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El intendente de Tigre, Julio Zamora, emprendió un ataque brutal contra los trabajadores municipales. Esgrimiendo una caída del 50% de la recaudación, producto de la crisis y la pandemia, aplicó un recorte que implica la desaparición de siete secretarias, rebajas salariales y despidos en distintas áreas, incluyendo salud, a pesar de que uno de los argumentos oficiales es la reasignación de partidas precisamente hacia el sistema sanitario.
El recorte salarial para trabajadores temporales quitó de un plumazo el adicional por productividad del 22%. El personal de planta permanente, además, dejará de cobrar presentismo.
Municipio rico, trabajadores precarizados
Tigre está ranqueado como uno de los distritos con mayor nivel de recaudación -de un presupuesto de 14.000 millones, más de 10.000 millones provienen de fondos propios. Sin embargo, el 70% de la planta municipal está compuesto por trabajadores temporales, destajistas y monotributistas. A modo de ejemplo, un trabajador “temporal” debe soportar 10 años renovaciones contractuales bimestrales, semestrales o anuales y aspirar a formar parte de planta permanente, siempre y cuando soporte las presiones del puntero de turno que dirige la dependencia y acepte salarios muy por debajo de sus calificaciones. Un verdadero fraude laboral, avalado por la burocracia que dirige el sindicato de municipales.
El caso de los profesores de educación física es emblemático. Un profesor que trabaja en los polideportivos lo hace en carácter de “capacitador” y cobra menos de la mitad que un profesor del sistema educativo provincial. Pasará a cobrar un tercio a partir de estas medidas. Las “campañas deportivas” del municipio, que cuenta con 18 polideportivos, se erige sobre las espaldas de profesores, trabajadores administrativos y de maestranza ultraprecarizados.
El intendente Julio Zamora intentó excusarse por las medidas de ajuste diciendo que “no había otra alternativa”. Pero el intendente ni siquiera consideró el cobro de tasas extraordinarias a las grandes empresas radicadas en el distrito. Para evaluar “alternativas” reales hay que colocar los libros del municipio a disposición de una auditoría a cargo de representantes de los trabajadores, electos en asamblea, que establezca prioridades sobre la base de satisfacer las necesidades populares empezando por el salario y los puestos de trabajo.
Está en marcha un proceso de deliberación entre los municipales a raíz de estos ataques. Hay mucha bronca que, poco a poco, va encontrando un cauce.
Esta embestida contra los municipales plantea como tarea urgente impulsar un proceso de organización de los trabajadores, reclamando y organizando la convocatoria de asambleas (virtuales o presenciales con medidas de distanciamiento) y la elección de representantes responsables ante los trabajadores, allí donde nos los haya, para impulsar el reclamo contra el recorte salarial, por la devolución de premios y adicionales descontados y por la reincorporación de todos los despedidos, para poner fin al trabajo a destajo y por el pase a planta permanente de todos los “temporales” con la re categorización de los docentes y todos los profesionales que hoy brindan tareas como “capacitadores”.