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Los tanques sionistas ya están en el centro de la ciudad de Rafah, de la que ha huido un millón de personas que da vueltas en una ratonera, sin tener a dónde ir, al punto que Médicos sin Fronteras afirma que, bajo los bombardeos “no dejan de llegar refugiados a Al-Mawasi procedentes del oeste de Rafah”. Aunque Al Masawi también está bajo fuego.
La gente permanece en las casas porque los drones israelíes disparan a todo lo que se mueva. Un nuevo ataque israelí durante toda la noche a los campamentos “seguros” en Rafah, sin previo aviso, dejó el martes decenas de muertos en barrios como Tal al Sultan o Al Mawasi. Los incendios consumen bloques de carpas completos, con las familias adentro.
Solo queda un hospital operativo en Rafah, el de Maternidad en el barrio de Tal al Sultan, ya que tras una noche de ataques sin pausa, el Hospital Indonesio ha cesado sus servicios. Quedaron atrapados personal médico y pacientes. “La ocupación israelí está eliminando deliberadamente la presencia sanitaria en Rafah y en el norte”, declaró el miércoles el portavoz del Ministerio de Sanidad de Gaza, Ashraf Al Qudra. “No hay capacidad sanitaria para hacer frente a las masacres en curso en Rafah y el sector norte”, afirmó, al tiempo que exigió la creación de corredores seguros que permitan la entrada inmediata de combustible y ayuda médica.
Hamás reclamó al Consejo de Seguridad de la ONU que cumpla con sus responsabilidades "jurídicas y morales" ante el "desprecio" de Israel a las decisiones de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que le ordenó el cese de la ofensiva, informa EFE.
El carnicero de Tel Aviv avanza a paso redoblado en su política de exterminio sobre todo el territorio gazatí. Tzaji Hanegbi, asesor de Seguridad Nacional y hombre de confianza de Netanyahu, dijo el miércoles que la guerra continuará al menos todo 2024. “Será larga. También este año se espera que haya otros siete meses de combate”. Esta definición admite tácitamente que la victoria militar que blande el gobierno sionista no es tal: las milicias relanzan “acciones típicas de insurgencia desde los territorios arrasados por los israelíes”. Aunque en enero los sionistas dieron por desarticulado a Hamas en el Norte de Gaza, en las últimas semanas las tropas ocupantes enfrentan los combates más intensos en esa región ante las emboscadas de los milicianos. En Jabalía hubo más de 30 ataques durante mayo (El País 28/7).
Mientras Gaza arde, manifestantes israelíes opositores cortaron el martes distintas rutas para exigirle a Netanhayu la convocatoria de elecciones anticipadas y que se reabran las negociaciones para el canje de prisioneros. Está cortado el acceso a Cesárea, Haifa y pueblos como Ben Shemen y Sharon, entre otros, según reportó la organización Reiniciar Israel.
Las críticas dentro de Israel a Netanhayu arrecian desde los más diversos sectores, aunque es mínima la oposición al genocidio. El sector laico “democrático” exige que los religiosos -que de hecho están exentos de ir al frente aunque la ley establezca lo contrario- se sumen activamente a la masacre. Los religiosos ultraderechistas dicen que en ese caso abandonarán el gobierno.
El martes, los israelíes se desayunaron con una carta firmada por 130 ex ministros e importantes economistas, dirigida a los legisladores. Exigen que los religiosos también sean llamados al frente porque “aumentar la carga del servicio militar de reserva sobre la población activa, mientras se sigue eximiendo a los ultraortodoxos del servicio militar obligatorio, pone en peligro la existencia misma del país”.
En términos ásperos, opinan que esta eximición y “asignar fondos a instituciones educativas que no imparten estudios básicos” está llevando al país a un “abismo que pone en peligro su existencia (…). Los ciudadanos más calificados y educados emigrarán y la población que permanecerá en Israel tendrá menos formación y será menos productiva”.
El apoyo yanky a la invasión a Gaza se mantiene invariable. “Estados Unidos no cree que Israel haya comenzado en Rafah la gran operación militar que haría que cambiase su política hacia Israel” editorializa El País de Madrid (29/5). Aunque los tanques y las tropas ya están en el centro de Rafah, el martes por la noche, el portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, definió que Israel “no pasó la línea roja” porque “no los hemos visto entrar con grandes unidades, un gran número de tropas en columnas y formaciones en alguna clase de maniobra coordinada contra múltiples objetivos sobre el terreno” (BBC 29/5).
Sin embargo, sectores del Partido Demócrata no solo opinan que Netanhayu lleva a Israel al abismo sino que la debacle los arrastrará a ellos en un año electoral y perjudicará estratégicamente el control norteamericano en el Medio Oriente. Thomas Friedman es uno de los más influyentes periodistas norteamericanos vinculado al Partido Demócrata y amigo personal de Joe Biden. Dos días antes de que Netanhayu levantara una ola de indignación mundial con el bombardeo al campamento de Al Massawi, Friedman le dedicó una nota a página completa en el New York Times titulada: “Netanyahu está llevando a Israel a un abismo desastroso”.
Friedman destaca que los dos funcionarios más importantes del gabinete de guerra —el ministro de Defensa, Yoav Gallant, y el ex jefe del Estado Mayor Militar Benny Gantz— se oponen a una ocupación militar a largo plazo de Gaza y proponen entregársela a una emprolijada Autoridad Palestina asistida por países árabes “amigos” de Israel. Gantz dijo que abandonaría el gobierno si no había un plan para el 8 de junio.
Sin embargo, los colonos supremacistas judíos en el gobierno no solo se proponen la anexión de la Cisjordania sino que plantean recolonizar una Gaza vaciada de palestinos, sostenida por una ocupación militar israelí a largo plazo. “¡Tenemos que volver a Gaza ya! Volvemos a casa, a Tierra Santa”, se exaltó el ministro fascista Ben-Gvir durante una marcha del Día de la Independencia israelí la semana pasada. “Debemos fomentar la emigración voluntaria (sic) de los residentes de Gaza.”
Friedman opina que Netanyahu “ha socavado intereses clave de Estados Unidos y de sus aliados árabes y le da réditos a Irán”. Las críticas a la Autoridad Palestina olvidan, dice el cínico demócrata, “cuánto coopera con el ejército israelí y el servicio de seguridad Shin Bet para mantener bajo control Cisjordania, y cuánto le costaría a Israel en dinero, soldados y legitimidad si Israel tuviera que gestionar en solitario la seguridad, la salud, finanzas y la educación en Cisjordania” (SIC).
Al decir que Hamás y la ANP son lo mismo, advierte Friedman “Netanhayu priva a los israelíes de cualquier alternativa palestina legítima al gobierno de Hamás”. Si eso sucediera “Israel se convertirá en un paria internacional y las instituciones judías de todo el mundo se verán divididas entre los judíos que sentirán la necesidad de defender a Israel -con razón o sin ella- y quienes, con sus hijos, lo considerarán indefendible”.
Si la alternativa de Netanhayu y sus aliados prospera, concluye Friedman, “llevará a Israel, el principal aliado de Estados Unidos en Medio Oriente, a un conflicto embrollado y agotador sin fin”. Los dichos de Friedman reflejan una extendida preocupación dentro del Partido Demócrata y entre los jerarcas de la Unión Europea.
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