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En el medio de la crisis que se vive nuestro país, podemos ver cómo las diferentes empresas ferroviarias van tomando impronta con sus nuevas cabezas. SOFSE, BCyL, FASE, ADIFSE y DECAHF empiezan a presentar puertas adentro sus ¿nuevas? autoridades.
Las “nuevas” autoridades optan por el silencio, la nula comunicación y la incertidumbre hacia los trabajadores del ferrocarril. Pero lo que sí se puede vislumbrar, con claridad y estado público, es que los nombramientos están repletos de funcionarios de la gestión pasada (Alberto Fernández y Massa), y otros tantos personajes reciclados de la gestión ferroviaria macrista que subsistieron estos últimos cuatro años en cargos menores. La casta en su máximo esplendor, según Milei.
Está claro que no sólo comparten la letra inicial y tener cinco letras en el apellido (Sí, también Menem). En el boletín oficial de dichas empresas ferroviarias, se pueden observar funcionarios del macrismo y el massimo compartiendo cargos, en conjunto con una menor porción de nuevos funcionarios mileistas y cordobeses. A raíz de estos acuerdos que van surgiendo por debajo del radar mediático, pero visibles para todo el sector, va tomando forma un fuerte lineamiento de acompañamiento a esta gestión y su política diametralmente opuesta al desarrollo del ferrocarril, con una impronta privatizadora sobre una parte de las empresas -Cargas, pasajeros de AMBA y larga distancia a Mar del Plata y Rosario- y el cierre directo de otras (regionales).
En las reuniones de directorio y los pasillos del ferrocarril ya se empieza a entrever el discurso de los reciclados funcionarios ferroviarios, buscando instalar la “necesaria” reducción de personal -incluso preparan la ofrenda al gobierno nacional de un 40 % del total de la planta-, el cierre de los ramales larga distancia -con excepción de Mar del Plata y Rosario-, y la privatización de todo lo demás, incluyendo la vía y los terrenos ferroviarios aledaños. El argumento que utilizan para apalancar su impronta privatizadora se centra la multimillonaria deuda que mantiene SOFSE con sus proveedores, la cual se encuentra muy pronto a paralizar las principales líneas del AMBA (como ejemplo de esto, la Línea San Martín se encuentra con escasez de diésel y aceite de cárter de locomotora de YPF, producto de la deuda con la petrolera estatal). Es paradójico que sea la deuda que los mismos funcionarios, bajo los dos últimos gobiernos, ayudaron a profundizar.
Por otro lado, los trabajadores ferroviarios sufren, al igual que la clase obrera en su conjunto, la fuerte desvalorización de su salario, superando una pérdida del 50 % del poder adquisitivo en poco más de dos meses de gestión del actual gobierno.
Mientras el gobierno conduce al país a una devastadora e irreversibles situación económica y social, el ferrocarril se prepara frente a un nuevo desguace histórico con la inacción -o, mejor dicho, participación- de los sindicatos y los partidos políticos patronales. Es imperativa la pronta organización de los trabajadores del ferrocarril, defensores históricos del patrimonio y desarrollo ferroviario, para evitar este desastre.
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