Por el reconocimiento nacional e internacional de la tendencia del Partido Obrero

Escribe Marcelo Ramal

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En las tres semanas transcurridas desde la reunión de Atenas hasta hoy, la escalada de expulsiones sumarias contra los militantes del Partido Obrero que adhieren a nuestra Tendencia se ha agravado. No hay acusación escrita ni fundada, tampoco derecho a defensa, sino arbitrariedad de los ‘organismos’ locales incentivada por el comité ejecutivo (que no tiene facultades para expulsar militantes). Todo esto destaca la ilegalidad partidaria en que han caído el oficialismo y la dirección. Se han separado círculos enteros de militantes de la zona norte de la Capital, incluyendo a quien encabeza la lista de representantes comunales del FIT-Unidad. Se ha acentuado el boicot político, mediático y económico a los candidatos de Salta, Santa Fe o Tucumán que pertenecen a nuestra Tendencia o que –sin adherir a ella– repudian las expulsiones. Se condiciona la entrega de alimentos y planes laborales a las asambleas dirigidas por delegados del Polo Obrero que apoyan a la tendencia, para aislarlos y para forzar a que renuncien a sus planteos políticos. Hay una ola de separaciones de jóvenes universitarios y secundarios de la Unión de Juventudes por el Socialismo, entre otros atropellos.

Para encubrir esta carnicería liquidacionista del PO, el Polo y la UJS, la dirección del Partido Obrero no ha tenido escrúpulos en consumar otro acto de completa impostura: el pretendido apoyo a una propuesta –“armisticio de Atenas” – para la “reunificación del Partido Obrero”. Una suerte de “conciliación obligatoria con despedidos afuera, y el desconocimiento de la comisión interna”.

El texto de la dirección del Partido es un engaño por donde se lo mire: finge “pasar por alto” las observaciones y divergencias planteadas en el Informe de la reunión de Atenas que enviaron las organizaciones de la CRCI para, “magnánimamente”, concentrarse en “no perder un minuto” y avanzar en el “acuerdo”. Es necesario volver, una vez más, a varias cuestiones esenciales:

  1. En la reunión de Atenas, los representantes oficiales del Partido Obrero NO APOYARON el texto presentado por el DIP-EEK. Lo que hicieron fue desnaturalizar ese texto con enmiendas que, en el informe remitido por la CRCI, los compañeros del EEK caracterizan de “ultimatistas”. El término, por cierto, es suave, porque las “correcciones” de la dirección del PO rechazan el reconocimiento de la tendencia y convierten el reclamo de ese reconocimiento en la exigencia de disolución. El texto original del DIP-EEK ya era un escamoteo, esto porque planteaba que la dirección del Partido reconociera “el derecho de tendencia” – algo que ya está consagrado por el estatuto partidario– y no el reconocimiento de la Tendencia misma, incluso cuando ha reunido a cerca de 1.000 compañeros en torno de una declaración política ampliamente desarrollada. A esta formulación sinuosa, el CC le agregaba la prohibición a la tendencia de realizar cualquier actividad pública mientras se discutía “si la fracción es pública o no”. Lo que no prohibía es la onda masiva de ataques a nuestra Tendencia en Prensa Obrera, sin derecho a réplica.

Al rechazar la ‘actividad pública’ en forma indeterminada o indefinida, el texto legaliza el régimen de censura instaurado por el oficialismo desde mucho antes de que existiera esta Tendencia, contra, incluso, miembros del CC, o sea electos por el XXV Congreso. Los autores de la propuesta de ´armisticio´ pretenden convertirse en una suerte de poder judicial, cuando se trata de una lucha política que solamente puede ser superada mediante la clarificación. El término ‘armisticio’ deforma la crisis política del PO como una ‘guerra civil’, cuando se trata de una confrontación de posiciones políticas y de métodos de construcción del partido revolucionario, con la finalidad de justificar procedimientos ultimatistas y administrativos inadmisibles.

Es inevitable que el DIP y el EEK acaben pagando un precio elevado por esta violación de los principios del centralismo democrático y del método de la clarificación política, cuando se trata de hacer frente a las divergencias en el seno de un partido revolucionario. El concepto de “armisticio” convierte en objeto de negociación lo que debería ser el repudio y la anulación de los atropellos, a saber, la reincorporación de las centenas de compañeros expulsados, algo innegociable. El ‘armisticio’ consiste en una orden de disolución de nuestra Tendencia hasta nuevo aviso. Es una verdadera vergüenza que se apele a la categoría de ‘armisticio’ para ordenar la cancelación de un debate político. No se insinuó la menor propuesta de organizar un debate político y su metodología, para hacerlo conforme a la intervención cotidiana del partido en la lucha de clases; el único propósito de la propuesta ha sido cancelar la discusión y legalizar los hechos consumados del aparato.

