Escribe Pablo Busch
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Finalmente, Milei designó como Secretario de Trabajo a Julio Cordero, vicepresidente del departamento de Política Social de la UIA y director de relaciones laborales de Techint. Cordero reemplazará a Omar Yasin, quien fue despedido bajo la acusación de homologar los aumentos otorgados a la planta ejecutiva del gobierno.
Julio Cordero es el segundo funcionario de alto rango que ubica el Grupo Techint en el gobierno de Milei: en diciembre había asumido como titular de YPF Horacio Marin. Los medios destacan el peso adquirido por la corporación de Paolo Rocca -además de la de Eurnekian- en el gobierno. Techint busca quedarse con la única megaobra pública que se haría este año: el Gasoducto Norte, que tendrá una inversión del Estado nacional cercana a los 800 millones de dólares.
Cordero se hizo tristemente conocido durante el debate por el proyecto de reducción de la jornada laboral, con la que amagaba Massa para recaudar algunos votos, y llamó la atención de los medios cuando, haciendo sonrojar a más de un esclavista, declaró: “Yo limito la jornada para que trabaje menos, ¿para qué? ¿O sea, está mal trabajar, estamos en contra del trabajo? ¿Para qué, para ir afuera a hacer qué?” Con esta lógica es que se aplican las cláusulas de flexibilidad laboral en las fábricas del Grupo Techint, especialmente en la de Siat en Avellaneda, donde los delegados denunciaron que existe una “turnicidad infernal”.
En verdad, el despido de Yasin no tiene nada que ver con la crisis del aumento de los salarios de Milei y compañía, sino que es parte de una crisis entre el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y la ministra de Capital Humano, que ya lleva varios capítulos. El más importante de ellos fue el despido del subsecretario de Yasin, Horacio Pitrau, hace pocas semanas, acusado de ser el responsable de la negociación con el Secretario General del Sindicato de Comercio, Armando Cavalieri, en la que se había acordado la continuidad del aporte compulsivo de los no afiliados al sindicato y la adhesión de los trabajadores de comercio a un fondo de cese laboral, en reemplazo del actual régimen indemnizatorio. La estrategia de Yasin- Pitrau reeditaba la de Triaca al frente de la Secretaria de Trabajo: dividir y cooptar a un sector de los sindicatos al apoyo de la política del Gobierno.
El despido de Yasin y el ingreso de un hombre de Techint al frente de la Secretaria de Trabajo no puede desvincularse de la reunión del Gobierno Nacional con los gobernadores. Con asistencia perfecta de los mandatarios, allí se discutió de común acuerdo encaminar el capítulo de la reforma laboral de la Ley Ómnibus, frenado por la Justicia. Las declaraciones de diversos gobernadores a la salida del meeting dan por descontado el acompañamiento de un nuevo proyecto de ley de reforma laboral. Hace pocas horas, en la AmCham, Héctor Daer se declaró “predispuesto” a debatirlo. La connivencia de los gobernadores kirchneristas con el ajuste del Gobierno compite con el de la direcciones sindicales.
Cordero es indicado por todos como el autor principal de ese capítulo, que incluye la creación de un fondo de cese laboral en reemplazo de las indemnizaciones, la modificación de los intereses por indemnización -algo que cuenta con el aval de un fallo reciente de la Corte Suprema-, la reducción de las multas a empresarios por trabajo en negro, la inclusión del bloqueo como causal de despido y la no obligatoriedad del aporte por uso de convenio que es retenida a los no afiliados a los sindicatos.
La reforma laboral no será el único tema sensible que quedará en manos de Cordero: la Secretaría de Trabajo tiene varios frentes abiertos, entre ellos la no homologación de los acuerdos salariales que estén por arriba del 15 % de aumento –entre ellos, el de Camioneros-. La política del Gobierno es liquidar el poder adquisitivo de los trabajadores para anclar la inflación, por lo que los salarios deben ser desenganchados del IPC. Este “disengagement” no es un invento libertario, es una versión agravada de la política del gobierno de los Fernández, que llevó el salario mínimo a los niveles actuales y los acuerdos paritarios a la baja y que, de entrada, promovió una fórmula de cálculo previsional para el desenganche de las jubilaciones respecto de la inflación.
Otro punto importante será la absorción por la Secretaría de Trabajo de unos 800.000 planes, que pasarán del Potenciar Trabajo al nuevo Volver al Trabajo. Aquí tampoco el gobierno de Milei innova: desde que los planes a los desocupados existen, la burguesía reclama convertirlos en un subsidio al capital, reemplazando parte del pago de los salarios. El “Volver al Trabajo” fracasará más rápido que los “Planes empalme” anteriores, porque se injerta en medio de un proceso recesivo impulsado por el Gobierno.
El jefe de relaciones laborales del Grupo Techint asumirá el cargo en la Secretaría de Trabajo en medio de una huelga de 48 horas por el salario, que envuelve a todas las plantas siderúrgicas del país, que se prolongará a 72 horas la semana próxima y que en varias fábricas los trabajadores están haciendo activa. El verdadero límite a la agenda reaccionaria del gobierno, que es la intervención de la clase obrera en la escena nacional, empieza a despuntar.