Subte: pasaron 4 años y medio del compromiso de comprar formaciones “libres de asbesto”

Escribe Matías Cisneros

Sobre la imposición de circular los vagones Nagoya 5000 en la línea C.

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En diciembre del año 2019, la empresa estatal Sbase se comprometió, frente a una movilización de trabajadores agrupados por AGTSyP, a comprar trenes libres de asbesto. Desde entonces nunca se produjo el llamado a licitación. Sumado al déficit de mantenimiento de las formaciones de forma constante por la falta de inversiones necesarias, el servicio ha entrado en situación crítica. Las averías y pérdidas de viajes son constantes.

La lucha contra la contaminación por asbesto tuvo su reclamo central en la compra de formaciones nuevas. Los avances logrados en el proceso de desasbestización fueron arrancados por las acciones de lucha de los trabajadores. La retención de tareas en talleres y contra la manipulación de componentes que contenían asbesto, fueron las medidas de presión más utilizada y efectiva.

Los Nagoya 5000

Por la red de subterráneo han circulado cuatro series distintas de las formaciones Nagoya. La empresa tuvo que reconocer la salida permanente de tres series por el contenido de asbesto y su deterioro general. Las carrocerías de estas series se encontraban cediendo en sus paredes y techos, precisamente donde se encontraba la pintura con asbesto.

La serie 5000, la más moderna de esta marca, tuvo un proceso de oclusión (cobertura) de la pintura con asbesto que resultó defectuoso. A tal punto que la pintura se resquebrajó. Este fue el elemento técnico que justificó la retirada de servicio, pero fue clave que el sector de Tráfico se negara a conducirlos en esas condiciones. Los trabajadores del sector tuvieron que resistir maniobras de la empresa para volverlos a poner en servicio. En una ocasión, un paro de los trabajadores de Tráfico obligó a retornar la formación contaminada a las cocheras.

La presión por volver a poner en funcionamiento esta formación estuvo acompañada de una política de aprietes hacia los trabajadores afectados por asbesto, es decir, aquellos que tienen comprobadas lesiones pulmonares por este mineral. Los descuentos arbitrarios y las cartas documento intentaron desgastar la resistencia a volver a trabajar en lugares que siguen sin declararse libres de asbesto.

Ahora, los Nagoya 5000 han sido objeto de un nuevo trabajo de oclusión por encima del realizado anteriormente, para contrarrestar el resquebrajamiento. Es un procedimiento que requiere de observación permanente, por su carácter experimental. Nadie puede asegurar si podrá sostenerse en el tiempo. Por esa razón la empresa ha tenido que aceptar la inspección quincenal del estado de la pintura.

Acta con los sindicatos

En este cuadro, los dos sindicatos -UTA y Agtsyp- y la empresa han firmado un acta, donde figura el compromiso de limitar la circulación de las formaciones Nagoya. Pero el acta contiene la trampa de otorgarle a la patronal un periodo de gracia de 24 meses para concretar la compra de nuevos vagones y reemplazar definitivamente a la formación que ahora fue objeto de un arreglo precario. La excusa presentada por la empresa es que debe priorizar en gastos de mantenimiento general, que en toda la red se encuentra en déficit, de los coches CNR de la línea C. La empresa aduce “recursos escasos”, pero acaba de concretar el tarifazo más grande de la historia sobre el boleto del subte. A pesar de estos ingresos extraordinarios, se le ha admitido a la patronal una nueva dilación en la compra de las formaciones nuevas. Principal responsabilidad del Gobierno de la Ciudad, dueño del sistema subterráneo y fiscalizador de la concesión. No será de extrañar, en este cuadro, que la “limitación” en el uso de los cuestionados vagones Nagoya no resulte tal. Es que la ganancia de la empresa Emova, de acuerdo al último pliego de concesión, depende de poner en circulación la mayor cantidad de formaciones posibles durante el período de tiempo más extendido. Antes de que sean retiradas de circulación, SBASE y Emova quieren amortizar a la formación cuestionada, aunque ello coloque en zozobra la salud de trabajadores y usuarios.

¿Qué hacer?

Todo indica, por lo tanto, que la compra de formaciones nuevas no será un mero trámite. La patronal, que ya dilató cuatro años y medio esa compra, buscará demorarlo hasta donde le resulte posible. Lo que cabe resolver, por parte de los trabajadores, es un plan de lucha para imponer la renovación de las formaciones. Las asambleas tienen que poner esta cuestión sobre la mesa.

El acta firmada por la dirección de AGTSyP reclama la desasbestización y la reparación de otros vagones cuestionados -los Mitsubishi de la B- y la vigilancia médica de los trabajadores de lavado y alistamiento; denuncia el método de medición de aire como insuficiente, reclaman el llamado a licitación inmediato y la adecuación de los talleres Patricios y Lacarra para poder hacer el mantenimiento general de todas las formaciones de la red. Pero en relación a los Nagoya, plantea una “improrrogabilidad” de su reemplazo “en 24 meses” -o sea una fecha de vencimiento que le otorga dos años más a la patronal, después de cuatro años y medio de postergaciones. Una cuestión por la que debemos pujar para que se resuelva lo más inmediatamente posible.

La lucha contra el asbesto está inscripta en los temas paritarios, de falta de personal, de repuestos y herramientas. Es necesaria una urgente reunión del cuerpo de delegados, para resolver un plan de lucha por la compra de las formaciones nuevas empieza ahora y el cumplimiento inmediato de las tareas de desasbestización inconclusas. Necesitamos poner en funcionamiento y acción a las asambleas de base en todas las líneas y talleres.

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Las formaciones del subte están detonadas Por Matías Cisneros, 03/05/2024.

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