Tiempo de lectura: 4 minutos
La pseudo calma que caracterizó a los mercados financieros paralelos, luego del balotaje, fue atribuida por la mayoría de los especialistas al abandono de la dolarización monetaria, por parte de Milei.
Desde esos comicios, sin embargo, se ha desatado un alza furiosa de precios; se estima la inflación de noviembre en un 12%, aproximadamente, y del 20% en diciembre, con tendencia a la suba. De otro lado, los bancos se han ido deshaciendo de sus tenencias de Leliq –las letras de deuda del Banco Central con el sistema financiero-. La movida obedece a que Milei y el ministro Caputo le han informado a los bancos que no van a renovar los vencimientos. Se trata de una suma superior a los 25 billones de pesos, con una tasa de retorno anual superior al 200%, que ha sido convertida por los bancos en “pases pasivos”, también una deuda del BCRA, pero con vencimiento diario. Una suerte de Puerta 12. Esto significa que se podrían transformar en pesos en efectivo en forma inmediata para salir a comprar divisas en los mercados paralelos. Sería el escenario de la hiperinflación y de una desvalorización política del nuevo gobierno más rápida que la moneda. La misma operación, bajo el gobierno de Macri, también ejecutada por Caputo, aunque con cifras de deuda muy inferiores a las actuales, desató el ciclo inflacionario que caracteriza a Argentina, acompañada con una pérdida de reservas internacionales del orden de los 40 mil millones de dólares. Las columnas financieras de los principales diarios reflejan la honda división que ha provocado esta perspectiva en los círculos empresariales y en los organismos internacionales. Los padrinos de Milei advierten que el edificio financiero expone rajaduras peligrosas.
Una larga nota en Clarín, el viernes 8, asegura que “Milei y Caputo terminaron de cerrar el plan económico”. Los términos del plan se inscriben en una perspectiva hiperinflacionaria, sin necesidad de dar marcha atrás hacia una dolarización. El plan arranca con el planteo de convertir la deuda del Banco Central, nominada en pesos, en deuda del Tesoro Nacional en dólares. Agregaría unos 30 mil millones de dólares a una deuda que supera los 400 mil millones de dólares, sin la menor capacidad de pago. Los mentideros financieros aseguran que los bancos locales rechazarán la propuesta.
Por otro lado, el mentado plan rescata un planteo muy antiguo, que es convertir las Letras Intransferibles en dólares -un pagadiós para financiar al Tesoro- en bonos de la deuda pública, que se colocarían en el mercado de capitales. El informe de Clarín llama a esta operación “mejorar el balance del BCRA”. La insolvencia del Estado, recargado con nuevos títulos de deuda, adquiriría ribetes fantasmagóricos, lo cual sería una razón para que no encuentre demanda en el mercado. Este manoseo financiero sería un fuerte incentivo para comprar divisas en los mercados paralelos y desatar una megadevaluación. Los autores del plan confían, sin embargo, que un fuerte ajuste fiscal sea un aliciente para obtener financiamiento del exterior. En principio, una quimera, incluso si contempla cláusulas leoninas, porque podrían ser objetadas en sede judicial, pero por sobre todo porque el nuevo gobierno no ofrece garantías políticas de estabilidad mientras aplica un monumental ajuste. Por eso, la búsqueda de “un préstamo puente” en el exterior, se limitaría, según Clarín, a los 3 mil millones de dólares.
La conciencia del nuevo oficialismo acerca del carácter catastrófico de este plan se pone en evidencia en la cautela que se le atribuye a la hora de devaluar el peso en el mercado de cambios y en la decisión de mantener el cepo. La devaluación se haría por etapas hasta marzo o abril. Es obvio que esto no haría más que acentuar la especulación contra el peso y reforzar una tendencia a la recesión. El primer tiempo del gobierno de Milei se engarza con el último tiempo del de Massa – control de los cambios, mantenimiento del cepo, impago de la deuda comercial de alrededor de 40 mil millones de dólares efectivos en concepto de créditos de importación. Las ‘paradas’ fabriles del verano se convertirán en parate industrial.
El plan en cuestión advierte de un asunto fundamental, que es la continuación de la política de Guzmán y de Massa de desvalorizar salarios y jubilaciones, no mediante un ajuste nominal, sino por medio de la inflación, que ya raya con la hiperinflación. En efecto, el dúo Milei-Caputo se propone prorrogar el Presupuesto 2023, lo que significa aumento de ingresos fiscales por el aumento de los precios y caída de gastos de jubilación y salarios mediante el mecanismo confiscatorio de la inflación. Con este método, el nuevo gobierno se propone obtener una reducción del gasto fiscal del orden del 5,5 % del PBI en pesos –el equivalente a, aproximadamente, 30 mil millones de dólares-. El gobierno de Milei, calificado como “débil” por la prensa, se apresta a ejecutar una cirugía mayor. Cuenta con explotar la complicidad y también el desconcierto de la oposición. Por eso se empeña en un compromiso extraordinario con la OTAN y con la guerra del estado sionista, para que cualquier ataque a sus planes sea interpretado como una agresión a un pilar en construcción del imperialismo mundial. Por cuerda separada, el plan incentiva el aumento de la tarifa de combustibles -para ponerla a nivel internacional- y el arancel de prepagas. Salud y combustible y minería son los dos grandes ‘lobbys’ del gobierno Milei.
La conversión de las Leliq en deuda del Tesoro perjudica esencialmente a los bancos públicos, que tienen la mayor porción del mercado. Dentro del sistema bancario soportarán la mayor carga del ajuste. En cuanto a la banca privada, es ilustrativo lo que ocurre con el Banco Macro, con fuertes negocios en el litio, en especial en Salta. La burguesía local no opera en marcos estancos, pues está fuertemente entrelazada con otros segmentos de la economía y del capital internacional.
Es evidente para cualquiera que la oposición, que tampoco sabe si lo es, no se ha tomado el menor interés en criticar lo que se ha ido conociendo del plan. El temor principal de la oposición, en especial el krichnerismo, no es Milei sino la reacción popular. Como ocurriera bajo el gobierno de Macri, apuntará su objetivo a las parlamentarias de 2025. La operación será mucho más difícil esta vez, por las condiciones sociales explosivas, principalmente. Esto determinará su conducta en el Congreso, cuando Milei presente su ley ómnibus, y frente a las devaluaciones y tarifazos que pasarán ignorados por el poder legislativo.
El “cambio de época” que anuncia la llegada ‘libertaria’ al gobierno va a ser muy diferente a la que vislumbran sus secuaces.
¿“Estanflación” o hiperinflación? Por Marcelo Ramal, 02/12/2023.