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En las últimas horas, los medios de comunicación difundieron dos noticias sobre la CGT: la primera, que será convocante a la movilización del domingo 24 de Marzo organizada por los organismos de derechos humanos afines al kirchnerismo; la segunda es que se han abierto expectativas en la burocracia por hallar “canales de diálogo” con el gobierno de Milei, nada menos que a través del nuevo secretario de Trabajo, Cordero, proveniente de la cúpula de Techint. Por lo pronto, la CGT ha desterrado de su agenda la posibilidad de convocar a un nuevo paro. Es evidente que la participación inédita de la CGT en la marcha del 24 -por primera vez en 40 años- busca disimular este derrotero de connivencia con el ajuste. Héctor Daer, frente al auditorio de la AmCham, se declaró dispuesto a consensuar una reforma laboral con el Gobierno.
Ni por asomo la CGT piensa movilizar al movimiento obrero el próximo domingo a Plaza de Mayo. Daer fue cristalino: “La participación en la marcha del 24 de Marzo, así como el apoyo a la movilización de la mujer el 8, forman parte del plan de lucha de la CGT”. Pero el 8 de Marzo la CGT ´aportó´ un puñado de burócratas en el palco. La burocracia sindical peronista fue un ariete contra el derecho al aborto, conquistado por medio de movilizaciones extraordinarias.
El ataque a los trabajadores es más feroz que nunca. El ´superávit fiscal´ se apoya sobre la miseria de los jubilados. El Gobierno se niega a homologar paritarias por arriba del 14 %, con completa connivencia de la burocracia. Se anuncian despidos de a centenares de miles en el Estado, en la obra pública y en la industria. El paro parcial del 24 de enero, carnereado por la UTA, como caracterizó Política Obrera, apuntaba a adoptar una iniciativa para cerrar un proceso de reacción obrera creciente. Las huelgas de la UOM, de la docencia en todo el país, de los estatales y los piquetes masivos de las organizaciones sociales van a contramano de la agenda ´dialoguista´ de la CGT.
La CGT le ha esquivado a todas las movilizaciones del 24 de Marzo desde 1983 hasta hoy, por su historia de colaboración con la Triple A, con la entrega de activistas a los grupos de tareas de la dictadura y con los centros de detención clandestinos dentro de las fábricas. Los sindicatos peronistas están compuestos aún hoy por elementos como Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA y exagente de inteligencia del Batallón 601 del Ejército. El uso de patotas sindicales contra los activistas, germen del fascismo, siguen presentes en cada gremio y no se acabaron como resultado de la condena de José Pedraza por el asesinato de Mariano Ferreyra.
La lucha contra la impunidad es, fue y será una causa hostil a la burocracia sindical peronista. Su presencia, este año, forma parte de un operativo político dirigido a disimular su rol paralizante en relación a la lucha de los trabajadores.