Escribe Norberto Malaj
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El término genocidio fue utilizado por primera vez a finales de los años ´30 para describir las matanzas indescriptibles del nazismo, en particular contra los judíos (genos —raza, pueblo— y cide —acto de matar). En los últimos tiempos en la jerga de las catastróficas guerras imperialistas se acuñó un nuevo concepto: domicidio. Nada más gráfico para describir la barbarie de los sionistas en Gaza.
Según un informe de The Washington Post, hasta el momento 37.000 edificios en la Franja han resultado dañados durante la guerra. De ellos, 10.000 han sido completamente demolidos. “Estas cifras son extraordinarias desde cualquier punto de vista”. En Alepo, durante la guerra civil siria, “unos 4.700 edificios fueron completamente destruidos en tres años. Israel destruyó el doble de estructuras en siete semanas. Las comparaciones con otros conflictos tampoco son más favorables para Israel: sólo en la primera semana de la guerra, Israel arrojó 6.000 bombas en la Franja, más que el total anual utilizado por Estados Unidos en Afganistán. Según imágenes de satélite, barrios enteros de Gaza han sido prácticamente borrados de la faz de la tierra, entre ellos Al Karama, en la parte norte de la ciudad de Gaza; el campo de refugiados de Jabalya; Beit Hanoun en la sección norte de la Franja” (Netta Ahituv, Haaretz, 4/1).
Un informe elaborado para Naciones Unidas por Balakrishnan Rajagopal, un especialista en el tema, dice: "creo que las acciones de Israel equivalen a domicidio, y ahora muy bien pueden constituir también actos de genocidio. Los ataques de Israel han destruido no sólo hogares, sino hospitales... calles históricas, edificios públicos que contienen registros y archivos importantes... la principal biblioteca pública, las cuatro universidades de Gaza, la ciudad vieja de Gaza, el antiguo puerto de Gaza y muchos museos, incluido el recién inaugurado Museo Rafah del Patrimonio Palestino. Esta aniquilación total de Gaza como lugar borra el pasado, el presente y el futuro de Gaza para los palestinos" (ídem).
Un domicidio es mucho más grave que un urbicidio, como sucedió recientemente en la ciudad de Mariupol, en Ucrania: refiere a "la imposibilidad de regresar a casa al final de una guerra, porque no hay un lugar al que regresar", dice Oren Yiftachel, profesor de geografía y planificación urbana en la Universidad Ben-Gurion (ídem). Se trata de una política de estado dictada por el sionismo: el ministro de Patrimonio, Amichai Eliyahu, amenazó con lanzar una bomba atómica sobre Gaza; el diputado de la coalición gobernante Yitzhak Kroizer dijo que "la Franja de Gaza debería ser aplanada y... borrada del mapa"; el mayor general (res.) Giora Eiland, ex director del Consejo de Seguridad Nacional, considerado una figura moderada, afirmó que "el Estado de Israel no tiene más remedio que transformar Gaza en un lugar que sea temporal o permanentemente inhabitable".
El testimonio tomado por Haaretz de uno de los 1,9 millones de refugiados que se hacinan en el límite de la franja de Gaza con Egipto grafica una situación desesperante: “madres demasiado desnutridas para amamantar, buscando comida bajo la amenaza de bombardeos y organizaciones de ayuda colapsando bajo la presión” (Sheren Falah Saab, ídem, 4/1). La doctora Michal Feldon, pediatra senior del Centro Médico Shamir de Israel calificó “la hambruna deliberada de la población civil de Gaza por parte de Israel como un crimen de guerra” (ídem, 28/12). “Aquí, en el frente interno, en el punto álgido de la guerra, la gente sigue cenando en restaurantes y pidiendo suntuosas entregas a domicilio… se envían paquetes de comida extravagantes con marcas de chefs y restaurantes famosos a los soldados en el frente; las familias de los soldados reciben cenas generosas, si no vino, a expensas del estado. Y justo al otro lado de la frontera, aproximadamente la mitad de la población de la Franja de Gaza sufre hambre severa o extrema. Nueve de cada diez hogares en el norte de la Franja de Gaza habían pasado al menos un día y una noche completos sin comida” (ídem).
Israel está ejecutando una política de exterminio y limpieza étnica que ya ha dejado empequeñecidas la Nakba y todas y cada una de las guerras ejecutadas por el sionismo en más de 75 años de existencia del estado de Israel. Aunque el gobierno ha declarado que no es su intención ocupar en forma permanente la franja ni volver a asentar colonias sionistas —como ocurre en Cisjordania y ocurrió en el pasado en la franja—; el ministro de Seguridad y colono de la primera pugna abiertamente por lo contrario.
Todos estos crímenes de lesa humanidad que repudian la consciencia democrática más elemental sólo son posibles por la complicidad y el respaldo de las potencias imperialistas.
Desenvolver una campaña por el cese del fuego, por el envío de ayuda humanitaria urgente, por el retiro de las tropas sionistas de toda Palestina es una necesidad imperiosa y un deber elemental.
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