La devaluación de los candidatos es más acelerada que la del peso

Escribe Marcelo Ramal

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La proximidad de las elecciones no ha hecho más que hacer crecer la incertidumbre respecto de sus resultados. Bien mirado, hay un declive político del trío de candidatos que quiere ganar en primera vuelta o pasar al balotaje.

La delantera del descenso la acaba de ocupar el oficialismo con las revelaciones acerca del ostentoso tour del bonaerense Insaurralde por Marbella. La difusión tardía y calculada de los detalles de este episodio obedece a un operativo de una fracción del estado y los servicios de inteligencia, así como a una lucha intestina entre los zares del negocio del juego, el cual financia –sin grietas- a todos los partidos del régimen.

Junto a los tradicionales operadores ligados a los clanes pejotistas -como el grupo Codere- están los Angelici, un histórico del macrismo. Los intendentes pejotistas del conurbano han comenzado a organizar un corte de boleta que, a diferencia de las PASO, no sólo deja afuera a Massa sino también a Kicillof. Ello se combina con las operaciones de los intendentes que no pasaron las PASO –como Zavaleta en Hurlingham- en favor de las candidaturas locales de Bullrich o Milei. En el tramo final de la campaña, el caso Marbella ha disparado un agudo desmembramiento del kirchnerismo, que afecta al massismo.

Lejos de capitalizar este episodio, Milei eligió reivindicar a los genocidas de la dictadura, el territorio preferido de su Vice. Repitió textualmente las palabras del almirante Massera en su alegato final durante el juicio a las Juntas. Enseguida desairó al círculo rojo que se reúne en la convención patronal de IDEA –y que respalda principalmente a Bullrich- organizando una actividad paralela con empresarios que asistirán a ese conclave. Los jefes de IDEA traen como disertante del coloquio al presidente del banco central de Perú, para que manifieste su oposición a la dolarización. Con la reivindicación del “equilibrio fiscal y la normalización de precios relativos”, o sea, devaluación y tarifazo, le ha dado manija al programa de Bullrich y Melconián. Massa se ha pasado a estos planteos en el proyecto de “presupuesto 2024 con equilibrio” que envió al Congreso nacional.

Este 'plan de estabilización' amenaza con hundir al Tesoro, que enfrenta una deuda pública en pesos ajustada al dólar, salvo que la postergue por tiempo indefinido con otros bonos. Convierte en impagable la deuda en dólares, que deberá sufrir una nueva refinanciación. Nada de esto servirá para superar la crisis de financiamiento de la economía, sólo construirá un nuevo corralito y provocará un derrumbe mayor de salarios y jubilaciones. Los dolarizadores, por su lado, aseguran que conseguirán financiamiento si ofrecen a YPF y al Fondo de Anses como garantía de esa hipoteca. Desde el exterior, algunos ya han advertido que los ‘libertarios’ sueñan despiertos. Miguel Pesce ha descubierto que la emisión de moneda sin respaldo es una forma de ahorro nacional, por lo que cuanto más se endeuda el Banco Central, mejor. Los trabajadores enfrentamos dos problemas, no uno; la coincidencia de todos con una megadevaluación y el desconcierto generalizado acerca de las consecuencias de este ultra golpe de mercado.

El gran capital anticipa un desenlace explosivo de todas estas contradicciones para después del 22 de octubre. Por eso, los bonos de la deuda pública en pesos se venden en manada al Central, al punto que los títulos desvalorizados ya rinden un 25% anual, cuando antes de la fuga la tasa de interés era casi cero. La demanda de dólares de las grandes empresas supera todas las expectativas, y explica la disparada de las paridades paralelas y financieras. El sistema de “precios justos” se ha derrumbado, y la cadena de suministros de alimentos opera en el límite del desabastecimiento. El dislocamiento del régimen económico se acentúa en el sistema de salud, hay falta de insumos y un retorno de los co-pagos sin autorización. Lo mismo ocurre con los alquileres, virtualmente dolarizados.

La devaluación política de los candidatos 'presidenciables' vale para todos, preocupados solamente por el número de votos que persiguen. El impasse político es monumental; tampoco será resuelto por las elecciones. La inquietud popular por este escenario se puso de manifiesto en la audiencia extraordinaria que tuvo el primer debate presidencial –otra cosa es que ese debate haya aportado respuestas o salidas. La atención hacia la crisis política es el primer peldaño de una rebelión popular, aunque no todavía el último. La preocupación de los “politólogos”, la burguesía y los gobiernos de EE.UU, la UE y China, se ha trasladado a la “gobernabilidad”.

El carácter convulsivo de este fin de campaña no ha alterado el libreto del FIT U; luego de una violenta disputa interna por las candidaturas, ahora marca el paso de las denuncias aisladas y los golpes de efecto. Los episodios más importantes de la crisis de poder en Argentina están por venir.

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