Allí donde se prohíben las Tendencias o Fracciones declaradas, es inevitable que surjan las clandestinas o las rupturistas o infiltradas por organizaciones hostiles a la revolución proletaria. No se puede pasar por alto que quienes ven una guerra y proponen un armisticio, eligieran el silencio frente a un procedimiento realmente ‘bélico’ en toda esta crisis: el espionaje al correo electrónico de Marcelo Ramal. ¿O, al revés, es un procedimiento legítimo en lo que sería una guerra? Que se silencie el principio de camaradería que caracteriza a un partido revolucionario es un poderoso llamado de atención: da piedra libre al aparato.

  1. En esta línea de conjunto, la propuesta de ‘armisticio’ señalaba que el “Comité central está preparado (sic) para reincorporar a los expulsados…”. ¡En lugar de repudiar las expulsiones que reconoce en forma textual, se las legitima como un derecho del CC, que ahora tampoco anularía sino que estaría “preparado” para anular! Otra cosa es dar lugar a su reincorporación sin condiciones, como miembros de una Tendencia que reivindica el programa del PO y que integra el redactor de las tesis programáticas de 2004 de la propia CRCI. Pero el CC se arroga un derecho incondicional a expulsar militantes, que tampoco tiene; antes, debe fundamentarlo, uno por uno, por escrito; el CC centraliza la actividad del partido, no tiene un cheque en blanco para hacer lo que quiera. EL CC actual representa a una fracción; sus miembros fueron presentados como miembros de una fracción, bajo la consigna de una dirección “homogénea”, o sea que fue armada con antelación, sin conocimiento del partido. Ese mismo CC se ha puesto en estado de ser expulsado por haber excluido de la propaganda electoral del FIT-U a los candidatos de la Tendencia (mayoría en sus regionales), sin ofrecer la menor explicación, con la complicidad del PTS y el MST; ha violado todos los principios de organización del partido, con total indiferencia acerca de la posibilidad de que el electorado tuviera conocimiento de que era llamado a votar por candidatos descalificados por su dirección.
  2. El texto propuesto en Atenas contenía la denuncia velada o implícita de que la tendencia “no romperá” las organizaciones partidarias en los movimientos de desocupados, de la mujer o de la juventud. ¿Cómo podría ocurrir esto cuando el método de una tendencia es clarificar diferencias políticas en el propio partido? Como el ladrón que grita “al ladrón, al ladrón”, los expulsadores denuncian de rupturistas a los expulsados. En efecto, en esos mismos ámbitos nuestros compañeros son todos los días separados, discriminados o silenciados. Hemos tenido que tomar medidas para asegurar que compañeros del partido o simpatizantes que militan en el Polo Obrero no serían privados de sus ¡alimentos o planes sociales! Estos medios de sobrevivencia han sido usados como medios de extorsión contra ellos, aprovechando el monopolio de las relaciones que la dirección del Polo tiene con el Estado. ¿No es de una hipocresía extrema plantear la “unidad del Polo, el PdT, etc” por parte de quienes trabaja todos los días por su ruptura y su división? Cualquiera puede entender que firmar un “armisticio” con un telón de bombardeos cotidianos en sencillamente un suicidio. Pero es justamente esto –nuestra autodisolución sin condiciones– lo que se nos exigió en Atenas.
  3. La tendencia del Partido Obrero no se ha proclamado por una decisión caprichosa o unilateral. Ha sido precedida por un Congreso irregular, con restricciones al debate y a la participación de los disidentes en los plenarios precongresales; con provocaciones y actos de espionaje contra quienes disentían; por la censura a quienes expresamos posiciones de minoría; por nuestra exclusión de las listas electorales, actividades públicas y campañas políticas. La proclamación de la Tendencia ha sido, en estas condiciones, un acto elemental de sostenimiento de nuestros planteamientos políticos y, por sobre todo, de DEFENSA DEL PARTIDO OBRERO, CONTRA SU PROPIO APARATO. Esos planteamientos son conocidos: antes y durante el Congreso señalamos que la campaña electoral debía ser abordada, no bajo el estrecho corset del electorerismo y el parlamentarismo, sino con planteos de conjunto y colocando en la agitación la cuestión del poder político. Han pasado 72 horas de las primarias… y un principio de disolución económica y política se ha instalado en la Argentina, como consecuencia de la aplastante derrota del gobierno. La UNICA voz que, en el campo de la izquierda, intervino en la campaña electoral abriendo este horizonte fue la de nuestra Tendencia, a través de nuestros candidatos y de la gira que tanto Altamira y Ramal realizaron por diferentes localidades y provincias, invitados por las direcciones partidarias respectivas, en apoyo a las listas del FIT U. Seamos claros: el planteo del CC del PO no es “reunificar” a nadie… sino silenciar a los que rechazamos el electoralismo.
