 50 años del golpe de 1973 (IV)

Escriben El Be y Javiera Sarraz

La política del MIR

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El Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) fue un partido político chileno que tuvo vida entre los años 1965 y 1987 (año en que se partiría en tres fracciones). En principio, ganó a sus filas a un numeroso contingente de exmilitantes del Partido Socialista (PS), el Partido Comunista (PC), simpatizantes del sindicalista Clotario Blest (fundador de la Central Única de Trabajadores - CUT) y ex militantes del Partido Obrero Revolucionario (POR), de tendencia trotskista. El MIR conseguiría una gran inserción en distintos frentes de masas a través del Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR), el Frente de Campesinos Revolucionarios (FCR) y el Frente de Pobladores Revolucionarios (FPR).

Durante las elecciones presidenciales de 1970, que llevarían a Allende al gobierno, el MIR sostuvo que “ninguno de los tres candidatos representa los intereses de las grandes masas explotadas. El fraude electoral, reformista, debe ser derrotado y el poder político conquistado por medio de la insurrección armada”. En esta elección competían los derechistas Jorge Alessandri -Partido Nacional-, Radomiro Tomic -Democracia Cristiana- y Salvador Allende, de Unidad Popular (Partido Socialista, Partido Comunista y otros). Con el triunfo de Allende, el MIR pegó un viraje.

El MIR no se integró al gobierno de la Unidad Popular. Desde ese lugar, logró atraer a cuadros obreros y estudiantiles que rompían por izquierda con la Unidad Popular, pero nunca tuvo una posición independiente frente al gobierno de Allende. No caracterizaba a la Unidad Popular como un frente popular, es decir, como el último recurso de la burguesía para desarticular un ascenso revolucionario de los trabajadores, sino que lo entendía como “un paso adelante” hacia la conquista del poder. No caracterizaba a la UP como un factor contrarrevolucionario, sino como un camino hacia la revolución. Es así que ante el triunfo del gobierno de la Unidad Popular, el 4 de septiembre de 1970, sostiene que “la mayoría electoral de la UP significa un inmenso avance en la conciencia política de los trabajadores, que con certeza favorecerá el desarrollo de un camino revolucionario en Chile” (“El MIR y el triunfo de Salvador Allende”. Declaración Pública, septiembre de 1970).

El MIR advertía que el hecho de “que la UP asuma el gobierno no significa que inmediatamente se produzca la conquista del poder por los trabajadores o el socialismo en Chile”, pero que “la mayoría electoral de la izquierda o un gobierno de la UP son un excelente punto de partida para la lucha directa por la conquista del poder por los trabajadores”. En otro párrafo sostenían que "si bien el programa de la UP no es idéntico al nuestro, se propone golpear núcleos vitales del sistema capitalista, como son las empresas extranjeras, la industria monopólica, el capital financiero y el latifundio. Más, aunque en la UP existen partidos que representan distintos intereses, es un hecho que predominan las fuerzas de la izquierda”. El MIR no se molestaba en caracterizar los intereses de clase de esos partidos, ni tampoco de la izquierda predominante, ni su trayectoria política de traiciones a la clase obrera, nacional e internacional.

La estrategia del MIR durante todo el gobierno de Allende puede resumirse en la siguiente frase: “creemos que la ofensiva reaccionaria, que el posible cerco imperialista, y las fuerzas dinámicas que se liberarán a nivel de masas, empujarán a una mayor radicalización de un gobierno UP”. Su política, entonces, tuvo como eje presionar en pos de aquella “radicalización”, que nunca podía llegar ni llegó. La prédica de la lucha armada sustituía la lucha por la dirección política independiente de las masas. Por el contrario, fue la barrera contrarrevolucionaria para que la clase obrera rompiera con sus direcciones, tomara el poder y derrotara el golpe. Se trataba de un seguidismo “de izquierda” al frente popular en el gobierno. Esto ocurría incluso cuando el PC y el PS entraban en una fuerte crisis con sus bases por su política.

El MIR sostenía que “los hoy poderosos no cederán sus riquezas y privilegios gratuitamente. La estrategia de la lucha armada, hoy más que nunca, está plenamente vigente”. No se trataba, claro está, de un llamado al armamento de la clase obrera, sino una defensa de su política foquista. El MIR se encontraba bajo el fuerte influjo del castrismo. Fidel Castro había pegado un viraje derechista luego de la muerte del Che en Bolivia a fines del 67 y su influencia sobre el MIR fue clave para impedir una ruptura de este grupo con Allende.

En el número inmediatamente posterior al triunfo de Allende en Chile, Política Obrera en Argentina fijó la posición contraria a la del MIR. La nota se titulaba “Defender la victoria allendista con los métodos del gobierno obrero y campesino”. Allí sostenía que “mientras el gran capital buscaba abrir el camino del golpe militar (…), las corrientes políticas pequeñoburguesas se lanzan a deformar el significado del triunfo allendista, lo que si se logra desarmará políticamente a las masas y las entregará, en definitiva, al golpe militar”. Denunciaba el programa pequeñoburgués del PC y el PS “que cuentan con el apoyo masivo de los obreros y campesinos chilenos”, pero cuya política tendrá como consecuencia “desarmar a las masas ante el golpe militar (que sólo podrá pararse con la movilización obrero-campesina armada) y desmoralizarlas mediante la postergación indefinida de los objetivos revolucionarios”. Finalmente, advertía que “el programa allendista marchará hacia el compromiso con la Democracia Cristiana” (Política Obrera Nro 75, 16/09/1970).

Luego del golpe, Miguel Enríquez, dirigente del MIR, se rehusaba a realizar un balance de la experiencia con la Unidad Popular. En un reportaje sostendrá que “no nos parece el momento de revivir antiguas diferencias en el seno de la izquierda”. Como un resumen de su política bajo Allende, asegurará que la “crisis interburguesa” y el “ascenso obrero” generaron “condiciones que permitían, si se hubiera utilizado el gobierno como un instrumento de las luchas de los trabajadores, culminar en la conquista del poder por los trabajadores y en una revolución proletaria”. Contra toda evidencia, Enríquez mantendrá viva hasta el final la ilusión de una posible “radicalización” de la Unidad Popular.

Con la caída de Allende, el MIR volverá a su estrategia foquista, llevando a cabo diversos atentados individuales contra el gobierno militar. Sus militantes serán masacrados por la dictadura pinochetista. La experiencia del MIR confirma la necesidad de la construcción de un partido revolucionario de la clase obrera, tarea que aún está pendiente.

LEER MÁS:

Chile: a 50 años del golpe de 1973 (III) La consumación del golpe. Por El Be, 12/09/2023.

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