Escribe Matías Cisneros
Derrota de un aparato de “izquierda” en retroceso.
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Finalmente, este 30 de noviembre el taller San José del subte eligió a su delegado. La elección, convocada por el sindicato del subte, AGTSyP, consagró a Matías Cisneros, de ATM y Política Obrera, por 8 votos contra 1 de la lista impulsada por Christian Paletti, integrante de la minoría en la directiva de AGTSYP y miembro del aparato del Partido Obrero. El taller cuenta con un total de 30 trabajadores.
Como señalamos en artículos anteriores, la elección, en su fecha original, debió ser suspendida ante una provocación montada por el responsable de la lista ahora perdidosa. En aquella oportunidad, hace un mes atrás, Paletti quiso bloquear el voto de diferentes trabajadores del taller, con el argumento de que no eran afiliados a la AGTSYP. Con ello, pretendía desconocer un principio elemental de la organización obrera de base – la elección de los delegados por el colectivo de sus compañeros, con independencia de su afiliación gremial o calificación. Así fue siempre en el sindicato del subte. Al querer colocar una cuña divisionista al interior del taller, el aparato del PO, que orienta a Paletti, quiso introducir su propia impronta expulsiva entre los trabajadores del subte. Esa maniobra fue rechazada por un número importante de compañeros. Cuando Paletti percibió que su lista resultaría derrotada, intentó primero un acuerdo con la UTA para conseguir votos de sus afiliados en el taller. Como los destinatarios de esa maniobra lo ignoraron, Paletti se jugó a boicotear la elección, con vistas a futuras impugnaciones.
Para entender este desenlace, hay que recorrer lo ocurrido en los últimos años en el taller. Hace 2 años atrás, en la elección de delegados, por primera vez existió una lista de oposición. Quien hoy resultó electo delegado sólo obtuvo un voto, frente a 7 de la lista de Paletti y dos abstenciones.
Pero el taller fue sacando conclusiones: de la existencia de una asamblea de todos los trabajadores por sus reivindicaciones, pasó a constituirse una camarilla cerrada en torno de sus propios intereses, alimentando intrigas y divisiones al interior del taller. El punto más alto de esta política expulsiva fue la exclusión de Cisneros de la “asamblea” organizada por esta camarilla; la “razón” fue el rechazo de Cisneros a la realización de tareas contaminantes en el taller – en vez de extender este criterio al conjunto de los trabajadores de San José, el grupo ahora derrotado intentó excluir al compañero denunciante.
Desde el aislamiento inicial, nuestra templanza en el rechazo a estos ataques conquistó simpatías, y comenzamos un agrupamiento a partir de un programa.
La lucha contra el asbesto fue un eje fundamental. La salud de los trabajadores es atacada por tareas que no tienen protocolos seguros de trabajo. Todavía se encuentran en el taller elementos que contienen asbesto y, por supuesto, está pendiente la concreción de la limpieza industrial y el sistema de filtrado y recambio de aire.
Por otro lado, hicimos un eje en la denuncia de vaciamiento del taller, acompañada por el reclamo de herramientas, repuestos y falta de personal de limpieza. En un taller inundado de ratas, nunca se abandonó la pelea por la desinfección. El empoderamiento del taller estuvo acompañado de una lucha singular, hubo que superar el “no se puede” de la representación anterior por el “¿por dónde empezamos?”. Esto fue fundamental para combatir la desmoralización que impulsa la empresa.
El apoyo de los trabajadores del taller Rancagua colaboró en la superación del aislamiento que venía sufriendo el taller San José. Pero la victoria más importante contra este obstáculo fue el acercamiento que tuvimos hacia las medidas de lucha que impulsaron los trabajadores de tráfico de la C. También trabajamos activamente por la unidad entre los compañeros que manejan las formaciones y aquellos que las reparan y le realizan mantenimiento.
Por último, todo este programa estuvo acompañado del trabajo diario al interior del taller. Aunque el candidato opositor, ahora electo delegado, contaba con cuatro días de licencia por tareas gremiales -por ser integrante de la Revisora de Cuentas del sindicato- tuvo una activa presencia cotidiana en el taller, en contraste con los anteriores representantes gremiales.
De todo este programa -contaminación, vaciamiento del taller- la camarilla que ostentaba tener al delegado entre sus filas nunca dijo nada. Su campaña estuvo centrada en atacar a Cisneros. No se puede encontrar en su campaña algún material que levante una reivindicación de conjunto. Solo la descalificación al opositor y la reivindicación del principio burocrático de que “sólo votan los afiliados al sindicato”, con el propósito de manipular la elección y retener el delegado.
La primera tarea que tenemos por delante es poner en pie una asamblea representativa del taller. El hilo conductor de esa tarea será un programa de reivindicaciones y un plan de acción, en conexión con el cuerpo de delegados y con la agenda general de lucha del subte.
Junto a la lucha contra la contaminación y el vaciamiento del taller, está planteada la defensa del salario, en un escenario hiperinflacionario. En el cuerpo de delegados, pondremos de manifiesto el agotamiento de la política salarial de la actual conducción de AGTSyP – con paritarias en cuotas que corren por detrás de la inflación. Esa pérdida salarial es una formidable presión en favor de los planteos flexibilizadores sobre nuestras conquistas históricas (jornada de seis horas). El lugar conquistado como delegado será una voz en favor de la recuperación del salario, la defensa del convenio y la necesidad del doble franco, todo lo cual plantea la lucha por un reagrupamiento y una dirección clasista en el sindicato del subte.
Reforzaremos las acciones unitarias con el tráfico de la C, el Rancagua y demás talleres. Pero como se puede leer en estas líneas, tenemos algunas ideas para saber “por dónde empezamos”.