  4. El método burocrático de la dirección del PO se delata cuando, en su respuesta a los compañeros de la CRCI, incorporan como la “prueba” más contundente de nuestra acción rupturista a las palabras de Altamira en el acto que realizó la Tendencia en la Facultad de Ciencias Sociales, con la participación de un millar de compañeros. Lo que escandaliza al CC es que Altamira señaló que militamos por las listas del FIT-U sin apoyar su programa, ni su política, ni su método. Esa crítica ya había sido desarrollada por Altamira cuando fue anunciado el programa del FIT-U, sin que los afectados abrieran la boca. La exigencia de que debemos aceptar el programa, el método y la política del FIT-U, representa una tendencia a la disolución en el morenismo, porque el PO no hace frentes desde la indiferenciación política, sino desde la delimitación. Así ha venido ocurriendo SIEMPRE. En 2011, ese debate fue promovido por el PTS en las tribunas comunes del FIT; en 2013, presentamos otro programa, sobre la base de la crítica a los programas previos; en 2017, el FIT -y por sobre todo el PO- abandonó, en la campaña, el planteo de gobierno de trabajadores. El programa corriente del FIT-Unidad no merece ese nombre, fue improvisado a último momento. Es un rosario de reivindicaciones aisladas que presenta una caracterización equivocada del conjunto de la crisis política, ni qué decir de alguna previsión sobre el derrumbe del macrismo; y que, en el desarrollo de esas mismas reivindicaciones, se desbarranca hacia un rescate del capital, cuando asocia la nacionalización de la banca (no dice sin pago), con el otorgamiento de créditos baratos (el rescate de una fracción del capital) y para evitar “la fuga de capitales” (evitar la desvalorización del capital). La dirección del PO pretende que nuestro apoyo al FIT U se desarrolle “con mordaza”, desde una “posición común” con el morenismo, y no desde el programa del Partido Obrero. Del Caño y sus camaradas del PTS, lo hacen desde el ángulo político de su partido.
  5. Para el oficialismo del PO, el ´derecho de tendencia´ se limita a rumiar nuestras disidencias en los boletines internos. Es lo que ocurrió en el último congreso, donde se prohibió la presencia de los autores de la ponencia 2 en los plenarios preparatorios. Mil militantes no pueden ser encerrados en un BI; además deben actuar en forma organizada – si no hubiéramos hecho esto hoy tendríamos centenares de militantes desmoralizados y apartados de la lucha de nuestro partido. Negar a la Tendencia lo mismo que antes le negaban a los militantes que escribimos extensamente durante el periodo precongresal -e incluso antes-, ni siquiera se aproxima al centralismo democrático: asistimos a la simple invocación de la autoridad del CC para suprimir la polémica política entre nosotros. Esto es: ni más ni menos que el desarrollo consciente de la militancia partidaria.
  6. Este texto no es el lugar para desarrollar los planteos de método y programa que hemos hecho en forma abundante. Este texto sí es el lugar para repetir lo siguiente: 1. Reincorporación de todos los expulsados de nuestra Tendencia; 2. Condena de los métodos de expulsión como incompatibles con el centralismo democráticos y la construcción del partido; 3. Tribunal para evaluar y juzgar el espionaje dentro del PO; 4. Reconocimiento de nuestra Tendencia y discusión de una agenda de trabajo; Reconocimiento internacional de la misma tendencia en la CRCI (Aclaramos que el DIP se opone a la refundación de la IV Internacional y plantea la reconstrucción de la III Internacional, con el programa de la Cuarta); 5. Desarrollo de la preparación de un Congreso Internacional en un periodo de cuatro a seis meses.

