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La pandemia del coronavirus no sólo pone en jaque el sistema sanitario sino también pone en el ojo de la tormenta a la educación. Los estudiantes universitarios vamos por un camino dificultoso y lleno de incógnitas sobre nuestro futuro, pero esto no se debe solo a la pandemia sino también a los negociados privados que se van forjando alrededor del Covid en torno a los futuros trabajadores.

La Universidad Arturo Jauretche, situada entre los distritos de Florencio Varela, Berazategui y Quilmes, tiene apenas nueve años. Sin embargo, fueron suficientes para avanzar con los negociados sobre los estudiantes del Instituto de Ingeniería y Agronomía, como es el caso de los estudiantes de ingeniería en petróleo, quienes son cooptados para trabajar gratuitamente para Vaca Muerta.

En el apuro de cumplir con estos convenios, la virtualidad los encontró con las defensas bajas. El comienzo de clases ha sido un verdadero desafío para los estudiantes que en su mayoría son jóvenes de las barriadas aledañas, muchas sin acceso a internet y para los docentes que no tenían la capacitación ni la información necesarias para comenzar a trabajar.

El sistema de inscripción online -un verdadero caos- deja a cientos de estudiantes sin materias y sin la posibilidad de cumplir con las correlatividades para avanzar en sus carreras. Tampoco se ofreció ninguna orientación a los alumnos. Aun así, el 13 de abril han iniciado estas clases.

Desde el campus virtual, liberado por las telefónicas, solo se encuentra -si tenés la dicha de ingresar ya que es casi imposible loguearse- con avisos de algunos profesores. Otros intentan comunicarse por mail o hasta por WhatsApp. Otros aún no lograron contactarse entre sí.

Ante la incapacidad de las autoridades académicas de organizar las clases online, los docentes proponen la descarga de programas como Zoom, Moodle, Classroom y acceso al Dropbox. Es decir, que sin una computadora o celular de última gama el acceso a la educación online es inviable.

Los estudiantes aún desconocemos los métodos de evaluación, enredados en los debates en torno a si efectivamente se plantea el proceso de enseñanza y aprendizaje adecuados. Del vamos creemos que en esta situación no.

El equipo del rector Ernesto Villanueva, viejo militante del PJ, sólo se ha comunicado con los estudiantes para garantizar que participen en los convenios acordados con YPF, Santander Rio, el Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur, entre otros. Además de invitarnos a un sistema de voluntariado que expone a decenas de jóvenes sin un protocolo ni kit sanitario. Respecto de las cursadas, Villanueva no aportó nada.

Los estudiantes de la UNAJ debemos organizarnos con independencia de las organizaciones estudiantiles amigas del gobierno de la universidad y al gobierno nacional, por el acceso a la educación pública y gratuita, contra los negociados privatistas con los grandes capitalistas, por becas que garanticen la participación de todos los estudiantes y por la capacitación y un programa integral de todos los voluntarios.

La deliberación de trabajadores y estudiantes se pone a la orden del día para discutir quién debe llevar las riendas de la educación y la salud.

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