Con el apoyo de la casta y la burocracia sindical. Nota de tapa de Política Obrera N°91 edición impresa.
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El rechazo al DNU en el Senado no fue más que un espejismo.
No sirvió para detener en lo más mínimo la ofensiva lumpen-libertaria contra los trabajadores.
Los convenios colectivos ya firmados no se homologan ni entran en vigencia.
Los tarifazos no cesan: han subido un 300 % para los consorcios. La nafta tendrá dos subas más.
La ola de despidos se ha intensificado, con el pretexto de una recesión fulminante.
Los jubilados perderán los ajustes que corresponden a la inflación de diciembre-febrero (un 70 por ciento).
La casta parlamentaria se ha avenido a votar una "ley ómnibus" con cambios menores; las privatizaciones estratégicas siguen en la agenda. Los cierres de empresas públicas son cotidianos.
Aun con estos acuerdos con la casta, Milei no se baja del gobierno por decreto. Baussili, el presidente del BCRA, acaba de declarar que no necesitan de legisladores ni de gobernadores para hacer lo que les venga en gana.
El propósito de esta violencia social es pagar la deuda pública para reanudar el endeudamiento internacional. El Tesoro acaba de diferir el pago de la deuda con ANSeS, Banco Nación y Central, para destinar los recursos al pago de la deuda privada.
Los lumpen-libertarios están a la ofensiva, mientras la casta y la CGT reculan y colaboran.
Abajo el gobierno de la mesa de dinero, por una huelga general.