En oposición al “armisticio”, reclamamos que las organizaciones de la CRCI pongan la cara frente a la discusión en el PO, desarrollando sus propias posiciones y dando expresión a todos los matices y tendencias que este debate suscite en sus organizaciones.

  1. En las tres semanas transcurridas desde la reunión de Atenas, también se ha verificado un apreciable crecimiento de nuestra Tendencia, en todos los frentes y regionales del Partido Obrero. La respuesta efectiva y real de la dirección del PO a este desarrollo ha sido aumentar las expulsiones; la ilusión de persuadir a los disidentes ha fracasado y ha empujado a muchos más compañeros a nuestras posiciones. Para tender una cortina de humo sobre este proceso –las adhesiones y las expulsiones– la dirección del PO se ha aferrado a la propuesta del “armisticio” de Atenas. La asimila a un compromiso político inexistente con la CRCI y con la Tendencia, porque no ofrece una perspectiva de clarificación de posiciones políticas y métodos organizativos. Es un recurso para seguir expulsando compañeros con la mentira de que cuentan con un apoyo fronteras afuera.
  2. Quienes en el PO o en la CRCI procuran un “compromiso” en la crisis del PO deben comprender lo siguiente: ningún compromiso puede atentar contra el debate de posiciones encontradas, ni ser un compromiso con expulsiones y descalificaciones. Mientras perora contra el debate público, el aparato partidario ha convertido a Prensa Obrera en un pasquín faccional, que no acepta réplicas. Exigimos el reconocimiento integral de nuestra Tendencia, incluyendo su disciplina interior - como plantea claramente el estatuto partidario; a publicar nuestras posiciones en la prensa impresa y digital del partido; a participar plenamente de las campañas y actividades políticas, con nuestros planteos; reincorporación incondicional de todos los separados o expulsados por adherir a ella, y la investigación y la separación de los responsables del espionaje, una práctica incompatible con los principios de la camaradería revolucionaria y el socialismo. La mejor contribución que podrían hacer las organizaciones de la CRCI a la crisis del PO es pronunciarse de inmediato por este reconocimiento integral, como ya lo han hecho los compañeros del PT de Uruguay.
  3. El carácter del debate que recorre al Partido Obrero, por cierto, nada tiene de local o nacional. Ello vale, naturalmente, para las cuestiones de programa o estrategia política que están en juego. Pero también para los aspectos de método y organización partidaria. El centralismo democrático es una categoría históricamente determinada. Por caso, la aplicación dogmática de las 21 condiciones de la III Internacional sólo puede ser funcional a la ideología de aparato y el burocratismo. Por eso, reclamamos también nuestro reconocimiento como Tendencia internacional, con participación plena en las reuniones y actividades de CRCI. Ese es el camino real para aventar el “nacional trotskismo”.
  4. Respecto de la CRCI, la dirección del PO ya se ha apresurado a lanzar la imputación que suele aplicar a todas las situaciones que no logra dominar, a saber, la supuesta “parálisis política” y el llamado a “ponerse en movimiento”. Reclama o sugiere nuestra exclusión y pasarle al trapo a la inocultable polémica que se ha instalado en la CRCI. A los compañeros que recelan del ‘nacional trotskismo’, les recordamos que quienes nos han separado del PO –y ahora le reclaman “actividad” a la CRCI– se dedicaron a boicotear la Conferencia Latinoamericana realizada en Buenos Aires en noviembre pasado y a provocar una escisión en ella en la sesión final. Son los mismos que han atacado a la conferencia internacional de 2018. En un texto sobre la situación mundial, Altamira llamaba a “no cocinarnos en nuestra propia salsa”, esto es, a polemizar con activistas y organizaciones internacionales para hacer progresar la penetración de nuestra programa y nuestra organización –la CRCI. Pero en el PO, los mismos que saludan la “longevidad” del FIT y el programa suscripto con las organizaciones morenistas de Argentina salen a condenar la lucha política de la CRCI, seguramente, para reemplazar a su método de construcción política por el de las sectas seudotroskystas y sus “enviados”. Compañeros de las organizaciones internacionales: queda claro a esta altura que la defensa de la Tendencia es una tarea vital para todos los que quieran salvar a la CRCI.

La crisis del PO no necesita de árbitros ni mediadores; requiere una clarificación mediante el debate y la verificación de los planteos de unos y otros en la práctica. Requiere de compañeros que examinen leal y rigurosamente las posiciones vertidas, se pronuncien y batallen políticamente por ellas.

15 de agosto de 2019

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