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El domingo, Javier Milei pronunció su mensaje inaugural de espaldas al Congreso. De ese modo, puso de manifiesto la pretensión de establecer un gobierno plebiscitario. Pero en la Plaza de los Dos Congresos lo escuchaba un público escaso -unos 10 a 15.000 manifestantes.
La posterior recorrida en el auto descapotado, por la avenida Rivadavia, fue acompañada por raleadas filas de seguidores. Ya en la Plaza de Mayo, el cómputo más generoso de concurrencia informó unas 25.000 personas. Desde el borde de la Rosada, la movilización se extendía poco más allá de la Pirámide de Mayo. No tuvo comparación, por caso, con las marchas del 24 de marzo, cuando las columnas se extienden hasta la 9 de Julio. Algún cronista televisivo se animó a señalar que “el marco” (sic) no daba para una arenga de Milei a la Plaza.
Entre las personas entrevistadas por los cronistas, abundaban los visitantes del interior -Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos- que aprovecharon el feriado largo para un ´programa completo´ en CABA, con asunción presidencial incluida. Algunos observadores señalaron que fue la asunción presidencial menos masiva de los 40 años de democracia, incluyendo a la de Mauricio Macri.
La raleada concurrencia del domingo es un dato que no puede ser ignorado, a la hora de caracterizar al gobierno y a la situación política. La pretensión de un gobierno plebiscitario recibió un revés –ni qué decir de las especulaciones acerca de un fascismo criollo. Lo ocurrido este domingo no se compara, por ejemplo, con las manifestaciones que reclamaron el fin de las retenciones en el 2008.
Esta debilidad ha tenido otras manifestaciones, como el fiasco de la candidatura de Marra en Capital, que le permitió a Santoro realizar la mejor elección distrital del peronismo en las últimas dos décadas. Lo mismo puede decirse de la candidatura de Píparo en la provincia de Buenos Aires. En un plano más general, Milei ha comenzado a padecer el espejismo del balotaje, algo que, por derecha y por izquierda, caracteriza a los gobiernos del continente que triunfaron en segunda vuelta sin dejar de ser minoritarios de origen. En las PASO y la primera vuelta, Milei no superó al 30% de los votos emitidos, apenas un poco más del 20% del padrón electoral.
La pobre presencia popular del domingo entra en contradicción con el discurso de los medios de comunicación -lo que antes Milei denominaba “micrófonos ensobrados”- acerca de que el gobierno de Milei cuenta con un gran respaldo. Ahora, tendrá que vérselas con los anuncios de devaluación, tarifazos y la demolición de salarios y jubilaciones.
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