Mariano Ferreyra, esta lucha sigue

Escribe Jacyn

Viernes 20, 14hs, acto en la estación Darío y Maxi (ex Avellaneda).

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El crimen de Mariano Ferreyra fue la expresión más brutal del completo divorcio de la burocracia sindical con el movimiento obrero.

Completamente asimilada a su rol empresarial, explotaba a trabajadores ferroviarios precarizados bajo un régimen de tercerización laboral junto a los mismos empresarios que gestionaban la red ferroviaria. Ese ´sistema´ -como lo definiría otro burócrata, entonces funcionario de la secretaria de Transporte, llamado Antonio Luna- mantenía a los compañeros en la condición de trabajadores de segunda, cobrando la tercera parte del salario de convenio, sin beneficios ni derechos. Los trabajadores, luego de múltiples reclamos, se organizaron al margen del sindicato, que asomaba detrás de la fachada de una ´cooperativa´ trucha, Unión del Mercosur, regenteada por Pedraza y su camarilla familiar. Ante la movilización de los compañeros, la burocracia no montó un ´plan de lucha´ por el pase a planta sino una emboscada armada para ´escarmentar´ a tiros a los rebeldes. Confiaba en la impunidad que le garantizarían los empresarios -que dieron licencia gremial en los talleres de Remedios de Escalada para que se conformara el grupo de choque-; la policía -que liberó la zona y dejó actuar a los agresores; y el poder político, que había encumbrado al jefe de la mafia, José Pedraza, como ejemplo del ´sindicalismo que construye´ - es decir, que colabora con el régimen.

El 20 de octubre de 2010, los tercerizados ferroviarios, acompañados por militantes de diferentes organizaciones, intentaron cortar las vías del ferrocarril Roca para exigir su pase a planta permanente. No lograron su objetivo. Fueron repelidos por la acción combinada de la patota conducida por la Unión Ferroviaria e infantería. Cuando la manifestación ya se había replegado a pocas cuadras de las vías, fueron emboscados. El resultado fue el asesinato de Mariano y media docena de heridos, entre ellos, la luchadora del Polo Obrero Elsa Rodríguez, con graves secuelas.

Los planes de Pedraza fueron desbaratados por una reacción popular sin precedentes: huelgas, piquetes, movilizaciones estallaron en todo el país. El veredicto popular fue claro: un militante del Partido Obrero, un luchador contra el fraude de la tercerización, había sido abatido por una patota del ´sindicalismo empresario´. Una multitud se movilizó al día siguiente a Plaza de Mayo, donde Jorge Altamira, en nombre de todos los militantes del Partido Obrero, comprometió a todos los presentes a llevar esta lucha a la victoria – el juicio y castigo a los asesinos de Mariano. Por arriba, en cambio, el gobierno de Cristina Fernández y Néstor Kirchner acusaba a las víctimas de ´tirarles un muerto´. Pedraza continuó siendo invitado a los actos oficiales hasta su detención, en febrero de 2011. Poco antes, en un vibrante festival frente a la Casa Rosada, en el que el rock rindió homenaje a Mariano, una multitud de 60 mil jóvenes cantó voz en cuello “se va a acabar la burocracia sindical”. El derrotero que llevó a la condena de Pedraza y su patota -en un juicio oral que también dictó varias absoluciones, entre ellas, las de los jefes de la policía involucrados- estuvo marcado por ese extraordinario estado de movilización permanente. Empresarios y funcionarios que todavía deben dar cuenta de sus responsabilidades políticas y personales, sin embargo, no fueron ni siquiera citados a declarar. Un operativo quirúrgico, político y judicial, se fue tejiendo para administrar daños. Al final, el tribunal oral que juzgó a Pedraza y los suyos, y que dio por probados los móviles económicos del ataque y su papel dirigente, consideró que la patota armada que se organizó para la emboscada no tenía el propósito de matar ni era su intención. De este modo, evitó condenar a Pedraza a prisión perpetua como prescribe el Código Penal para los homicidios premeditados. Esta falacia debería figurar en los anales del absurdo judicial, pero en el Consejo de la Magistratura pasó desapercibido.

Desde aquel 20 de octubre de 2010, a esta parte, el abismo entre la burocracia sindical y los trabajadores no ha hecho otra cosa que agigantarse. Las grandes huelgas autoconvocadas de los últimos años lo han puesto de manifiesto de manera contundente. La suerte de la burocracia está atada a la del capitalismo y sus mandantes. Lo revela su apoyo a los candidatos del FMI que este domingo disputarán la presidencia. Uno de sus capitostes más encumbrados, Gerardo Martínez, jefe de la UOCRA -aunque jamás tocó un ladrillo e hizo carrera en el aparato sindical de la mano del Batallón 601 del Ejército argentino-, y principal promotor de la candidatura de Sergio Massa, incluso cuando éste todavía avanzaba a tientas, no tiene prurito en asesorar a Javier Milei, que prepara la eliminación de la indemnización por despido, sobre el fondo de desempleo de su gremio.

La lucha obrera y socialista de Mariano sigue. Sus banderas son la auto organización desde abajo y la huelga general.

A nuestro compañero y amigo, nuestro homenaje. Siempre.

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