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Nora era eso que llaman contracultura, pero sin un gramo de posmodernidad, de gesto contraculturoso. Nada, era implacable con el forro de turno y absolutamente tierna con los conocidos del partido.
La dedicación a los problemas de la militancia son los recuerdos que se me presentan en la mente en este momento: llevar una prensa en bicicleta bajo la lluvia, ir a movilizaciones en cualquier medio con las inclemencias climáticas que se presentaran, claro que a Nora la conocí de grande, con los problemas típicos de la edad, aunque para ella eso no significara nada, realmente parecía una heroína de la teoría y la práctica. No tengo dudas que mi formación se la debo a ella, siempre pensé que era al Partido Obrero Altamira, Rieznik, etc aunque ella fue la gran precursora de dudas y certezas.
Un verano nos conocimos en la casa de la cultura de Pilar, hace 17 años, en una charla de Pablo Rieznik sobre medio ambiente, con mi pseudoecologismo por ese entonces adolescente tratando de entender el mecanismo del mundo. Desde ese momento no nos separaríamos más ideológicamente hablando y no nos vamos a separar jamás.
La testarudez está vista como dogmático, cerrado, Nora me enseñó que es la única manera de comprender lo importante y dejar de lado lo lateral.
Siempre en cualquier situación le veía esa cara de sagacidad, entendimiento de la situación, es más, lo hablamos hace pocos meses cuando se produjo el rompimiento del Partido Obrero donde yo le comentaba que ella había visto el problema antes que el mismísimo Jorge Altamira, Nora en un bar a la vuelta del Banco Provincia de Pilar hace mucho tiempo, tal vez 10 años, había señalado cierta separación de compañeros militantes valiosos y vislumbraba cierta posición partidaria que no coincidía con sus principios, los de una militante obrera y socialista. Le encantaba decir que había trabajado en la industria textil, a su vez era una gran dibujante, cuelgo en mi biblioteca un dibujo del naturalista Charles Darwin, hecho con una maestría asombrosa. La anécdota termina con Jorge y Nora peleados -como debía ser- Nora no conciliaba su posición si tenía razón ni con el maestro. Hace poco, en el local del partido, post resquebrajamiento del PO, la saludo y le hago el comentario, a lo que ella con esa mirada inteligente y fresca dice "¡viste!" tenía razón.
Nora aprendió y en ese caso superó al maestro, los últimos mensajes que crucé con ella eran por supuesto de política y de los orígenes de su Partido Obrero y de un asado por compartir en mi casa. Lo haremos con Carlos, su compañero, hablando de esa extraordinaria mujer que fue Nora Elicabe y quedará en cada lectura que hagamos de la situación política actual porque un revolucionario como Nora, sin caer en sentimentalismos, realmente no muere, queda en la mirada del mundo por transformar.