Buenos Aires: la apretada a la docencia en plena emergencia climática

Escribe Miguel Abramzon

Los “190 días de clases” cueste lo que cueste…

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El temporal de los últimos días puso sobre la mesa un nuevo ataque del gobierno de Kicillof a las condiciones laborales de las y los trabajadores de la educación. La obsesión por garantizar “los 190 días de clases” a como dé lugar es semejante a la de Milei por el “déficit cero”.

Hace varios años Kicillof se sumó a la competencia por la cantidad de días de clases entre CABA y Provincia.

Al mejor estilo del “libertario” Milei, los métodos coercitivos del gobernador y sus funcionarios arremetieron contra el estatuto, resoluciones y planes preventivos de riesgos que se encuentran vigentes. Hay resoluciones que habilitan a la suspensión de clases en este tipo de situaciones de emergencia climática y también a la justificación del día por inasistencia a la docencia.

Los Consejos Escolares y las Jefaturas Regionales no se expidieron por la suspensión de clases, pese que al mismo tiempo recomendaban a la población “No salir de sus casas”. Inspectores y directivos dieron la orden de sostener el “normal funcionamiento de las escuelas”, pese a que era evidente la imposibilidad de llegar a los lugares de trabajo. “Lleguen como puedan” fue la orden general. Amenazaron con colocar faltas injustificadas a los que no llegaran a sus lugares de trabajo, algo que afecta severamente a los compañeros que deben jubilarse.

En el marco de feroces inundaciones y anegamientos, el capricho de no suspender las clases no provocó otra cosa que exponer la vida de cientos de miles de personas, principalmente, la de estudiantes y trabajadores de la educación. El SUTEBA y los gremios provinciales se callaron la boca dando el aval en la práctica a esta política.

La docencia, sin embargo, se organizó y enfrentó el apriete. En escuelas donde prevalece un activismo lograron la suspensión de clases pese a la negativa de las autoridades. Se elaboraron actas colectivas. Los grupos de whatsapp se convirtieron en asambleas donde se votó preservar la integridad de los compañeros y se decidió informar a los directivos. En otras escuelas la docencia dio una batalla (que continúa) para que las inasistencias sean justificadas.

Las lluvias, por otra parte, pusieron de manifiesto -otra vez- el estado deplorable de la infraestructura escolar: el agua ingresó en numerosas escuelas, por todas partes.

La preocupación por el cumplimiento de los “190 días de clases” no pasa de una mera demagogia. Todos los días hay escuelas que deben suspender las clases por falta de agua, luz y problemas de infraestructura. Si hubiera un interés real se pondría el dinero que hace falta para tener a las escuelas en condiciones. Y para que la docencia cobre un salario acorde a la canasta familiar.

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