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El acampe dejó varias lecciones políticas para el movimiento obrero ocupado y desocupado debe prestar atención. El llamado de los dirigentes de las organizaciones a una “mesa de diálogo” con el gobierno fue acompañado insistentemente por el planteo de que “queremos que el gobierno llegue a diciembre”. Las declaraciones de Eduardo Belliboni en TN, el miércoles a la noche, señalando que “queremos que el gobierno gobierne hasta el último día pero que gobierne para los sectores populares” y “que escuche los reclamos” no fueron una expresión infeliz o desafortunada. Se reiteraron de un modo ampliado a Radio Mitre (Longobardi) horas después, al plantear “una mesa de diálogo sin periodistas… y que nos sentemos a dialogar para ver cómo hacemos para el gobierno termine de gobernar hasta diciembre. Queremos que gobiernen hasta diciembre”.
Estamos, por lo tanto, no ante un exabrupto, sino ante una orientación política. El “cómo hacemos para que llegue hasta diciembre” coloca la cuestión de la gobernabilidad por encima de las reivindicaciones. En última instancia, debería llevar al autor de estas palabras a oponerse a quien, en la lucha por sus reclamos, pusiera en tela de juicio la “continuidad del mandato” de Macri. Es evidente que estas declaraciones colocan al movimiento piquetero –incluso al que sostiene los acampes y medidas de lucha– en el campo de la “contención” tantas veces denostada y lamentada en los documentos oficiales del PO. La defensa de la continuidad de Macri es contrarrevolucionaria.
De la crítica al planteo de “Fuera Macri”, el aparato oficial del PO ha terminado en “que Macri siga hasta el final”. El pedido a que “gobierne para el pueblo” y “resuelva los reclamos” coloca a la lucha piquetera en un callejón sin salida, porque la satisfacción de las reivindicaciones se encuentra en contradicción con el gobierno macrista; los métodos para alcanzarlas chocan con el régimen político vigente. La ‘caída del gobierno’ solamente puede ser el resultado de la acción de fuerzas que son puestas en movimiento por la crisis; ningún dirigente, y menos uno marxista puede oponerse a ellas, su tarea es encauzarlas en beneficio del proletariado contra el capital.
En oposición a la política que tuvo lugar cuando emergió el Polo Obrero, cuando levantó un planteo de poder en medio de la bancarrota de 2001/2002, sus actuales voceros han amputado de su programa cualquier planteo político de salida a la crisis, y han terminado dándole a esa omisión un carácter explícito –“que siga gobernando”. En un plano político más general, es otra expresión de electoralismo: mientras el Polo es confinado a sus reivindicaciones, el aparato partidario se confina a la lucha por algunos escaños parlamentarios, en medio de la más completa crisis de régimen de las últimas dos décadas.
Los que hoy quieren que Macri llegue a diciembre son los mismos que se negaron a desarrollar una campaña política por el “Fuera Macri - Asamblea Constituyente” durante toda la última etapa política, o sea que han llevado hasta el final sus conclusiones. Se trata, en resumen, de una renuncia a la política histórica del Partido Obrero. Le recordamos a Belliboni que el XXVI Congreso del PO votó en su sistema de consignas el “Fuera Macri” y no el “que Macri se quede hasta diciembre”. ¿Habrá represalias contra Belliboni por desconocer el XXVI Congreso?
A todo lo anterior, se agrega el rechazo de la dirección del PO a que todos los reclamos se unifiquen detrás del planteo de la Huelga General, para arrancar las reivindicaciones inmediatas y convocar a una Asamblea Constituyente que revoque los poderes del Estado. En contraste, le reclaman a la burocracia sindical un paro de 36 horas. En medio de chubutazos, acampes y ocupaciones de fábricas, la pretendida “transición ordenada” se revela así más como una expresión de deseos –que el proceso electoral no se interrumpa por esos “sobresaltos” – que como una conclusión que se desprenda del análisis real.
No sorprende, en este cuadro, que en otra entrevista, y cuando le preguntaron sobre la movilización del ´triunvirato Cayetano´ al Congreso por la emergencia alimentaria, Belliboni concluyera afirmando que todo el arco de las organizaciones sociales están reclamando “más o menos lo mismo”. Sin un planteo político, las organizaciones obreras y de desocupados ingresan indeferenciadamente en el campo de la contención, en especial cuando las tendencias a una irrupción general de las masas están latentes todo el tiempo. Por ese motivo, la línea divisoria con el Triunvirato Cayetano se diluye, y queda sólo restringida a la mayor o menor intensidad de las acciones de lucha.
Las diferencias también se esfuman con el sector de Barrios de Pie que integra el frente con el Polo Obrero. Aun compartiendo las mismas movilizaciones y reclamos, este sector de Barrios de Pie no oculta su adhesión a la fórmula presidencial de Lavagna-Urtubey. En el reciente plenario en el Sutna Pilar, el Plenario Sindical Combativo rechazó convocar a organizaciones reconocidas por los trabajadores, cuando se inclinan a votar a F-F. Es evidente la falta de lógica política en estos planteos, y sí una acentuada lógica de aparato. Debe ser por esto que la bandera de arrastre que encabezó la movilización a Desarrollo Social tuvo que ser corregida y donde decía “abajo el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores” se cambió por “Macri, el FMI y sus socios” (ver foto), dejando así a libre interpretación de a qué socios de Macri se refiere. Cabe recordar que la dirección del PO sostuvo una polémica faccional a ultranza contra la Tendencia, a quienes acusaba de funcionales al kirchnerismo si no colocaban a “los gobernadores” en la consigna principal. ¿Dirán ahora que son las movilizaciones del Polo Obrero funcionales a Lavagna o al kirchnerismo?
El aparato oficial del PO va cada vez más lejos en su adaptación al régimen, aun cuando éste se encuentre en franco derrumbe.