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Con dos horas de demora en relación a lo previsto, Luis Caputo se despachó con un discurso que, pasado en limpio, sólo anunció una devaluación superior al 100% y un tarifazo en los servicios públicos.
Como loro, Caputo repitió que la crisis argentina tiene su causa en el déficit fiscal “y no en el endeudamiento”. De este modo, el ministro comisionista, autor del “bono a cien años”, actúa en defensa de su clientela. Porque la causa evidente de la quiebra del Estado en la Argentina es su deuda usuraria, y el déficit fiscal es su consecuencia. Como lo reconoció el propio Milei, 13 de los 15 puntos del déficit actual corresponden al pago de intereses.
Sólo los servicios de la presente deuda pública representarán en los próximos años un promedio de 20 a 25.000 millones de dólares anuales -de dos a tres veces el déficit operativo del Estado. La pretensión de sostener a esa hipoteca usuraria recortando salarios y jubilaciones conducirá a una catástrofe social, pero no resolverá la crisis financiera de Argentina. Caputo lo sabe mejor que nadie.
Después del diagnóstico encubridor, Caputo calló más de lo que dijo, seguramente porque no tiene otras salidas a la vista. Principalmente, ninguneó rigurosamente a la cuestión de los “pasivos remunerados del Banco Central” (Leliqs y pases), para los cuales no tiene solución a la vista. La “salida” meneada en estos días, que es el reemplazo de esa deuda por la emisión de otra deuda con el Tesoro nacional, soslaya una cuestión central: la desvalorización galopante de la actual deuda del Tesoro, que tiene que ser rescatada…¡por el Banco Central!.
El impasse no puede ser mayor: la devaluación no frenará la dolarización de activos, porque los especuladores la interpretarán como la puerta de entrada a una escalada de nuevas devaluaciones; la corrida resultante será moderada con la continuidad del “odiado” cepo. En una manifestación grosera de intervencionismo estatal, Caputo anunció un impuesto del 30% a las importaciones y una suba de retenciones. Solo con este se ha ganado una crisis política mayúscula con las patronales.
El ministro-comisionista, que se lamentó por la “emisión monetaria”, le ocultó a toda la Argentina que el Banco Central seguirá emitiendo fantásticamente, para pagar los intereses de las Leliqs a los bancos privados y para continuar interviniendo en el mercado de deuda. Ese es el parasitismo que pagarán, con padecimientos y recortes, trabajadores, jubilados y desocupados.
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