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El gabinete improvisado por Javier Milei es un rejunte de ex funcionarios de los dos bloques capitalistas. Son los que han gobernado la Argentina en las últimas décadas, sin distinción de “grieta”.
El rejunte no convierte al gabinete en ciernes en un gobierno de coalición. Milei ha recogido los escombros de dos bloques en disolución –el radical-macrismo y el pejotakirchnerismo. Macri se encargó de aclarar que Caputo, Bullrich y Petri asumen sus cargos a título “personal”. A esta altura, sin embargo, ni el PRO ni Juntos por el Cambio cuentan con la mínima consistencia para autorizar o desautorizar a nadie.
El tándem Milei-Bullrich no sólo identifica a la futura gestión de Seguridad con el gatillo fácil y la doctrina Chocobar. El futuro gobierno está asociado a la defensa incondicional del genocidio sionista en Gaza. En reconocimiento de ello, la DAIA bendijo la presencia del ex menemista Rodolfo Barra, frecuentador del nazismo en su adolescencia y del lopezrreguismo de la triple A en su adultez. Ahora será Procurador del Tesoro. Mientras tanto, Milei salía a reunir voluntades en el PJ, arrimadas por Guillermo Francos, ex sciolista y ex empleado del grupo Eurnekian. Guillermo Ferraro, ex funcionario de Menem y Cafiero, piloteará la tentativa de abrir el mercado de obra pública al capital internacional. La vertiente pejotista del gabinete incluirá a funcionarios del actual gobierno: es el caso de la massista Flavia Royón, actual secretaría de Energía y futura titular de Minería, y ex funcionaria del gobernador salteño de Massa, Gustavo Sáenz. Otro funcionario actual, Daniel Scioli, continuará siendo embajador en Brasil.
En la AFIP, suena un abogado de los estudios de la UIA. En YPF, Milei ha colocado a un hombre de Techint, que reclama, como toda la industria petrolera, la pronta liberación de precios de los combustibles junto a la libertad para la remisión de utilidades –o sea, el levantamiento del cepo.
Milei colocó a un sobrino de Menem al frente de Diputados y a un ganadero formoseño en Senadores, los dos de LLA. Pero la voz de aura para ello la dio nada más y nada menos que Cristina Kirchner, cuando señaló que la nominación de sus partidarios en la línea sucesoria era un derecho reservado del próximo Poder Ejecutivo. CFK dejó entreabireta la puerta a los acuerdos parlamentarios con los ´libertarios´. Esos acuerdos comienzan a pergeñarse con la nueva ´liga de gobernadores´ pejotista bancada por Francos.
Mientras tanto, Luis Caputo, el antiguo comisionista de fondos internacionales, no ha conseguido financiamiento internacional. En el interín, los bancos locales han aparcado las Leliq en una cuenta de 24 horas. Milei-Caputo han aplazado el levantamiento del cepo indefinidamente. La Cámara norteamericana, la AmCham, ha pedido “garantías” de pago de la deuda comercial por importaciones, que ya suma 56.000 millones de dólares, al precio del dólar oficial al momento de la transacción. Reforzando este apriete, Ford, Mondelez y otras se han lanzado a una escalada de suspensiones y despidos.
Milei ha llenado los casilleros con los agentes del gran capital, pero sus grandes bancos y corporaciones tienen a su gabinete bajo pronóstico reservado.
En estas condiciones, la carta que jugará Milei en su asunción vendrá con una devaluación del 80-100% en el dólar oficial, y un ajuste fiscal que tendrá como eje a un tarifazo. A nadie escapa que la liberación de precios y tarifas disparará la inflación a niveles explosivos, pero ello constituye una parte fundamental del ajuste fiscal, en primer lugar, en el rubro jubilatorio, cuya movilidad no contempla al índice de inflación. Un reciente estudio demuestra que el gobierno de los Fernandez-Massa consiguió reducir en cinco puntos la participación del sector público en el PBI, gracias a la reducción del gasto previsional (Infobae, 4/12). Si a ello se añade un freno a los salarios docentes y estatales, una parte de la motosierra funcionará en modo massista. A ello se añadirá una “ley ómnibus” con diferentes alcances. En el plano laboral, apunta a un seguro de desempleo ´optativo´ en lugar de las indemnizaciones, pero principalmente, a establecer un régimen de impunidad para las violaciones del derecho laboral –lo que la UIA llama la “industria del juicio”.
La burocracia sindical va por la ruta del pejotismo –o sea, explora la colaboración política con Milei. ATE y CTA apuestan al “frente común” con los gobernadores pejotistas, justamente cuando esos gobernadores ensayan una aproximación al nuevo gobierno. El eje de esa aproximación es la defensa de las prebendas capitalistas (es lo que acaba de conseguirse, por caso, para los subsidios a la electrónica fueguina). La CGT marcha por atrás de la realidad, porque los aumentazos ´pre Milei´ en todos los productos de primera necesidad han dejado a las paritarias en cuotas patas para arriba. A esta situación se suman los despidos en grandes corporaciones, y los que podría acarrear la ley ómnibus para los estatales. El gabinete Milei anticipa una guerra a los trabajadores, que obliga a la urgente deliberación y organización en los lugares de trabajo. Hay que preparar los choques decisivos que se vienen, entre el gobierno y y sus aliados políticos, por un lado, y la clase obrera, del otro.